OPINION

La "desconfianza" entre Sánchez e Iglesias puede evitar las elecciones

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. EP
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. EP

Siempre que oigo la pregunta de moda -¿Habrá elecciones?- se me pone cara de periodista agobiado, y miro al cielo y a mi bloc de notas buscando alguna respuesta certera. Hoy, todo apunta que sí, los nubarrones negociadores y el mal rollo personal indican que habrá elecciones seguro. Llega mañana, y con él resurgen los miedos al qué dirán los votantes de izquierda, y todo cambia: no habrá elecciones porque la sociedad no lo entendería y provocaría mucha abstención. No se crean nada porque nada está claro después de tres meses jugando al ratón y al gato. Todo es pura 'teatrocracia'.

Pedro Sánchez tampoco sabe si habrá elecciones, pero tiene claro que son muchas más las posibilidades (y las ganas) de que gane el Sí al No. Principalmente, porque a Pablo Iglesias y su Unidas Podemos les están dejando muy poco margen para encontrar un buen motivo que les anime a retratarse y apoyar la investidura, sin conseguir nada interesante a cambio. Sánchez tiene previstas ambas circunstancias -dedo pulgar arriba, dedo pulgar abajo-, sobre todo, la que él más prefiere y más le excita políticamente, y que tiene forma de urna. Esa opción la lleva preparando hace meses sin ningún rubor ni disimulo porque conoce bien a su rival y sabe que hay cosas que no aceptará, y basta forzar ese punto para romper la negociación. ¿Pero le interesa realmente la ruptura a Sánchez?

Por si no lo saben aún, ésto no va sobre qué es lo que más le conviene a España, sino qué es lo que le conviene más a Pedro Sánchez. Analicemos los últimos acontecimientos para saber por dónde van los tiros realmente. Primera estación. El presidente en funciones presentó el martes 370 medidas para llegar a un acuerdo con Unidas Podemos, que bien podrían ser también las propuestas de un programa electoral. Y lo hace, mira por dónde, en la estación de trenes de Chamartín en Madrid. Quizá con el objetivo de mandar un mensaje subliminal a UP : este es el último tren que pasa y si no lo pillas te quedas en tierra. Se podría interpretar también que si no hay acuerdo puede haber un descarrilamiento electoral y muchos 'heridos' en el partido de Iglesias.

Pasemos a la segunda estación. Esta va sin tren, pero circula por el carril que muchos intuyen a la hora de adivinar las intenciones de Pedro Sánchez. El presidente quiere elecciones. Sobre todo, para aumentar su cartera de diputados, ahora en 123, y de paso minimizar algo más las fuerzas de su aliado preferente, UP, que también es el partido rival más incómodo. En las 370 medidas socialistas se ofrecen propuestas que -algunas- le suenan bien a Pablo Iglesias, pero que en el fondo no las comparte porque "muchas están superadas" y suenan básicamente a márketing, ya que sólo les 'dan' cargos en organismos públicos -que se supone no han de ser partidistas y estar ocupados por profesionales cualificados-, pero no hablan de lo que realmente quiere y parece ser el tótem del líder morado: un Gobierno de coalición.

No vamos a entrar en el realismo que destilan las 370 medidas, ya que la mayoría de ellas son un brindis al sol que las convierte en imposibles de llevar acabo. En la propuesta del PSOE no se especifica cómo se financiarían estas 'maravillas' sociales, que incluyen incluso la sanidad bucodental universal, o sea, dentista gratis para todos. Según los profesionales del ramo, esta medida supondría un gasto de más de 20.000 millones de euros en tres años, imposible de financiar. Tampoco hablemos, para no amargarle el día a nadie, de la política impositiva que tiene prevista el Gobierno de Sánchez y que solo refleja las subidas de impuestos que ya intentó la pasada legislatura.

Fotografía Pedro Sánchez con Nadia Calviño en segundo plano / EFE
El presidente en funciones, Pedro Sánchez. / EFE

Dicho esto, avancemos hasta la tercera estación. Los equipos negociadores de PSOE y UP han vuelto a sentarse para verse las caras. Pero surgen en paralelo distintas teorías que cambiarían el resultado final de un posible pacto. Una de ellas es que Unidas Podemos ofrezca 'gratis' la investidura. Decisión 'salomónica' que desatascaría el bloqueo político pero que a Sánchez no le satisface ya que representaría, si no hay un acuerdo previo firmado, un verdadero tormento a la hora de gobernar sin apoyos, teniendo además a UP en el papel de férrea oposición por el flanco izquierdo.

Lo malo para Sánchez es que si el rey Felipe VI llama a consultas a todos los partidos y las cuentas de los apoyos al candidato del PSOE salen (UP, PNV, PRC, ERC), el Jefe del Estado podría verse obligado a proponer su investidura, aunque los apoyos del partido de Iglesias solo fueran para esa ocasión, y el nuevo presidente se quedara después gobernando con el escaso respaldo que ahora tiene de sus 123 diputados.

Cuarta y última estación. Lo que más ha determinado la relación de Sánchez e Iglesias en estos meses ha sido, según sus propias palabras, la "desconfianza". Pues bien, esa falta de confianza entre uno y otro podría a la postre ser el 'pegamento' que más les uniera, dados los temores de ambos. Vayamos por partes. El líder del PSOE no se fía de que el líder de UP le dé su apoyo sin firmar un pacto, porque eso significaría que queda liberado para hacer una oposición dura, como ya hizo en la comparecencia de Carmen Calvo para hablar del Open Arms. Sánchez quiere atar en corto a su temido socio para evitar sustos en un futuro en el que la función de gobernar no será nada fácil.

Por su parte, Pablo Iglesias podría aceptar al final un pacto con el PSOE porque no se fía tampoco de Sánchez, sobre todo de que no acuda a los partidos de derechas para firmar acuerdos o leyes que no gustarían nada a UP. Es un posibilidad muy real ya que Sánchez no se ha cansado de solicitar estos meses el respaldo de PP y C’s para la investidura, y con ellos ya firmó en su primera época en el gobierno más de un acuerdo. Esta desconfianza mutua, bien gestionada y bien pactada, podría ser la que ofreciera mayores garantías de un acuerdo final que desbloqueara la investidura. En ocasiones, tu peor enemigo puede ser tu mejor aliado si él siente tu mismo pánico.

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