OPINION

¿Frenará la mala relación de Puigdemont y Junqueras el pacto independentista?

Los catalanes han hablado, y aunque lo han hecho de manera mayoritaria, el resultado deja muchas incógnitas en el aire. Sobre todo, porque si exceptuamos el subidón de Ciudadanos, 12 escaños más que en 2015 que lo convierten en el partido más votado, todo sigue bastante igual, incluso las mayorías por bloques se mantienen como estaban antes de las elecciones. Cierto es que sobre el papel los partidos independentistas pueden revalidar su mayoría absoluta, pero siempre y cuando mantengan su unión parlamentaria.

Y es aquí, en esta vital circunstancia de fraguar una nueva unión, donde se encierra el quid de la cuestión del futuro político de Cataluña: ¿Seguirán realmente tan unidos los partidos independentista para reeditar su coalición de Gobierno? ¿JuntsxCat y ERC, matrimonio de conveniencia durante dos años, mantendrán su unidad en esta nueva etapa? ¿Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, que acabaron el “procés” con su relación muy deteriorada, y que no ha mejorado nada durante la campaña, serán capaces de volverse a fusionar por el bien del independentismo?

El hecho de que Puigdemont haya ganado en votos a Junqueras, 2 escaños más, es algo que en ERC no tenían previsto y no les ha gustado nada, y puede provocar que esas ya deterioradas relaciones entre ambos líderes no mejoren de cara a un nuevo pacto. Es un dato esencial que hay que tener en cuenta dentro de la política de pactos que se avecina: las coaliciones que funcionaron para poner en marcha el “procés” puede que ya no sirvan para este nuevo tiempo político que se abre ahora. Han pasado muchas cosas importantes como para seguir repitiendo las fórmulas del pasado.

Por mucho que durante la campaña electoral lo negaran, todo el mundo sabe que la DUI, la Declaración Unilateral de Independencia, ha sido un fracaso, y será muy difícil, por no decir imposible, continuar por esa vía. De ahí, que los pactos tengan a partir de ahora nuevos objetivos y nuevos enfoques. Bien es cierto, que conseguir formar Gobierno hace que lo difícil se vuelva posible, pero no será un pacto cómodo el que deban intentar Puigdemont y Junqueras.

Y lo será menos, si la CUP, imprescindible para lograr la mayoría de los 68 escaños, vende muy caros sus 4 votos. En los próximos días veremos si prima el interés general del independentismo o bien se valora los objetivos particulares, que en el caso de ERC pasan por lograr que Junqueras sea el presidente. Quizá ante este panorama prefieran lograr su gran objetivo con unas nuevas las elecciones. ¿Repetición de comicios? Nada es descartable en este momento.

Por lo que se refiere a las cifras globales, tampoco han cambiado mucho. Los NO independentistas siguen cosechando más votos, más de 200.000, aunque no así más escaños, dada la Ley Electoral catalana que aplica el sistema D’Hondt, y que prima el voto de las ciudades más pequeñas. En definitiva, Cataluña está partida en dos. Y será muy difícil que un bloque acabe venciendo al otro. El hecho de que Ciudadanos haya quedado como el partido vencedor, aunque no pueda gobernar, es un hecho muy significativo, que en este surrealista cuadro poselectoral refleja con precisión la escenario social de Cataluña.

Se ha finalizado una etapa política muy compleja que ha distorsionado la legalidad y la realidad, pero se abre otra no menos enredada en la que habrá que hacer grandes negociaciones para lograr algunos pactos de gobierno. Aunque no serán fáciles, y quizá, por ello, tampoco posibles. A todo esto hay que sumarle la situación jurídica de muchos candidatos, hoy siguen algunos en la cárcel, como Junqueras, y sus votos serán necesarios para formar esa mayoría independentista que pende de unos pocos escaños.

Si alguien esperaba que con estas elecciones se despejara el panorama político en Cataluña, hoy seguirá confuso y perplejo. Pero quizá su perplejidad aumente en un futuro cuando vea, por ejemplo, que Puigdemont y Junqueras y sus respectivos partidos no se ponen de acuerdo. No será fácil formar Gobierno, aunque los datos den para una mayoría independentista, pero las heridas, recelos y circunstancias judiciales pueden bloquear esa posibilidad. Puigdemont, el candidato más votado de los partidos separatistas, puede acabar en la cárcel si pisa suelo español. A partir de ahora, lo único cierto y seguro es que los analistas políticos no nos vamos a aburrir en los próximos meses. El gran y enmarañado espectáculo poselectoral acaba de empezar.

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