OPINION

La inhabilitación de Torra deja a ERC y a Sánchez al borde del precipicio

El presidente de la Generalitat de Catalunya, Quim Torra, durante la celebración de la segunda sesión plenaria en el Parlament, en Barcelona (España), a 12 de diciembre de 2019.
El presidente de la Generalitat de Catalunya, Quim Torra, durante la celebración de la segunda sesión plenaria en el Parlament, en Barcelona (España), a 12 de diciembre de 2019.
David Zorrakino - Europa Press

Será interesante ver cómo Pedro Sánchez es capaz de atender (y resolver) tantos y tan complicados frentes que ha ido abriendo para lograr su estrambótica y arriesgada investidura. Por su izquierda tiene a los 'ahora' dóciles y moderados neocomunistas que mientras esperan su cargo en el nuevo Gobierno ponen cara de hermanitas de la caridad, no sea que empiecen a salivar más de la cuenta y se les vea el 'hambre' antes de tiempo.

Pero no nos engañemos, el escorpión siempre acaba hincando el aguijón -es su naturaleza- y la extrema izquierda siempre acaba actuando según su ideario -es su ideología-. ¿Qué hará Pablo Iglesias cuando pasen tres meses y el antojo del coche oficial ya no sea tan divertido y el cuerpo le pida marcha comunista? Salvo que el chalé de Galapagar y la 'realpolitik' con sus moquetas y encantos obren el milagro de la conversión burguesa-liberal en el líder de Podemos, algo escandaloso pero no imposible, asistiremos a un duelo de poder a vida o muerte entre Pedro y Pablo.

Aunque el triple salto mortal de Sánchez llega con el pacto con ERC. Según el escueto papel que informa del acuerdo, se creará una mesa bilateral -y de carácter extraparlamentario- entre el Gobierno de España y el 'Govern' de la Generalitat “para la resolución del conflicto político”. Que en España hay montado un buen lío, está más que demostrado, y que hay que desactivarlo y regresar a la senda de la normalidad, sería lo aconsejable. Lo malo es el precio que Sánchez está dispuesto a pagar por ello.

Es de una gran gravedad democrática, y nos lleva a la sospecha de que algo raro se está cociendo, cuando después de tanto tiempo el presidente en funciones y candidato a la investidura sigue sin dar información ni explicaciones sobre los acuerdos y los pactos que está cerrando con ERC. La mayoría de españoles puede aceptar que se exploren vías de solución con Cataluña, lo único que se exige es claridad y transparencia, saber qué deciden y a qué precio. De momento sólo sabemos que habrá una mesa entre gobiernos y una consulta, que suena a referéndum encubierto, sobre los futuros pactos que empezarán a negociarse -según el comunicado- 15 días después de la formación del Gobierno de España.

Sin embargo, la clave de esta mesa de negociaciones no la tiene sólo Junqueras y ERC, sino Puigdemont y JxCAT, que desde la distancia valorará que le interesa más a él; y si las cosas no le gustan puede apretar el botón de nuevas elecciones autonómicas y dejar a Junqueras y a los de Esquerra en mitad del río, con su posible castigo electoral. Aunque el independentismo es consciente de que la oportunidad de diálogo que tienen con Sánchez no la tendrán con otros gobiernos, la última decisión de la Junta Electoral de inhabilitar a Quim Torra torpedea de lleno el posible acuerdo y complica las cosas en grado máximo.

La reacción de ERC es fundamental y muy delicada, y sin duda hará saltar el tablero de juego por un lado o por otro: o rompe con el PSOE por la decisión de la Junta o rompe con JxCAT y el independentismo más radical y deja de hacer frente común ante la inhabilitación de Torra. Junqueras desde la cárcel tiene que valorar que es lo que más le conviene a él y a su partido en estas horas tan tensas, pero en Cataluña no se entiende fácilmente que un presidente de la Generalitat pueda ser inhabilitado, aunque haya motivos para ello.

No quiero ser pesimista, y me alegraría de lo contrario, pero el rocambolesco escenario de pactos que está organizando Pedro Sánchez tiene todas las papeletas para terminar en fracaso. Ahora se entienden mejor las prisas por iniciar la sesión de investidura, los socialistas conocían o se olían los peligros adyacentes que podían torpedear su objetivo, pero a pesar de ello hay tiempo para la reacción. La pelota está en el tejado de ERC y en la cárcel de LLedoners, ahora veremos el interés real que tienen los de Esquerra Republicana de avanzar por la senda de la negociación y si anteponen los 'apoyos' y posibles acuerdos con el PSOE a la opinión y el apoyo de la sociedad catalana. Tendrán que valorar cuál es el precio de una u otra decisión, porque gratis no hay nada.

No olvidemos que cuando en octubre de 2017 Puigdemont dudaba entre proclamar la independencia unilateral o convocar elecciones autonómicas, como le sugirió Rajoy, el diputado de ERC, Gabriel Rufián, escribió en Twitter un mensaje simbólico: "Todo por 155 monedas de plata", jugando con los términos de la aplicación del artículo 155 y las monedas del traidor Judas. Ahora la situación y la presión cambian de bando, y los que pueden quedar como traidores son los del partido de Rufián, Esquerra Republicana, si optan por seguir con la negociaciones con los socialistas, en lugar de alinearse con la indignación del separatismo y de Puigdemont y JxCAT por la inhabilitación de Torra.

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