OPINION

La política es como el fútbol, importa más ganar que jugar bien

Fotografia Pedro Sánchez
Fotografia Pedro Sánchez
EFE

Hace unas semanas, pongamos no más de ocho, los analistas de la política española osábamos escribir sobre los problemas de la izquierda en general y del PSOE en particular. De su necesidad de regenerarse ideológicamente; de su falta de ideas y criterios capaces de entusiasmar al electorado para mejorar sus resultados en las encuestas y en las urnas. Desde hace quince días, el PSOE gobierna en España y sus problemas parece que ya no existen, que ahora las complicaciones sólo las tiene el centro derecha.

De ello se deduce, que en política ocurre lo mismo que en fútbol, que no es tan importante jugar bien como ganar, aunque sea en el último minuto y de penalti dudoso. Pedro Sánchez ha conseguido su mejor "gol", llegar a la presidencia de manera expeditiva con un equipo limitado y anodino, que según las encuestas no tenía expectativas de conseguir un triunfo electoral, sino más bien lo contrario.

La política, como la vida misma, la determinan tantos factores, la mayoría de ellos imponderables, que los resultados finales casi siempre se escapan de las manos de sus protagonistas. Sí, todo ha sucedido de manera muy democrática, pero también vertiginosa e inesperadamente. ¿Qué puede suceder a partir de ahora? Pues que los mismos problemas sigan existiendo en cada partido –en el PP algunos más-, pero se afronten de manera totalmente distinta.

Para el PSOE, los recursos escénicos y de poder han cambiado tanto que corren el riesgo de olvidarse de que hasta hace muy poco eran un partido en peligro de muerte, superado en las encuestas incluso por Ciudadanos y Podemos. Sin embargo, su estrella social y mediática ya es otra. Ahora veremos si son capaces de aprovecharla para brillar o para estrellarse. En sus primeros pasos como Gobierno ha tenido más luces que sombras, pero sus problemas aunque han variado no han desaparecido, y debe gestionar un Ejecutivo con escasos apoyos y un Parlamento muy fragmentado, en el que sólo ostenta 84 diputados.

Hay otra cuestión primordial que también ha cambiado: su gran rival –el PP- ha entrado en fase de grandes turbulencias internas, al tener que elegir un nuevo líder y reorganizar el partido. Una circunstancia vital que puede servir para regenerar a fondo un PP anquilosado con gran necesidad de aires nuevos y frescos que hagan olvidar la corrupción. Si se aprovecha la oportunidad, si los enfrentamientos no van a degüello aunque sean serios y duros, si son realmente desafíos de ideas y proyectos, y no tanto duelos personales, sin revanchismos cainitas, podrán salir reforzados de esta dura prueba de cara a las elecciones de 2019 y 2020.

Los candidatos a las primarias del PP son oficialmente siete, aunque sólo hay tres con claras posibilidades, al menos en principio. No olvidemos que en estos tiempos excéntricos todo sucede al revés de lo previsto, y Núñez Feijóo es el último ejemplo. El futuro del centro derecha español está en manos de Santamaría, Cospedal o Casado. La primera, es la que más experiencia parlamentaria y de gestión tiene. Pero carece de grandes apoyos en el partido, algo que sí posee Cospedal, aunque tampoco tiene tantos como algunos dicen.

A Santamaría la temen sus rivales (PSOE, C´s, UP) por su habilidad dialéctica y porque su ideología es versátil y transversal, y no produce grandes rechazos en sectores del centro izquierda. A diferencia de Cospedal que es la que mejor encarna las esencias de la derecha más firme. Esta última ha tenido algunos encontronazos en directo y en diferido con algunos corruptos del partido, y su relación con la prensa tampoco es demasiado fluida. La gran ventaja de ambas es que son mujeres, y esto hoy en día cotiza mucho, incluso en el centro derecha.

Pablo Casado es el tercer candidato con posibilidades reales de ganar. Quizá por ello le están buscando las cosquillas con su máster universitario. Algo que no sucede con otros políticos de la izquierda, ¿por qué será? Tal vez por su joven edad y su gran capacidad dialéctica; tal vez por tener claras y sin complejos sus ideas liberales; tal vez por ser otro Macron como Rivera que no se pliega ante la soberbia progresista. Casado encarna de manera algo más clara la regeneración del Partido Popular, aunque quizá su escasa experiencia en puestos de mando sea su talón de Aquiles, en un partido que necesita de la juventud pero que se alimenta mucho de la veteranía de sus votantes.

De aquí al 20 o 21 de julio, fecha del Congreso extraordinario del PP, deberemos conocer qué piensan los candidatos. ¿Qué idea tienen del Estado y de la Constitución? ¿Qué proyectos para el futuro de España? ¿Qué Partido Popular quieren para el siglo XXI y qué les caracterizará frente a la izquierda y frente a Ciudadanos? Aunque al final, todo quedará reducido a sus posibilidades reales de vencer en las urnas más que de convencer con sus ideas y discursos. Como en el fútbol, triunfos son amores, y lo demás excusas de perdedores.

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