En mi molesta opinión

Carmona y Redondo: ‘fuego amigo’ contra Sánchez

Carmona
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Europa Press

Como dijo en su día Winston Churchill: “El problema en nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes”. Ahora habría que añadir un asterisco y hacerlo extensivo a las mujeres, porque con eso de la igualdad no hay quien se salve. En el fondo, estamos hablando de algo tan viejo como las “patatas a la importancia”, es decir, la vanidad humana, de ese escozor interior convertido en necesidad enfermiza de sentirse admirados por los demás, de ser el centro del mundo, de tener un alto concepto de uno mismo gracias a unos sobrados méritos que nunca son suficientemente reconocidos por los demás.

No, por favor, no estoy hablando de Iván Redondo. La entrevista al ex director del Gabinete de Pedro Sánchez responde a otras necesidades; principalmente, a la de tranquilizar su ego profesional, que el pobre no acaba de dormir bien porque no asimila que lo hayan echado de Moncloa. A él, a un ego tan pertinaz y exitoso que hizo triunfar a políticos de todos los colores; y que además lee libros de Bauman y maneja términos como “modernidad líquida”, y es capaz (o era) de tirarse a un barranco por su jefe, le han despedido por la espalda y no por la puerta grande, sino con los demás miembros de la cuadrilla, sin darle un abrazo íntimo, ni un “gracias por hacerme presidente” en público.

‘In my opinion’, aceptar la entrevista en La Sexta con Évole fue un despropósito, una decisión tomada con el corazón herido y no con la razón sana; un grito televisivo de ¡quiero seguir siendo alguien importante! y que pretende colocar su relato para que crean que ha sido él quien decidió irse. Qué vergüenza acabar en el baúl de los recuerdos de Sánchez, como un damnificado más, ni que él fuera Ábalos o Calvo. Redondo ha leído libros de marketing, incluso de cómo vender políticos como si fueran una lata de sopas Campbell, pero se olvidó de echarle un vistazo a un best seller fundamental: “El arte de venderse a uno mismo”.

El otro día, Iván rompió con Évole el principio básico de nunca cambies una buena leyenda sobre ti, y menos si es falsa. Si la gente cree que eres listo, incluso inteligente, y algo maquiavélico, ¿qué necesidad tienes de demostrarles lo contrario? ¿qué necesidad tienes de pegarte un tiro en el pie? Quizá el problema resida en creer que todo se puede controlar, incluso una “vendetta” televisiva contra Pedro Sánchez, que fue el otro damnificado de la noche. Iván Redondo no pudo salvar su propia imagen, pero supo dejar bastante malparado al presidente del Gobierno al no saber (o no querer) defenderle de sus propias incoherencias políticas, como son los pactos con Podemos, separatistas y Bildu, o la fallida moción en Murcia. Tal vez porque él también formaba parte de esos errores.

Sin embargo, el fuego amigo contra Sánchez no sólo ha llegado por el lado de Redondo. Un histórico socialista, Antonio Miguel Carmona, miembro de la vieja guardia, es decir, socialdemócrata, también ha querido aprovechar estos tiempos convulsos para subirse al carro, unos dicen de las puertas giratorias, y otros añaden de la “guerra” entre Iberdrola y el Gobierno. Vayamos por partes. De entrada, Carmona no viene del Gobierno ni ha sido ningún alto cargo -diputado de la Asamblea de Madrid y Concejal en el Ayuntamiento hasta 2015-, y no tiene buena sintonía con Pedro Sánchez. O sea, es un socialista de los de antes sin cargos ahora, doctor en Ciencias Económicas y profesor universitario, en sus ratos libres ejercía de tertuliano en varias televisiones.

Entonces, ¿por qué un hombre listo como Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, ficha a Carmona como vicepresidente de la entidad? La batalla entre el sector eléctrico y el Gobierno no ha hecho más que empezar, y en un futuro será imprescindible establecer ante la opinión pública un relato claro de por qué suben tanto los precios en este sector, y ahí entra Carmona y su experiencia como economista y comunicador. Además de ser un personaje empático y afable, el nuevo vicepresidente de Iberdrola tiene claro que las compañías eléctricas no son las malas de la película, sin perder de vista que también posee sus credenciales de socialista de toda la vida, y aunque no ha estado en las altas esferas del poder, conoce muy bien todos los entresijos y atajos del PSOE y de los ministerios políticos.

Carmona ha sido un fichaje sorprendente y “explosivo”, sobre todo por su condición de tertuliano, pero él sabe muy bien que su cometido a partir de ahora es defender unos intereses empresariales que son tan lícitos como las ideas que defiende el ex vicepresidente Pablo Iglesias desde algunas plataformas mediáticas privadas. Además, Carmona lleva más de dos años sin desempeñar un cargo público, y nunca ha tenido vinculación directa con empresas del sector. Es decir, lo que molesta de este fichaje, más allá de la envidia que despierta, sobre todo por lo que cobrará, unos 8.000 euros entre sueldo y dietas, sin contar los extras de los bonus, está también la imagen de un nuevo político fichado por una empresa, y además socialista, para que el Gobierno no pueda decir que son maniobras turbias de la derecha.

Bien bregado en la tarima universitaria, Carmona ha demostrado tener buena cintura dialéctica en televisión, además de su amplia experiencia como doctor en Económicas, todo ello le convierten en un asesor preparado para el cargo y útil para Sánchez Galán, que nunca da puntadas sin hilo. El único que puede tener algún recelo con este fichaje es el presidente Sánchez, que sabe perfectamente que no hay peor astilla que la de la misma madera. Entre socialistas anda el juego, o mejor, el duelo. Veremos quien llega más lejos: Sánchez, Redondo o Carmona.

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