En mi molesta opinión

España va mejor, pero sólo lo notan Sánchez y Escrivá

José Luis Escrivá, ministro de Inclusión
España va mejor, pero sólo lo notan Sánchez y Escrivá.
Cézaro De Luca / Europa Press

Dicen que los pesimistas son simplemente unos optimistas bien informados. El ministro Escrivá suele estar bien informado, al menos tiene los medios para ello, pero se le ve demasiado optimista hablando del déficit de la Seguridad Social y del quebrado sistema de pensiones nacional. Según el ministro, la realidad no es tan tremenda como la pintan algunos y que en España se exagera mucho. Según palabras textuales, pronunciadas ayer en lo de Carlos Alsina: “Últimamente el pesimismo cotiza muy alto; las previsiones pesimistas están de moda”. Ojalá sólo sea una moda y los datos, como el corregido por Bruselas acerca del crecimiento español -que cae del 6,2% al 4,6%-, sean una tendencia pasajera y vuelvan pronto a un alza sólida, como la de antes del Covid.

Cierto es que Pedro Sánchez, jefe del ministro, también es fan de entonar “La vie en rose”; su estribillo favorito es: “España va mejor”. ¿Mejor que quién? ¿Mejor que cuándo? Según el presidente del Gobierno estas Navidades serán mejores que las pasadas, pero no dijo nada de que vayan a ser tan buenas como las anteriores, las de 2019. La vida en rosa gubernamental suena así en boca de Sánchez: “España está mejor que el año pasado. Y el próximo estaremos aún mejor. España va mejor»”. Lo de mejor queda claro, por reiterado pero no por cierto. Es más, suena a trampa con chiste: ¿Tu marido es guapo? Depende de con quién lo compares. Estamos mejor que el año pasado en plena pandemia, pero no estamos creciendo a niveles prepandémicos como crecen los otros países de nuestro entorno.

España va mejor pero las movilizaciones en la calle suben de intensidad todos los días. España va mejor pero Escrivá y Sánchez pactan sólo con los sindicatos subir las cotizaciones de las pensiones tras el plantón de los empresarios. España va mejor pero en el campo no lo notan y el repunte de los precios golpea aún más la difícil situación de ganadores y agricultores, que además tienen de fondo la incierta sombra de la PAC (Política agraria común) para 2023, con mayores requisitos para percibir ayudas. España va mejor pero la inflación no da tregua y la luz la pagamos a precio de oro, un 60% más que el año anterior, y la subida no parece que vaya a detenerse pronto, y menos a bajar a niveles de 2018 como prometió el propio Sánchez. Algo que destroza a las familias pero sobre todo arruina a muchas empresas. España va mejor pero la gasolina sube un 26,5% y el diesel un 30,5%, según el INE. España va mejor pero el poder adquisitivo de los españoles cae en picado, los precios se disparan y los sueldos crecen de manera pírrica, 1,5 % de media, frente a la subida de 5 puntos del IPC.

No se trata de asustar o de amargarle la vida a nadie, ya se encarga de ello la propia realidad; tampoco es cuestión de boicotear el optimismo del ministro Escrivá o del presidente Sánchez, bastante tienen con lograr que la inflación y los demás datos económicos no se desboquen aún más. Pero para solucionar los problemas lo primero que hay que hacer es reconocer cuáles son y dónde están, y a partir de ahí aplicar buenos y sensatos remedios que estimulen la economía y el bien común. Parece algo elemental pero no lo es; también nos dijeron que con la abundante vacunación realizada en España era elemental que la pandemia fuera ya algo del pasado, y ahora parece ser que tampoco lo es, que la sexta ola ya está aquí y el covid va creciendo de nuevo, las hospitalizaciones han aumentado en un 30% en dos semanas de noviembre, y mucho más en otras capitales de Europa.

Creer que el covid está superado porque somos unos hachas poniendo vacunas es, además de falso, ridículo. En contra hay varios indicadores: la efectividad de las dos primeras dosis se va reduciendo; se acerca el macro puente de la Constitución y las fiestas de Navidad, que provocaron un gran aumento de casos el año pasado; sin olvidar que todavía se pasean por España más de cuatro millones de ciudadanos que no han querido vacunarse. Por mucho que diga el ministro Escrivá, hay bastantes motivos para la preocupación y la escasez de optimismo. Hay tantos, que una nueva recaída por covid sería un mazazo terrible que hundiría a España moral y económicamente.

Debemos seguir tomando precauciones con mascarilla incluida. Incluso puede ser conveniente poner en marcha, no sólo en algunas Autonomías sino en todo el territorio nacional, el pasaporte covid. Ha llegado la hora de la verdad, la hora de tomar medidas decisivas y de aparcar las falsas alegrías, pero sin perder la confianza de que las cosas pueden mejorar. En pocas palabras y para que el ministro Escrivá no nos tache de pesimistas, propongo esperar lo mejor pero sin dejar de tomar precauciones por si sucede lo contrario. Nadie dijo que los optimistas no pudieran ser precavidos.

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