En mi molesta opinión

La estrategia de Feijóo para desactivar el ‘sanchismo’ y al propio Sánchez

sanchez feijoo
La estrategia de Feijóo para desactivar el ‘sanchismo’ y al propio Sánchez.
Europa Press

De lo que es capaz Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España todo el mundo lo tiene más o menos claro. Es decir, todo el mundo lo ha visto o lo ha leído o, incluso, lo ha sufrido en sus propias carnes de algún modo. Su larga lista de líos y enredos políticos empezó unos meses antes de las elecciones de 2019 con su famoso “no podría dormir tranquilo con Iglesias en el Gobierno”. Poco tiempo después, Iglesias no sólo estaba en el Gobierno sino que era vicepresidente del mismo. Y Sánchez empezaba a dar muestras de cuál sería su estilo de liderazgo y su gran capacidad de decir un día una cosa y al día siguiente la contraria, lo que lejos de la política se entiende como mentir, y dentro de ella se emplea el eufemismo “cambiar de opinión”.

Sánchez ha cambiado muchas veces de opinión pero siempre ha mantenido su estilo inconfundible de no dejarse amedrentar por las circunstancias o por la realidad de sus deseos, incluido el Falcon, el helicóptero y el Audi, en un perpetuo reinvento del ahorro energético para los demás, y del “marxismo” de los hermanos Marx para sí mismo: “Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”. Lo malo es que los otros principios son peores que los primeros. Lo menos malo es que los objetivos de Sánchez siempre han estado claros y bien apuntalados a su izquierda o a su extrema izquierda, sin olvidar sus damas de compañía: ERC y Bildu; pero todo ello muy lejos de esa socialdemocracia que para el “sanchismo” militante supone un excesivo centrismo poco radical.

Por su parte, Alberto Núñez Feijóo busca “un centro de gravedad permanente que no varíe lo que ahora piensa de las cosas de la gente”, un centrismo sujeto al equilibrio de la derecha y de la izquierda pero muchas veces incómodo y otras tantas incomprendido. Feijóo se muestra duro con Sánchez pero manteniendo un respeto por el cargo y la institución y, sobre todo, huyendo del cuerpo a cuerpo que busca denostadamente el líder del PSOE, porque necesita un enemigo al que enfrentarse y hacerse fuerte desde la autoridad que otorga el poder.

El líder de la oposición, en cambio, es consciente de que siempre está disminuido por las circunstancias de esa misma falta de poder, y que las elecciones siempre las pierde el Gobierno. Lo que no significa que haya que esperar a ver pasar el cadáver de Sánchez por la calle Génova. Y es ahí donde Sánchez -al más puro estilo King Kong- quiere entrar a matar y descolocar al ‘nuevo’ PP y a su líder para que no haya una alternativa que le haga sombra. Mientras tanto, el presidente está solo en el cuadrilátero buscando enemigos con los que ajustar cuentas, y como no “pica” Feijóo va tentando la suerte de los bancos o de las energéticas para ver si ellas le dan el esplendor populista que tanto ansía. De momento, intenta mantener a la parroquia de la izquierda en tensión pero sin ilusión.

"Si protestan, es que vamos en la buena dirección”, afirma un Sánchez que busca intimidar a los fuertes cuando él no es capaz de levantar un palmo la economía del país. El kit de magia Borrás que Sánchez se ha comprado para mejorar los problemas incluye otros viejos trucos como el de la corbata de goma -ahora me la quito, ahora me la pongo- y mientras tanto consigo que los votantes no se fijen en los últimos datos del empleo, los peores de estos últimos veinte años. No nos dejemos liar por el juego de la pajarita o la corbatita y otras engañifas que practica un presidente acorralado y perdido ante la cruda realidad de los datos y la inflación, y así despistar la atención de los problemas reales. La próxima gran idea de este Ejecutivo cautivo por la economía será que nos duchemos en pareja para ahorrar agua caliente.

La aparente serenidad de Núñez Feijóo no siempre es bien recibida ni bien entendida. Los hay que piensan que debería sacar más el látigo y tener una mayor confianza en sí mismo y en las posibilidades del centro derecha, en ser algo más que el botiquín económico de los problemas y los errores de la izquierda. Y eso es en parte lo que muchos le demandan pero seguro que más aún le demandarán a Feijóo cuando esté en La Moncloa: ¿cómo desmontar los tejemanejes legales y políticos, los judiciales, los financieros, y un largo etc. de abusos falsamente democráticos que se están construyendo en estos turbios tiempos de falsas ideologías de género?

El líder del PP está jugando a hacer amigos por el lado del socialismo moderado, pero de vez en cuando debería dejar claro cuál será su actitud y qué será capaz de hacer cuando gobierne, con la esperanza de lograr bastante más que lo que hizo en su día el “quietista" Rajoy, que se limitó a limpiar las horribles cuentas de ZP pero se tragó todos los sapos y culebras que le dejó por el camino el desnortado y mencionado Zapatero. Feijóo tiene la obligación de demostrar y de vender de qué es capaz el centro derecha que él representa, de sus ideas, de sus cualidades, de sus progresos en todos los ámbitos incluida la cultura y la educación. No se trata de competir con nadie, ni con Vox ni con el PSOE, sino de diferenciarse mostrando propuestas e ideas.

Si el centro derecha sólo se limita a que las cuentas cuadren se convertirá en el contable de emergencia para cuando la izquierda derrape y pierda el norte de la economía. De un candidato a presidente cabe esperar algo más, no basta con torear a Sánchez, tiene que vender ideas y entusiasmar a una sociedad cada día más deprimida y más desesperada por la falta de propuestas y de ilusiones. Es la economía, pero no solo la economía.

Mostrar comentarios