OPINION

Lucha de relatos entre políticos para explicar lo inexplicable

Pedro Sánchez Pleno Congreso
Pedro Sánchez Pleno Congreso
EFE

Cuando gobierna la derecha, la izquierda más activista afina la puntería y no se detiene ante nada para crear un buen relato sobre los errores de la gestión y así hacerles responsables de todo lo sucedido. Ya sea el Prestige, el 11-M, la crisis del Ébola, etc. En cambio, cuando gobierna la izquierda, las engrasadas terminales mediáticas progresistas y el departamento de propaganda de Moncloa se afanan en encontrar otro buen relato para cargarle también a la derecha -recortes en sanidad, buitres que sólo saben criticar- el 'muerto' de la mala gestión que ha podido hacer el Gobierno de izquierdas. En definitiva, a la derecha, cual payaso bobo, siempre le caen las tortas, haga lo que haga.

Pero qué se puede hacer hoy día con un país sumido en el dolor y el confinamiento, y que además le ha pillado la catástrofe con el Gobierno más débil y más dividido ideológicamente. La tensión dentro del Ejecutivo se puede cortar con cuchillo. Por un lado están los que quieren racionalizar el gasto y se enfrentan a los que quieren todo tipo de dispendios salvavidas, cueste lo que cueste, aunque no tengamos pasta para pagarlos. Luego están los que quieren más protagonismo y poder (Pablo Iglesias, Carmen Calvo) y los que sueñan con salir corriendo (Salvador Illa) pero que no se van porque no saben cómo despedirse.

El gran problema para Pedro Sánchez será justificar el 8-M. Un Gobierno socialista-comunista entretenido en su propaganda y especializado en declarar todo tipo de emergencias y alertas -emergencia ecológica, emergencia feminista, alerta antifascistas, etc.- y cuando llega la emergencia de verdad, la más importante y grave que afecta a toda la sociedad, no la ven venir. Es cierto que el nivel de la desgracia es descomunal. Y que hace un mes muchos ciudadanos pudieron equivocarse restándole peligro a la epidemia. Eso entra dentro de lo lógico y lo normal, dada la información oficial.

Lo que no es tan normal ni lógico es que todo un Gobierno de España, con todo el aparato técnico y de expertos del que dispone, de asesores, de infraestructuras, de poder y de dinero, no ejerza de vigía de la sociedad y se adelante a prever los posibles problemas que se avecinan cuando las barbas del vecino ya se están viendo pelar. ¿Para qué está entonces el Gobierno? 

En un alarde de sinceridad, el ministro Duque dijo hace unos días que: “Los investigadores españoles empezaron a trabajar de forma intensa en cuanto se conoció esta enfermedad durante el mes de enero. Ya el 2 de febrero tuvimos una reunión con los profesores Enjuanes y García Sastre, este último trabaja en Nueva York, para asegurar que tengan las máximas facilidades, así como todos los medios necesarios”. Y entonces, ¿por qué se minimizó el problema en febrero y principios de marzo, y no se tomo en serio la gravedad del mismo hasta el 9 de marzo, un día después de las manifestaciones?

El mismo ministro Illa ha reconocido que la situación de los contagios se agravó la ultima semana de febrero. Y entonces, ¿por qué nadie advirtió del peligro real que se cernía sobre España y todos corrieron a manifestarse el 8-M como si no hubiera ningún riesgo? Es lo que la mayoría de españoles no consigue entender ni aceptar. Sería de gran ayuda para calmar los ánimos que el presidente despejara las dudas que esta situación genera con datos claros y precisos. Aunque parece que los errores del principio no afectan a nadie. Incluso Fernado Simón, coordinador sanitario de emergencias, se equivocó varias veces con sus predicciones, pero hoy sigue como si nada comandando e informando todos los días. Su credibilidad está quemada y sería bueno que diera un paso al lado para no perjudicar la labor y la imagen del Gobierno.

Más situaciones anómalas. El Gobierno se equivocó con la compra de material sanitario, en concreto con la empresa que distribuía los test. ¿Por qué no se recurrió a empresarios españoles expertos en comercio chino, como Amancio Ortega y Pablo Isla, de Inditex, que tienen más de medio millar de tiendas abiertas en China? Aunque ellos son los más fuertes, hay otros muchos que también conocen como la palma de su mano ese peculiar mercado asiático. Quizá no quedaba bien recurrir a la ayuda privada después de hacer apología de lo público. Y mucho menos recurrir a Amancio Ortega tras las múltiples e injustas críticas vertidas por Pablo Iglesias contra él, por sus donaciones a la sanidad. Sin olvidar que muchas de las compras hechas ahora no llegarán a España hasta finales de abril o principios de mayo.

Nadie cree que el Gobierno actúe con desinterés o mala fe, sólo que se percibe cierta inoperancia y descoordinación ante la magnitud del problema. Otra cuestión incomprensible es que el presidente Sánchez no se comunique con el líder de la oposición, cuando debería estar hablando a diario con él por el bien de todos. Además, este gobierno de progreso que debe gestionar la mayor crisis sanitaria y económica de los últimos cincuenta años, intenta despejar las críticas construyendo un relato fustigador contra la presidenta de Madrid, Díaz Ayuso, como si los errores de ella blanquearan los suyos. Esto no va de izquierdas o derechas, sino de eficacia y de transmitir seguridad y garantías a la población.

Como dijo Felipe González cuando gobernaba en aquellos felices años ochenta, echando mano de un proverbio que aprendió, precisamente, en su viaje a China del propio líder supremo, Deng Xiaoping: “Gato blanco, gato negro, da igual; lo importante es que cace ratones”. De momento, hoy en España los únicos ratones somos nosotros, los ciudadanos enjaulados; y ellos, los políticos, pelándose como gatos en celo.

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