OPINION

España, un país muy poco serio con sus asuntos internos

Pedro Sánchez y Quim Torra en La Moncloa
Pedro Sánchez y Quim Torra en La Moncloa
EFE

El miércoles pasado pude ver, en compañía de otros periodistas, la última muestra artística del Reina Sofía: “Dadá Ruso”. No les voy a calentar los sesos explicando de qué va esta gran exposición, sólo se la voy a recomendar de manera especial. Vayan, apaguen la tele y el ordenador, y descubran el arte y las aventuras de las vanguardias artísticas, en este ocasión rusas de principios del siglo XX, la década de 1914 hasta 1924 -año de la muerte de Lenin y la proclamación de Stalin-, y disfruten de la influencia de dadá.

Entre las imágenes, textos y cuadros destacaba en la pared del museo una frase de Igor Teréntiev escrita en 1919: “Nunca pierdas la oportunidad de decir algo estúpido”. La sentencia fue celebrada e incluso fotografiada por la mayoría de los asistentes. La guía que nos acompañaba, al llegar al texto de Teréntiev tuvo el detalle de mostrárnosla con cierta ironía: -Aquí pueden leer un pensamiento que quizá ustedes, como periodistas, entiendan y compartan.

La guía lo dijo con humor, pero no le faltaba razón. Hoy en día en España, país poco serio donde los haya, los periodistas, y sobre todo los políticos, no dejan escapar una oportunidad para soltar frases y noticias que lo único que hacen es acrecentar la ceremonia de la confusión en la que todos estamos inmersos. Y esto es así desde hace tiempo, no tiene nada que ver con el cambio de Gobierno, ni que Quim Torra se haya sentado a dialogar con Pedro Sánchez.

Tanto los periodistas como los representantes públicos se guían por el ruido mediático, les encanta que cualquier hecho o noticia que ellos controlan vaya acompañada de mucha parafernalia y fanfarria televisiva, digital y de lo que sea. Y para conseguirlo nadie repara en medios ni en frases altisonantes. Por ejemplo. El Gobierno podía haber atado primero sus apoyos para hacer un cambio constructivo e inteligente en RTVE, pero no, prefirió antes montar un buen jaleo con un decreto ley que se sacó de la manga y con una rifa pública de cargos y sillones en el Consejo de Administración de la tele estatal, mientras engañaba a los de Podemos prometiéndoles de todo y montando luego el tongo en la votación del Congreso. En definitiva, un espectáculo bochornoso y absurdo impropio de un Gobierno serio en un país serio.

Por si fuera poco el esperpento, la primera medida que anuncia el presidente Sánchez en su comparecencia en el Congreso, es sacar los restos de Franco del Valle de los caídos. La reubicación de la momia del dictador puede motivar a unos cuantos, pero a la mayoría de españoles les deja muy indiferentes. El Gobierno ha preferido montar el show anunciando la medida sin tener antes pactado con la familia y atado jurídicamente la exhumación y el traslado. Una vez más, mucho ruido –impropio de un país serio- y pocas nueces.

Por último. La supuesta princesa Corinna y sus supuestas grabaciones contra el Rey Juan Carlos. Todo el mundo interesado y medio país conmocionado. Además de oír la voz de Corinna, nadie ha visto algún documento que corrobore la veracidad de las acusaciones de esta mujer, y todo se fía a su buena fama.

Resulta muy poco serio también, que esta noticia sobre los movimientos económicos del Rey Emérito aparecida (incluso en 'Forbes') hace más de diez años tenga ahora de repente el crédito y el valor que nunca tuvo antaño. Ahora se pretende remover y denunciar todo, principalmente por parte de los que querrían otro modelo de Estado. Yo no estoy en contra de que se investigue a quién sea, y se sepa la verdad, sea quien sea el responsable.

Sin embargo, cuesta entender que precisamente ahora, con la situación anómala que vive el país con Cataluña, con un Gobierno nuevo y débil, con el mayor partido de la oposición sin cabeza y sin líder, sea el momento idóneo de añadirle más gasolina al fuego. En un país serio, quizá se llegaran a abordar este tipo de investigaciones, pero seguro que no elegirían el peor momento para ello. Cuánto se echa de menos cierta seriedad en asuntos internos y tan importantes.

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