En mi molesta opinión

Gana el separatismo, pero ERC puede acabar pactando con Sánchez

EFE
Gana el separatismo, pero ERC puede acabar pactando con Sánchez
EFE

Gracias a poco más de 40.000 votos, según la 'foto finish' electoral de ayer domingo, el exministro socialista, Salvador Illa, es el 'vencedor' de las elecciones catalanas de 2021, una diferencia mínima aunque suficiente sobre el segundo candidato, Pere Aragonès de ERC, que sin embargo, se traduce en un empate en escaños -33- con el PSC. Pero no nos engañemos, en realidad es ERC quien ha ganado estos comicios. El verdadero duelo de estas autonómicas estaba entre dos 'viejos' enemigos de la política catalana que se necesitan para gobernar, pero se desprecian en la intimidad: Carles Puigdemont y Oriol Junqueras.

En las elecciones de 2017, fue Puigdemont y su JuntsxCat los que ganaron por dos escaños a los de Esquerra, y esa derrota les dolió mucho a los de Junqueras pero tuvieron que tragar; en estas nuevas autonómicas es al revés, ERC gana por la mínima, un escaño, pero gana y se convierte en la primera fuerza del independentismo catalán. Es cierto que Salvador Illa ha anunciado que se presentará a la investidura, pero lo tiene imposible. Los independentistas se sienten vencedores y no le darán la presidencia. A pesar de sus constantes y reconocidas desavenencias, los separatistas no dejaran escapar la oportunidad de formar Gobierno y repartirse el 'botín' de las elecciones, cuando además el independentismo ha sobrepasado en porcentaje la barrera psicológica del 50%, aunque según datos comparados ha perdido algo más de 300.000 votos.

Sin embargo, este teórico y más que probable pacto del independentismo no será tan fácil de cerrar. En estos momentos es Pere Aragonès el hombre mejor posicionado, ya que por fin un candidato de Esquerra queda por delante de JuntsxCat, partido de Puigdemont -que ahora lidera Laura Borrás- y reconstruido sobre las cenizas de la antigua Convergencia. Los sectores de izquierda, principalmente el PSC, ya han empezado su campaña para presionar a ERC y hacer que su decisión final no sea la que ahora parece. A Esquerra se le pide que demuestre ahora que tiene una oportunidad clara que es verdaderamente un partido de izquierdas, pactando con los partidos progresistas, y dejando de lado sus intereses independentistas, que además los negocia siempre con un partido de derechas, como se cataloga a JuntsxCat.

Cabe esta posibilidad, algo improbable y remota por lo que implica, que ERC se lance a la aventura de gobernar en solitario, con el mínimo apoyo de los 8 diputados de En comú y la abstención, y apoyo desde fuera del Gobierno, del PSC y sus 33 representantes. La mayoría del Parlamento catalán es de 68 escaños, y ERC y PSC 'unidos' -aunque estos no entren en el Gobierno-, podrían facilitar una gobernanza con posiblidades. El precio, sin embargo, para Esquerra sería muy alto ya que el mundo independentista no aceptaría fácilmente este pacto.

En su discurso de anoche, Aragonès ya se dirigió a Pedro Sánchez en castellano para avisarle de que el referéndum tendrá que pactarse y que la amnistía para los políticos presos debe ser un hecho. Pero eso son bravatas poselectorales. También se dirigió el líder de ERC en inglés al mundo mundial en su estrategia de dar visibilidad internacional a un 'procès' que, sin embargo, muchos catalanes ven bastante periclitado por la pandemia, la Justicia y el escaso apoyo internacional. La sombra alargada del separatismo seguirá muy presente en Cataluña pero no será la prioridad política en los próximos meses ya que hay otros problemas más importantes y acuciantes que exigen ser atendidos y resueltos.

En toda esta ecuación de futuro para saber quién gobernará en los próximos años en Cataluña, no hay que olvidar el factor Pedro Sánchez -y su escudero Iván Redondo- que una vez más ha demostrado ser muy hábil a la hora de jugar con la estrategia electoral. Esta victoria de Illa, como el propio exministro se encargó de recordar y dedicar, es también una victoria de Sánchez que fue quien decidió con su dedo poderoso -y sin primarias que valgan- nombrarle candidato y quitarle de ministro de Sanidad.

Es verdad que la jugada no era muy compleja ya que los votos y escaños de Ciudadanos estaban en juego, se sabía que se iban a desangrar -los naranjas han perdido 36- y que alguien debía hacerse con ese importante 'tesoro'. Y ese ha sido sobre todo el PSC, que sube 16 escaños, y el otro vencedor de la noche, Vox, que entra en el Parlamento con 11. Una 'naranja' dulce que estaba ahí, al alcance de todos, pero que el PP, por ejemplo, no ha sabido rentabilizar ya que incluso ha perdido un escaño de los cuatro que tenía. En los próximos días habrá que analizar con más calma el gran batacazo del partido de Inés Arrimadas, y la falta de conexión de Pablo Casado con el electorado catalán, en comparación con el buen resultado de Vox.

Por último, e insistiendo en el factor Sánchez-Illa, no se puede descartar una jugada en clave nacional. Ofrecerle a Esquerra Republicana el apoyo para gobernar en solitario en Cataluña, exigiéndole a cambio su apoyo en el Parlamento nacional. Es una jugada compleja pero ambiciosa y que bien desarrollada puede tener buenos réditos para unos -PSOE- y también para los otros -ERC-, siempre que estos últimos lo sepan vender como una estrategia que beneficiaría de manera especial a Cataluña, poniéndola de nuevo en la órbita económica y de influencia, copiando en buena medida el modelo vasco, que tan buenos resultados le está dando al PNV. Veremos si Junqueras y su gente tendrá el valor de dar ese paso o se volverán a plegar a la presión y exigencias de Puigdemont. A ERC siempre le acusan de ser un segundón, ahora tiene la oportunidad de demostrar que es un verdadero ganador. 

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