OPINION

Que no le engañen: lo "nuevo" no siempre es bueno

Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica
Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica
EP

Ten ministras para esto, para que te digan con soberbia desfachatez que si no te gusta la ‘Nueva normalidad’ que te apliques el mostrenco remedio del agua-y-ajo: "No se impone ninguna obligación a nadie, quien no se sienta cómodo con esta situación, o las cuentas no le salen, se entiende que permanezca cerrado”. Las bocas de algunos y algunas es lo que deberían permanecer cerradas, no los negocios.

Las palabras las soltó Teresa Ribera, otra vicepresidenta más de este Gobierno de menos, que animó a los pequeños y medianos empresarios a que se queden en sus casas si nos les interesa abrir con solo el 30% del aforo de sus terrazas, y así podrán ver con los brazos cruzados cómo sus negocios se hunden gracias a las "buenas" ideas de este Ejecutivo, cada día más perdido. ¿Por qué el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no se dedica a proteger a la empresa en lugar de amenazarla? ¿Quiénes son los que crean riqueza? ¿Es el Estado o son las empresas? ¿Con qué impuestos piensa financiarse el Estado y pagar la cuantiosa deuda que subirá como la espuma? ¿Y qué inversores nos van a visitar para poner su dinero en España con un gobierno que declara la guerra a los ricos? La extrema izquierda conseguirá su objetivo de igualarnos, pero por abajo, con más pobreza.

Se nota que ni Pedro ni Pablo ni la ministra Ribera cobran sólo el 30% de su jugoso sueldo público, que ellos se lo llevan calentito al 100 %. Eso de ‘lo tomas o lo dejas’ solo se utiliza para encabronar a los que crean riqueza y pagan impuestos. Los otros, los que viven del bote del Estado que llenamos todos con nuestros tributos, esos, tranquilidad y buenos alimentos. Tenemos un Gobierno ineficaz que no admite quejas ni sugerencias, y luego se pasa el día rectificando. No sería más sensato consensuar y luego anunciar. Pues no, primero anuncia un plan, con más defectos que virtudes, luego se monta la marimorena porque nadie se entera de qué va el asunto, sobre todo las Autonomías que son las ignoradas, y al final corrección al canto.

Y así con todo, con la pandemia, con la economía y con esa pretendida nueva normalidad que ya nunca volverá a ser la misma, y por eso la adjetivan con un pleonasmo que ayude a venderla como si fuera un nuevo detergente más blanqueador. La normalidad que se avecina, y que para muchos ya está aquí, será "nueva" -como Sánchez dice- por lo que tiene de desconocida, pero no será nueva por ser buena. Desde que la publicidad nos vende la buena vida, tendemos a asociar el adjetivo nuevo con algo bueno, con algo mejorado e incluso ampliado: el nuevo modelo, un nuevo motor, la nueva esencia… "¡pruebe el sabor de esta nueva normalidad!". Y verá que el sabor es nuevo, pero muy amargo.

Los datos económicos anunciados, precisamente el Día Internacional del Trabajador, no pueden ser más nuevos y a la vez más desoladores: el PIB caerá un 9,2% este año y el paro llegará al 19%, según el Gobierno. La sombra alargada de un rescate puro y duro está cada día más cerca. La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, no lo ha descartado, y el Mede (Mecanismo Europeo de Estabilidad) que es el fondo de rescate para los países de la UE, es una opción más que probable.

Será cuestión de mala suerte, o de que las meigas económicas tienden a ser más liberales que socialistas; pero cada vez que la izquierda pasa por el Gobierno el paro sube: Felipe González entró en 1982 con un 17% y lo dejó en el 22,8%. Luego vino Aznar y bajó el paro en 2004 al 11,5%. Su sucesor, Zapatero, lo elevó al 21,5% cuando se fue en 2011. El siguiente, Rajoy, lo bajó al 16,6%, que es donde lo recogió en 2018 Sánchez… y ahora, cuando se vaya, lo dejará, con toda probabilidad, por encima del 22%. Hagan apuestas, las "meigas" nunca se equivocan, por desgracia.

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