En mi molesta opinión

La fórmula para ser un emprendedor sin tener que parecer un superhéroe

Elon Musk
La fórmula para ser un emprendedor sin tener que parecer un superhéroe. 
DPA vía Europa Press

Quedamos en el hotel Villamagna, en el paseo de la Castellana de Madrid, para tomar un café y charlar. Al final tomamos dos aguas con gas pero hablamos durante más de una hora. Él se moría de ganas por contarme su gran proyecto y yo me moría de interés por escucharle y descubrir qué había realmente detrás de este proveedor de sueños posibles, detrás de su gran pasión y, sobre todo, detrás de su “Ancla”. Él se llama Diego Ballesteros y es un gran tipo, perdón, quise decir un gran emprendedor cualificado y afortunado, enganchado a su familia y triunfador de vocación que está empeñado en compartir sus luces con esos otros “ciegos” que van por el camino con la esperanza de que nunca meterán la pata, la vida les sonreirá a todas horas y siempre conseguirán hacer rentable su empresa. Un digno objetivo que muchos olvidan que tiene un precio que siempre ¡siempre! hay que pagar con sangre, sudor y lágrimas.

“La depresión no existe, es la típica excusa que utilizan las personas débiles para justificar su mediocridad”. Esta era una de las frases bandera que brillaban en el mástil y en la cabeza de Diego Ballesteros cuando paseaba por la vida como un empresario henchido de triunfos: desde 1997 fundó varios negocios que tuvieron gran éxito, sobre todo 'Sin Delantal', que además supo vender a la poderosa empresa “JustEat” dos veces, en España y en México. Sonaban las trompetas de la gloria humana en su vida y en la de su familia, que siempre ha sido, especialmente su mujer, el gran punto de apoyo, su principal salvavidas y su verdadera ancla.

Los ricos y los empresarios también lloran

Sin embargo, la “factura” física había empezado a cobrar sus intereses y su salud a resentirse con ataques de ansiedad, mucho estrés, inflamación de órganos, problemas con el bazo, pericarditis… al superhéroe le empezaba a pesar más de la cuenta la capa, y el dinero y el éxito parecían que ya no eran remedio útil para tantos males personales. En plena pandemia de Covid, en 2020, y después de trabajar 14 horas en el despacho de su casa intentando conseguir inversores, Ballesteros se rompe y es incapaz de hacer una vida normal, de meterse en la ducha, de escribir un correo electrónico, de hacer una llamada, la vida más simple se convierte en un mundo imposible.

Tocó fondo pero a su vez llegó la hora de levantar cabeza. De salir del hoyo con la ayuda fundamental de su mujer -Antonia- y de sus hijos -Claudia, Lucas y Adriana-. De comprobar y aceptar que todos somos débiles, que ‘Superman’ es sólo un entretenido cuento de cómic y que nadie se prepara lo suficiente para afrontar sin ayuda ni fatiga emocional el duro trabajo de emprendedor o empresario. Pero claro, hablar de problemas emocionales o psíquicos tiene sus riesgos y sigue siendo por desgracia -aunque las cosas están cambiando mucho- algo poco aceptado en un mundo de negocios donde siguen pululando los “tiburones” sin escrúpulos o las imágenes de los triunfadores de siempre -Amancio Ortega, Elon Musk, Bill Gates,…-, pero no publican sus dolores de cabeza, sus problemas reales, sus miedos y temores, incluso sus tentativas de suicidio, cuando no sus adicciones a la droga para afrontar esa dura vida que parece de maravilla el primer año pero luego se vuelve una pesadilla.

Y allí empezó de algún modo la necesidad de crear “Ancla.life”, una iniciativa social y sin ánimo de lucro, que pretende buscar para los emprendedores un punto de apoyo que evite que la dura realidad les zarandee más de la cuenta y que la corriente o los tsunamis acaben arrastrándolos al fondo del mar: “Nadie está mentalizado y tampoco bien preparado para afrontar los innumerables problemas que le esperan a un empresario. Y siento que hoy mi principal objetivo no es tanto dedicarme sólo a mi empresa, sino que tengo la sensación de que debo poner mi esfuerzo en “Ancla”, para que al menos otros no cometan los mismos errores que yo cometí”, explica un Ballesteros apasionado por este proyecto con el que lleva más de un año y que ya cuenta con el apoyo y la asistencia de más de 500 emprendedores.

Hablar de problemas emocionales o psíquicos tiene sus riesgos y sigue siendo por desgracia algo poco aceptado en un mundo de negocios

No hay que olvidar que vivimos en un mundo cada día más complejo en el que la vida ya no es lo que parecía ni el futuro que nos espera es lo que era. El bienestar mental se ha convertido en una necesidad primordial para todo tipo de seres humanos, más o menos desorientados por los cambios y los nuevos esquemas vitales, y que aspiran a no hundirse en sus nuevas realidades, y ello afecta de manera especial a los emprendedores obligados a crear y a hacer crecer sus negocios de manera excepcional, y quizá esta singular presión que no poseen los funcionarios ni los asalariados los haga paradójicamente más vulnerables a una variedad de problemas psíquicos y físicos.

El acierto de Diego Ballesteros -que confirma que el fracaso empresarial afecta al 80% de los implicados- fue no conformarse con lamerse las heridas sino buscar soluciones que transformarán su realidad y la de otros muchos empresarios. Quería desarrollar los programas y recursos de educación empresarial y 'coaching' ejecutivo más eficaces para emprendedores, teniendo en cuenta los factores de riesgo y éxito para la salud mental. Y aunque utilizó el trampolín de Twitter para dar el salto al vacío, rápidamente conectó con decenas de empresarios que “salieron del armario” de la soledad y la frustración; y empezaron a escribir por privado sus casos graves, intentos de suicidio, alcoholismo, drogas… “te puedo asegurar que me han contado historias que son para echarse a temblar”, recuerda desde la tristeza y la preocupación un Ballesteros satisfecho de que su empresa pueda ahora ayudar a todos los que lo necesiten.

Tal vez lo sepamos todos, pero casi siempre a todos se nos olvida: Los ricos y los empresarios también lloran. Y aunque Diego es la cabeza visible, con él y junto a él hay otros profesionales dispuestos a que “Ancla.life” ofrezca a los emprendedores un refugio importante para cuidar su salud física y emocional, y puedan ofrecer herramientas, protocolos, investigación, y sobre todo, puedan derribar los viejos tabúes que les impiden afrontar las soluciones adecuadas a sus miedos y necesidades. Pedir ayuda es una señal de fortaleza no de debilidad. Quizá todos debamos, y los emprendedores especialmente, echar sin miedo el “ancla” y así asegurar la posición de la nave y evitar que esta derive por la fuerza de la corriente. Nunca está de más no perderse en alta mar. 

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