En mi molesta opinión

No te quedes en el paro, vente a España, Angela Merkel

El adiós de Merkel: diez hechos hacen difícil olvidar a la mujer más poderosa
No te quedes en el paro, vente a España, Angela Merkel
EFE

Angela Merkel no se ha muerto, simplemente abandona la política alemana el próximo 26 de septiembre. Lo digo porque desde hace unas semanas todo el mundo habla bien de ella, y un reguero de artículos y reportajes con sabor a panegíricos inundan los medios de comunicación nacionales e internaciones: “La mujer más importante de Europa”; “La líder del mundo occidental”; “La presidenta con más carisma y pragmatismo que ha convertido a Alemania en la locomotora de la UE”. Todo esto y mucho más se lo está “cantando” el orfeón periodístico de medio mundo, y lo corroboran los ciudadanos en las encuestas de aceptación y popularidad, no sólo las de su país sino también de Estados Unidos y la mayoría de Europa. En Alemania la han bautizado en los periódicos con el cariñoso apelativo de “Mutti”, que es como llaman allí a las buenas madres.

Pues eso, “Mami” Merkel deja la política por la puerta grande, cosa muy difícil y nada habitual en estos tiempos belicosos y descarnados. Y da tanta pena que se vaya y se pierda tan buen ejemplar político que uno está dispuesto a escribirle para que se venga una temporada a España -con los gastos pagados- para que les dé unas cuantas lecciones de cómo hacer política a nuestros líderes patrios. Sí, a todos, a Sánchez, a Casado, a Abascal, a Díaz, a Errejón… a todos les vendría muy bien, porque aunque los políticos españoles son muy listos para sus cosas partidistas, dudo de que supieran -aunque quisieran- repetir el buen hacer y el éxito político de Merkel, es más, creo que no sabrían ni por dónde empezar; de ahí mi petición y mis ruegos a doña Angela.

Mientras se lo piensa y contesta, tomemos nota de algunos interesantes datos: Lleva 16 años en el poder y ha ganado junto a su partido, los democristianos de la CDU, cuatro elecciones consecutivas, y durante tres de sus cuatro legislaturas ha gobernado con un acuerdo con los socialdemócratas del SPD, los dos principales partidos de Alemania. Como si aquí PP y PSOE formaran una coalición para gobernar España. ¿Creen ustedes posible que esto suceda algún día por estos lares? Me dirán que los alemanes son un poco raros, demasiado rígidos en algunas cosas, pero un país que bebe con deleite tanta cerveza y buen vino merece una consideración y un respeto. También lo merece por su prosperidad y su buen hacer social.

Quizá ellos primen el vivir bien y el beber bien, cosas inteligentes que deberían formar parte de toda buena política; y no les preocupe tanto con quién hacerlo, es decir, no les ciegue el sectarismo (por no decir cainismo), y antepongan lo mucho que les une en lugar de lo poco que les separa. En España, que también hay más cosas que nos unen de las que nos separan, hemos llegado a un punto de saturación preocupante por culpa del mal ambiente político y de la polarización. No olvidemos que por desgracia son los políticos los que más influyen en la sociedad a través de los medios, y si ellos se están insultando a todas horas y todos los días, el resto de ciudadanos acaba asumiendo ese desprecio y rechazo hacia los que no piensan igual. De este mal ambiente le quieren echar la culpa en exclusiva a Vox, que alguna culpa tiene en el calentamiento político del país, pero los demás partidos también son tan responsables como ellos, y sobre todo lo es el ministro Marlaska, que en su trayectoria política está batiendo récords de tergiversación y desfachatez. Sánchez tiene un problema, y no es el volcán de La Palma, sino la “colada” de despropósitos que arrastra su ministro menos solvente.

Pero volvamos a Merkel, que al menos tiene más virtudes que defectos, y ha sido capaz de convencer -no sólo a los alemanes- de que si alguien es capaz de resolver un problema es ella. Incluso los líderes europeos se fían de su gestión y han buscado en múltiples ocasiones su apoyo y sus consejos. Merkel siempre habla con autoridad aunque sin olvidar la humildad que debe adornar a un buen estadista. Incluso su forma de ser personal -seria y responsable en público, bromista en privado- refleja sus valores humanos que nos buscan el aplauso fácil sino el respeto por su trabajo. Otra de sus virtudes reside en huir de los enfrentamientos directos, ella no pretende ganar una discusión teniendo la razón, lo que intenta es resolver los problemas. Y eso lo consigue casi siempre, según sus aliados y rivales, no dejándose cegar por la ideología.

Si hubiera que resumir sus 16 años de exitosa carrera política, exenta de cualquier tipo de populismo y con decisiones arriesgadas como, por ejemplo, acoger en Alemania a más de un millón de refugiados, bastaría con utilizar cuatro palabras: “menos ideología, más gestión”. Esa ha sido una de la claves principales de su éxito. Pero claro, explicar esta fórmula a los políticos españoles puede ser una misión imposible, imposible para ellos de entender, ya que se pasan el día analizando encuestas y haciendo cálculos electorales. Mientras buscan, no el beneficio general de la sociedad, que es lo que ha hecho Merkel durante todos estos años, sino el rédito particular de sus intereses personales. Sólo espero, aunque sea por mi infatigable optimismo, que tanto Sánchez como Casado, después de señalarles con el dedo el camino a seguir trazado por Merkel, no se queden como pazguatos mirando el dedo. Merkel se va pero la vida continúa, y España necesita con urgencia políticos que busquen el bien de todos y no sólo el suyo. Es decir, menos ideología, más (y mejor) gestión.

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