OPINION

Puigdemont prepara una nueva trampa para provocar a Rajoy

N

o se hagan ilusiones. La batalla entre el secesionismo catalán y el Estado de derecho español sigue muy abierta. Aquí hay gato encerrado. O para ser preciso, hay una trampa saducea propiciada por Puigdemont con su imprecisa declaración de la república catalana. Los independentistas, incluido Pablo Iglesias, dicen que la propuesta del presidente de la Generalitat es un gesto de buena voluntad, de generosidad, ya que propone sentarse a negociar y suspende temporalmente la proclamada república.

Pero lo propone, y aquí está el veneno de la cuestión, sin cambiar su actitud secesionista y de igual a igual, de Estado a Estado, y sin condiciones. Vamos, que se trata de sentase a hablar de las escenarios que se deberían producir con la independencia formal. Si el Gobierno de Rajoy la rechaza, como parece lógico, quedará como el pérfido, el que no está por el diálogo, etc.

Hay que reconocer que el independentismo ha manejado muy bien su imagen y su propaganda. El 1-O es en realidad un 10-O. Y su famosa hoja de ruta sigue vigente y no ha llegado a su liquidación aún. Alguien piensa que después de tanta estrategia se van a rendir a las primeras de cambio. Tienen un plan previsto y lo que está sucediendo estos días forma parte de él.

La confusa proclamación de la república catalana estaba escrita y pronosticada desde mucho antes. Incluido el retraso de una hora y el paripé del enfado de la CUP. Ese mismo día 10-O, que supuestamente tanto debía indignar a los “cuperos”, hubo guiños de complicidad entre ellos y algunos consellers al cruzarse en el interior del Parlamento. Después de proclamar y suspender la república los diputados de la CUP firmaron sonrientes una declaración de independencia que se puede activar en cualquier momento, es más, algunos piensan incluso que no está desactivada ya que Puigdemont dijo textualmente: "Llegados a este momento histórico, y como presidente de la Generalitat, asumo al presentar los resultados del referéndum ante el Parlamento y nuestros conciudadanos, el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un estado independiente en forma de república".

Luego añadió con la misma solemnidad y rotundidad: "El Gobierno y yo mismo proponemos que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia". Pero he aquí el truco retórico de la cuestión, que el Parlamento no ha anulado nada y por tanto sigue vigente la proclamación de la república. Se están retorciendo y fingiendo tanto las palabras y las leyes que nada es baladí en este contexto.

Toda está estrategia responde al plan de esperar a que Mariano Rajoy responda de manera contundente aplicando el artículo 155 de la Constitución. Y así tener, desde las huestes del independentismo, un mayor argumento para el victimismo y hacer inevitable la ruptura con España. El Gobierno español ha devuelto la pelota al tejado de Puigdemont para que diga sí ha declarado o no (cualquier otra palabra o frase se entenderá como un sí) la república catalana.

La jugada está clara. Por un lado proclamo y por otro suspendo porque soy bueno y quiero negociar. Cualquier reacción de Rajoy contra la Generalitat o sus miembros se venderá internacionalmente como un exceso del Gobierno de España. Y a la vez puede reforzar la unión de los independentistas y afines. Si en cambio, Rajoy no actúa, se puede reactivar una declaración que como hemos dicho antes sigue vigente según el texto leído en el Parlament.

La Generalitat y los independentistas llevan mucho tiempo planeando y ensayando este golpe contra la legalidad del Estado español y no cederán fácilmente. Su principal objetivo es forzar tanto la situación que las circunstancias hagan que la Unión Europea o incluso la canciller alemana Merkel obliguen a España a que acepte a un mediador internacional. Algo rechazado por la mayoría del Parlamento, constituida por Ciudadanos, PSOE y PP.

Sin embargo, el Gobierno de Rajoy y el Estado de derecho sólo tienen una salida ante está difícil situación: actuar sin complejos y aplicar con serenidad pero sin miedo todo el peso de la ley sobre los responsables. La sociedad española, además de estar preocupada, está tomando buena nota de cómo están actuando todos los políticos en estos difíciles momentos. De sus movimientos, de sus propuestas y, sobre todo, del valor que estos mismos políticos le dan a la unidad de España y a la defensa que hacen del Estado de derecho y la Constitución. Es hora de buscar soluciones pero algún día no lejano alguien deberá pagar la factura/fractura de esta grave crisis.

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