En mi molesta opinión

Los Pujol-Ferrusola o cómo destruir una familia por amor al dinero

El clan Pujol
El clan Pujol en imagen de archivo.
L.I.

Qué tiempos aquellos en los que Jordi Pujol era distinguido por el diario 'ABC' con el pomposo y paradójico título de "Español del año". Han pasado más de 35 años de aquella fecha, y a Pujol y a España ya no les reconoce ni la madre que les parió, como diría Alfonso Guerra -ex vicepresidente socialista- que fue quien alumbró y vaticinó en los años ochenta esa transformación radical de unos y de otros. Sin embargo, el gran problema de Jordi Pujol es que no supo cambiar sus malas costumbres "financieras" a tiempo.

En concreto, no supo cambiar su gran afición a hacerse rico, involucrando en ello a toda la familia, incluso al precio de arriesgarse a cruzar la línea de la legalidad. Digo esto, porque don Jordi ya tuvo con anterioridad una "traumática" experiencia con el dinero, fue en Banca Catalana, entidad financiera que creó junto a su padre -el abuelo Florenci- y otras personas de sectores económicos variados. El proyecto de Banca Catalana empezó a hacer aguas en 1982, y Pujol, que ya era presidente de la Generalitat y líder de Convergencia i Unió, lo pasó muy mal esos años ochenta intentando esquivar las posibles responsabilidades en el fiasco financiero del banco familiar. Pero no escarmentó y su afición por el vil metal no menguaría, como más tarde se ha comprobado.

Es más, cuando la prensa nacional, la de Madrid, en concreto 'Diario-16' apuntaba en sus portadas de aquellos años a la cabeza de Pujol haciéndole responsable de las irregularidades de Banca Catalana, el muy honorable president de la Generalitat montaba en cólera en su despacho de la plaza Sant Jaume, y cogía al día siguiente el puente aéreo para ir a Madrid y verse cara a cara con Alfonso Guerra y 'cantarle las cuarenta'. Pujol advertía/amenazaba a los nuevos 'amos' del poder de Madrid, los recién llegados socialistas, que si querían tener la fiesta en paz debían respetar a Cataluña, es decir, no debían de meterse con Jordi Pujol, que ya por entonces se proclamaba como la personificación de Cataluña… ¡Ah, y además consiga que los de 'Diario-16' dejen de escribir barbaridades contra mí y Banca Catalana!

Fue a partir de entonces cuando Pujol empezó a idear y pergeñar su proyecto nacionalista-separatista, el conocido 'Plan 2000', que se basaba en la 'nacionalización' -control de acceso y funcionamiento- de todos los ámbitos claves de Cataluña, desde el cuerpo de funcionarios autonómicos, los profesores, los inspectores de educación, los jueces y fiscales, los empresarios… y por supuesto, todo el entramado de la comunicación y el periodismo catalán. Fue justo en verano de 1988 cuando Pujol entregó a sus consejeros de la Generalitat el programa 'oculto' del nacionalismo catalán, que debía empezar a ejecutarse en toda la sociedad catalana de una manera natural y sin estridencias, aparentando que todo el movimiento surgía de la base social, y no estaba teledirigido por los intereses de Pujol y CiU.

Pero la codicia es muy traicionera, y el ex president de la Generalitat y sus adláteres más fieles idearon algo más que el 'Plan 2000', idearon un sistema de captación de pagos ilegales para financiar al partido -Convergencia- y de paso enriquecer a la numerosa familia Pujol-Ferrusola. Cuesta entender, al menos a ojos de hoy día, como todo un mito de Cataluña, con estatuas suyas en las calles, que sin duda demostró grandes dotes políticas y de estadista, y que consiguió una gran prosperidad para la región que él gobernaba, se dejará cegar tanto por el dinero, y en lugar de preferir pasar a la Historia como un gran prohombre eligió pasar por Andorra y alimentar sus cuentas secretas con el dinero de comisiones ilegales. Todo esto deberá demostrarlo el magistrado José de la Mata, pero de momento ya ha ordenado sentar en el banquillo a toda la familia Pujol-Ferrusola acusada de organización criminal.

Fue en julio de 2014 cuando el expresident reconoció en un comunicado enviado a varios medios haber ocultado a la Hacienda Pública durante 34 años "un dinero ubicado en el extranjero", según sus afirmaciones procedente de su padre Florenci Pujol. En ese comunicado lamentaba no haber encontrado nunca el "momento adecuado" para la regularización de esas cantidades y pedía perdón a la opinión pública. En esas fechas fue cuando el mito Pujol empezó a desmoronarse. Y también fue entonces cuando decidió que los huevos de la serpiente independentista que había estado incubando con el 'Plan 2000' debían eclosionar, y así provocar con el ruido del separatismo catalán una gran controversia que minimizara o tapara en gran medida sus múltiples corruptelas económicas.

Cuatro meses después, noviembre de 2014, su fiel y heredero político Artur Mas organizó el primer referéndum ilegal sobre el futuro político de Cataluña. La huida política hacia adelante del nacionalismo-separatista creado por Pujol era descabellada pero era la única opción antes de caer en las manos de la Justicia. Había que intentar cualquier estrategia antes que asumir el enriquecimiento por el cobro ilegal de comisiones. La caja de Pandora ya estaba abierta.

Es cierto, que a día de hoy todavía hay que aplicarle a Jordi Pujol y a su familia la presunción de inocencia, pero el auto de 509 folios del juez De la Mata demuestra que se desconoce la procedencia de parte del patrimonio que ha ido amasando la familia durante más de tres décadas, y que existen indicios sólidos que acreditan que no provienen, como han alegado durante la instrucción los Pujol Ferrusola, de la herencia familiar que les dejó el abuelo Florenci Pujol Brugat, el padre del expresidente catalán.

Sorprende, o al menos cuesta entender, que un "austero" hombre que lo tenía todo para vivir bien, incluido el reconocimiento en vida de sus conciudadanos, y que podía haber pasado a la Historia como un gran político, lo haya dilapidado todo, incluso el futuro y el honor de su familia, por tener algo más de dinero del que podría gastar en vida. Uno de los problemas del dinero es que lo estimamos más de lo que vale.

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