En mi molesta opinión 

No pienses en un elefante, ni tampoco en Isabel Díaz Ayuso…

Ayuso en el Zendal
No pienses en un elefante, ni tampoco en Isabel Díaz Ayuso…. 
Europa Press

Cuando saltó la noticia de que Pablo Iglesias dejaba la vicepresidencia del Gobierno para presentarse a las elecciones autonómicas de Madrid, todo el mundo esbozó una sonrisa pensando que los fabricantes de ‘fake news’ se habían pasado de rosca. Cuando se confirmó la noticia, todo el mundo tragó saliva y pensó que la campaña iba a ser un duelo a muerte en el OK Corral madrileño entre Díaz Ayuso e Iglesias. A priori parecía un combate interesante: la pantera de la Puerta del Sol contra el leopardo de Galapagar -antes de Vallecas. Pero he aquí que van pasando los días y los disparos más sonoros contra Díaz Ayuso no salen de la boca ni del revolver de Iglesias, sino de su ex socio Pedro Sánchez.

¿Qué está pasando? ¿Qué ocurre en Madrid para que el mismísimo presidente del Gobierno descienda de su Olimpo monclovita y se enfrente a una presidenta autonómica? Lo que sucede es que ni Pedro Sánchez ni Iván Redondo se fían de su candidato, el bueno de Gabilondo, por algo se llama Ángel; y por otro lado, temen -y mucho- a la respondona y pérfida Díaz Ayuso, que no se corta un pelo a la hora de desenfundar la lengua y disparar contra Sánchez y todo su Gobierno. Pero a pesar de lo que digan o maldigan los ‘spin doctors' que trabajan en el sótano de Moncloa, Gabilondo tiene un mensaje que llega mucho más al electorado que los tópicos y típicos ataques de Sánchez contra Ayuso. No obstante, Gabilondo fue el político más votado en la últimas elecciones.

Sin embargo, la prepotencia de creer que por haber llegado a La Moncloa ya lo sabes todo y lo puedes todo, te puede llevar a cometer graves errores como, por ejemplo, el fiasco murciano de montar una moción de censura y salirte el tiro por la culata. Otro gran error de Sánchez es convertir a Isabel Díaz Ayuso en un mito de la derecha, quizá sea demasiado lo de mito pero sí en un mirlo, un mirlo blanco, que gracias al señalamiento “sanchista” destaca entre los demás líderes.

Nunca sabremos quien tiro la primera piedra en este desamor desaforado que tanto practican Isabel y Pedro, pero está claro que, al menos, fue él quien le siguió la corriente, y no desaprovechó las ocasiones para meterle a ella algún codazo verbal. La visita oficial (parecía casi de Estado) que hizo Sánchez a la Puerta del Sol, fue una victoria de imagen que aprovechó mucho mejor Díaz Ayuso. El presidente del Gobierno acudía en plan paternalista al rescate de una presidenta en apuros, y se encontró con una líder que se puso a su mismo nivel. Desde entonces, los ataques indisimulados de Sánchez no han cesado.

El último ha llegado hace tres días vía Senegal. En su visita oficial Sánchez disparó a bocajarro contra Ayuso poniendo en duda que las cifras de contagios que ofrece la Comunidad fueran ciertas. Primero lo dejó caer en una conversación informal con periodistas, luego lo repitió de manera más oficial (y grave) en una comparecencia con el presidente de Senegal. Díaz Ayuso, que no pierde ocasión, contraatacó duramente: “El presidente ha hecho de la mentira una forma de vida”. Lo que no sabía Sánchez es que este ataque también le iba a salir mal, y no sólo por la réplica furibunda de la presidenta de Madrid. Fernando Simón, el mandamás en el control de cifras, preguntado por la prensa al día siguiente, dijo que: “No creo en absoluto que Madrid esté falseando los datos”. Una rectificación que salva a Ayuso y confirma que Sánchez está muy desesperado con ella.

Ese malestar obsesivo del presidente del Gobierno con Ayuso, le lleva a cometer algunos excesos políticos contra Madrid -que en el fondo agradece la presidenta. Si el pez grande se mete con el pequeño, y este no se achanta, a los ojos de los demás se engrandece el pequeño. Cuando Sánchez, sobre todo, y otros miembros de su Ejecutivo sacan a pasear sus ataques contra el aperturismo madrileño de barra y mantel, y contra su presidenta que es muy mala porque permite abrir hasta las once de la noche los bares y los restaurantes, lo único que consiguen en realidad es crear un ‘marco mental’ que favorece a Díaz Ayuso. Un ‘marco mental’ en el que ella se sitúa como la gran protagonista y, a la vez, como la gran defensora de la libertad, al menos de la comercial, que no es poca cosa en estos tiempos de tantas restricciones.

Ya saben, George Lakoff y su teoría del marco mental. Lakoff entraba en clase y les decía a sus alumnos de ciencias cognitivas: -“Intenten no pensar en un elefante”. Pero claro, con sólo pronunciar la palabra “elefante” era imposible evitar el marco referencial de una larga trompa, unas grandes orejas, unas patas muy gruesas… Cuando alguien critica o habla mal de alguien, lo primero que hace es recordarnos a esa persona, enmarcarla, más allá de sus cualidades o defectos. Los políticos, que la mayoría son como los elefantes, tienen una piel muy gruesa para las críticas o insultos, pero si los saben manejar potencian su imagen. Cada vez que Sánchez maldice a Ayuso, no sólo se activan los votantes de la derecha, también los detractores de Sánchez y los críticos con la no gestión de la pandemia, y por supuesto todos aquellos que no están en la onda pero votan el 4-M y el nombre de Díaz Ayuso les suena mucho, no saben si para bien o para mal pero les suena, tanto como el de Sánchez. Aunque claro, Sánchez no se presenta a las elecciones de Madrid y Ayuso sí.

Vivimos tiempos complejos y surrealistas que en muchas ocasiones también pueden parecer cínicos. Pero no hay nada nuevo bajo el sol, ni siquiera las teorías de Lakoff. El gran Dalí ya tenía claro en su época de apogeo que lo mejor era “que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí; aunque confieso que me gusta que hablen mal porque eso significa que las cosas me van muy bien”. No sé si hoy las cosas le van bien a Díaz Ayuso, pero si Sánchez sigue “apoyándola” tanto, el 4 de mayo seguro que no le irán nada mal.

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