En mi molesta opinión 

La polarización de los políticos provoca la ‘fatiga informativa’

Ayuso y Sánchez
La polarización de los políticos provoca la ‘fatiga informativa’. 
EFE

La polarización de los políticos provoca la ‘fatiga informativa’

Por si no tuviéramos suficiente jaleo mental con el guirigay informativo que los medios nos ofrecen todos los días con la terrible e interminable pandemia de la Covid-19, ahora llega a nuestras pantallas un nuevo “aliciente” periodístico que hará las delicias de los adictos a la polarización: De los productores de “La política es el arte de ocultar la verdad e insultar al rival”, presentamos la ansiada -para ellos- precampaña de la campaña de unas elecciones a la Comunidad de Madrid que nadie esperaba pero que ya están aquí. Gracias a Pedro Sánchez y a Isabel Díaz Ayuso estos comicios se disputaran en clave nacional para tensar un poco más el ambiente político-social, dificultando la gobernabilidad en todos los niveles y, de paso, entorpecer la recuperación económica, así como la sanitaria.

Muchos pensarán que la responsable de este exceso es Ayuso por convocar elecciones el 4 de mayo. Otros, creerán que la culpa es de Sánchez y Arrimadas por urdir la madre de todas las mociones de censura en Murcia y poner las barbas del PP a remojar. Sea por lo que fuere, la realidad es que no queríamos un taza de caldo y ahora nos vamos a tomar dos. Algunos opinan que tampoco es para tanto, que en Cataluña se celebraron las autonómicas el 14 de febrero y no hubo ningún cataclismo social ni pandémico, tanto es así que incluso muchos hacen votos para que se repitan dentro de unas semanas, si nadie consigue que ERC y JxCAT sean capaces de llegar a un acuerdo.

Tan grave como repetir elecciones es que nadie respete los tiempos electorales, cometiendo una grave falta de consideración hacia el elector. Ya hay bastante saturación informativa y política todos los días como para subir la intensidad del diapasón de las agresiones verbales cuando no toca. Las campañas electorales se han hecho por algo y para algo: por no cansar y no atosigar en exceso a los ciudadanos que han de votar con cierta serenidad de ánimo, y para delimitar un espacio de tiempo que dé salida a toda la verborrea de los candidatos y los partidos. Pero eso de añadirle una precampaña a la campaña electoral es sólo apto para masoquistas sin reparos.

Una precampaña que traerá más de lo mismo y no nos servirá para aclarar nada ni descubrir algo nuevo, ni tan siquiera la inteligencia de unos políticos que carecen de ella y llevan meses demostrando que son incapaces de atender a las verdaderas necesidades de la población y que lo que más les importa son sus respectivas necesidades partidistas. Ya hemos visto en la Gran Vía de Madrid, inaugurando de este modo la precampaña, un enorme cartel con la cara del señor “Soso, serio y formal”, que corresponde al candidato Gabilondo.

El texto del mencionado cartel hace referencia a la famosa “foto de Colón”, que sirve de marco mental para que los votantes socialistas no se olviden del peligro que supone votar a Díaz Ayuso. En el otro lado, está Ayuso y su “Socialismo o libertad” que pretende revivir la “foto de la coalición Frankenstein” que engloba los pactos de Sánchez con la extrema izquierda, separatistas y “bilduetarras”. En medio, estamos todos los demás con cara de panolis y con la obligación de elegir entre “susto o muerte”. Pablo Iglesias también ha entrado en acción, y ha visitado su antiguo barrio, Vallecas, eso sí, camuflado en una sudadera negra para no parecer lo que ya es: un nuevo rico.

A pesar de que a los periodistas nos vaya la marcha y nos convenga el enfrentamiento político para, en teoría, ganar audiencia; la realidad es que cada día hay una mayor “fatiga informativa” en la sociedad, que puede deberse a una sobredosis de noticias que impactan por su sensacionalismo más que ilustran por su rigor, o también puede estar motivada porque los protagonistas de esas noticias se vuelven demasiado previsibles, es decir, muy tópicos, poco interesantes y nada edificantes. Los españoles que tengan un ordenador, un móvil, una televisión y más de treinta años, aunque no sean conscientes de ello, la información a la que están expuestos es muy superior a la que pueden asimilar.

A este síndrome de intoxicación informativa por exceso o defecto de forma, también se le conoce como “infoxicación”. En los últimos años ha aumentado de manera vertiginosa el acceso a la información y el número de fuentes, lo que aumenta el número de impactos informativos que recibimos todos los días, según estudios recientes, más de 3.000. Esta saturación informativa provoca parálisis en la capacidad analítica, haciendo que el receptor sea incapaz de procesar la mayor parte de la información que recibe y sacar conclusiones adecuadas. No olvidemos que basamos nuestros juicios en la información que recibimos, y si esta no la asimilamos correctamente ni podemos contrastarla, ello repercutirá en las decisiones que tomemos. Incluido el voto del 4 de mayo.

Ante esta “pandemia” de sobredosis informativa hay que recurrir al viejo axioma de “menos es más”: mejor tener una fuente fiable y ser capaces de asimilar bien su información, que leer diez noticias en poco tiempo, sin capacidad de análisis y retención. En definitiva, la alarma de la “fatiga informativa” se ha encendido y es un claro aviso para los medios de comunicación y también, sobre todo, para los políticos que nos bombardean con sus eslóganes con la insana intención de deslumbrarnos en lugar de alumbrarnos. Pero también es una advertencia para usted que se queja poco y paga muchos impuestos: elija bien sus “alimentos” informativos y sus dosis, porque si no corre el peligro de acabar siendo un correveidile de esos que poseen un océano de conocimientos pero con la profundidad de un charco. O como diría Oscar Wilde, para que el aviso suene mejor: “Hoy día, la gente conoce el precio de todo pero el valor de nada”.

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