En mi molesta opinión

Qué tiene Marine Le Pen que no tenga Abascal

Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional ALEXIS SCIARD / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO 15/3/2022 ONLY FOR USE IN SPAIN
Qué tiene Marine Le Pen que no tenga Abascal.
Alexis Sciard

Vox ya está aquí. Y en Francia está ella jugando a cara de perro para ganar el 24 de abril. Que empiece la traca. Marine Le Pen se ha subido a la grupa de las presidenciales francesas, Macron o “madame”, uno de los dos ha de ganar. Dicen que ella tiene más posibilidades que las que tenía en 2017, pero también dicen que él ganará porque se llevará los pimientos murcianos de Mélenchon. De seguir así, Le Pen lo conseguirá más tarde que temprano, pero los indicadores avisan que no es de extrañar que Francia acabe votando a la ultraderecha, a la Reagrupación Nacional.

Por su parte, Santiago Abascal, que ha coqueteado con la flor y nata que pelea contra la izquierda: Viktor Orban, Le Pen, Matteo Salvini,… sigue algo lejos de ganar elecciones, pero tiene la opción de sumarse al carro de una coalición de derechas en España. La prueba de fuego de este invento ya la han inaugurado en Castilla y León, precisamente coincidiendo con el advenimiento de Marine Le Pen en Francia. Pero la última palabra no la tiene sólo él, Núñez Feijóo quiere andarse con cuidado antes de firmar los papeles para un largo “matrimonio" de conveniencia.

Volvamos a Francia. Al margen de que la Reagrupación Nacional se ha descafeinado en su ideología extrema en los últimos años, y mantiene su intención de suavizarse algo más para conquistar sectores que puedan votar a una derecha dura, pero no a una extrema derecha. Matices de la política que la razón no entiende pero el corazón sí. En cuestiones económicas, el partido de Le Pen está más próximo a los principios de un socialismo que preconiza un aumento de las ayudas y menos impuestos para la clase trabajadora, muy lejos de los idearios neoliberales que defiende Santiago Abascal. Vox estaría más próximo a las propuestas de un Orbán en Hungría, en lo que se refiere a la concepción de un Estado centralista, y a un nacionalismo que exalta las tradiciones y los símbolos patrios, sin olvidar sus gestas culturales y militares, algo que precisamente no practica tanto Le Pen en Francia, que se centra más en la cuestión económica y social.

En lo que sí están muy de acuerdo ambos líderes, aunque con matices, es en limitar de algún modo la inmigración, y en practicar la deportación de ilegales a sus países de origen. El tema de un regreso a las raíces cristianas también está muy presente, y ambos consideran la cristiandad como el elemento central de la civilización occidental. Aunque si bien el grado de implicación puede variar, en Francia, Alemania o Holanda, prevalece una visión más laica del Estado; frente a la promoción abierta de partidos que reflejan los valores cristianos en la sociedad y la educación, caso de Vox, pero también de partidos afines en Italia, Polonia, Hungría, Austria…

Donde encontramos una gran diferencia entre Le Pen y Abascal es en las cuestiones sociales, en las que Vox se presenta bastante más conservador. En el tema de la Ley de Violencia de Género, los verdes proponen en Castilla y León no anularla, sino ampliarla ensanchando con ella la violencia al ámbito intrafamiliar para proteger las prestaciones de los niños con régimen de visitas, es decir, no eliminando derechos pero sí cuestionando la discriminación positiva. Sin embargo, Marine Le Pen, como mujer que lidera su partido se cuida mucho de entrar en estos asuntos complejos. Ni tan siquiera ha pedido nunca la abrogación del derecho al aborto, a pesar de ser un punto de conflicto con su sobrina Marion Maréchal y muchos de sus partidarios.

Con el tema del “feminismo” la líder de Reagrupación Nacional sigue marcando su linea particular y pasando de lo que le dice la izquierda y elogiando en múltiples ocasiones a dos figuras del feminismo francés como Elisabeth Badinter o Simone de Beauvoir. En esta cuestión candente, donde no se ignora el futuro de la “Ideología de género”, Vox declara la batalla, principalmente, a los asuntos sociales de Irene Montero e Ione Belarra y a sus múltiples, según ellos, chiringuitos feministas. El tema de los derechos de los homosexuales es algo que Marine Le Pen cuida mucho, de ahí que en sus campañas más de un 32 % de los votantes sean LGTBI. Una circunstancia que el partido de Santiago Abascal no acaba de tener resuelta, mostrándose partidario de derogar el matrimonio homosexual.

Otra gran batalla que en Francia no tiene que librar la Reagrupación Nacional de una manera tan abierta, dado su “centralismo” y la “grandeur” chauvinista que propicia cierta unidad patriótica, es la defectuosa “memoria histórica” que en España se intenta imponer desde la llegada de Zapatero y ahora con el “sanchismo”, y no precisamente para cicatrizar heridas, sino para remarcar viejas creencias y ejercer el revisionismo. Aquí seguimos 80 años después con la división partidista entre buenos y malos, intentando levantar afrentas que la izquierda quiere rentabilizar electoralmente, mientras decide reescribir la Guerra Civil con ajuste de cuentas incluido, que se traduce en una sectaria legislación que no busca la concordia; en derroche de subvenciones selectivas; en cambios en el espacio público que marcan el patrimonio de un solo sector… y todo ello imponiendo un ideario y una sola manera de entender el mundo.

Al margen de sus variadas diferencias, sí hay un planteamiento común que defienden Abascal y Le Pen: su derecho a replantearse las propuestas o leyes impuestas por la izquierda. Después de que esta misma izquierda impusiera por su cuenta las normas e ideas que ella imponía sin consenso y sin debate, o las anulara porque no las compartía o no le gustaban. Es chocante, por decirlo finamente, que la izquierda que siempre ha defendido lo de “prohibido prohibir” sea ahora ella la que más practica la "cultura de la cancelación”, y este tipo de restricciones y prohibiciones en beneficio de “sus” ideas, al igual que las dictaduras prohiben arbitrariamente la libertad de los ciudadanos para proteger sus decisiones particulares. Ningún debate, salvo la persistencia de la democracia, está hoy día cerrado en España ni en Europa por mucho que lo anuncie el Gobierno de Sánchez o el PSOE de Adriana Lastra.

Ni el aborto, ni la memoria histórica, ni la ideología de género, ni tantos otros temas que quedan aún candentes pueden orillarse con la excusa de estar ya superados, aunque los defensores de esas ideas militen en la extrema izquierda o en la extrema derecha. Hay que seguir defendiendo el pensamiento y las propuestas dignas de cada uno, al igual que se defiende todos los días la democracia, ya que nunca está resuelta del todo. Veremos cómo se comporta Vox durante este tiempo gobernando con el PP en Castilla y León, al margen de ver los propósitos e intereses electorales que pueda señalar la izquierda en general, y Pedro Sánchez en particular. Tiempo al tiempo, y tomando buena nota para que ni unos ni otros nos den gato por liebre en este tremendo circo de la política nacional.  

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