OPINION

¿Quién cubrirá el centro izquierda que dejan libre Ciudadanos y PSOE?

Fotografía Pedro Sánchez 'pacto del comedor' / EFE
Fotografía Pedro Sánchez 'pacto del comedor' / EFE

Desde que saltó la noticia del posible gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos las reacciones de miedo y rechazo, no por parte de la derecha que ya se dan por supuestas, sino por parte de socialistas históricos y de algunos barones del partido no se han hecho esperar. Paradójicamente, ellos esgrimen ahora la misma desconfianza y el mismo miedo -léase insomnio- que Pedro Sánchez sentía hacia Pablo Iglesias y los independentistas los días previos a las elecciones del 10-N, y que ahora el presidente en funciones ya ha olvidado.

No creo que sea un problema de mala memoria lo de Sánchez, sino más bien de falta de escrúpulos y de manejar las promesas según le convenga. Pero sus camaradas socialistas sí ven, una vez más, como es capaz de decir una cosa y la contraria en cuestión de horas, para lograr mantenerse de presidente. Es cierto, como cuenta David Runciman en su libro 'La máscara del poder', que el arte de la política incorpora de forma congénita cierta dosis de mentira, "pero los ciudadanos deben tener criterio para saber qué mentiras se pueden tolerar y cuáles no".

¿Las de Sánchez son mentiras tolerables o no? ¿Podemos creerle ahora cuando dice que no pactará con ERC nada que esté fuera de la Constitución? ¿Dice la verdad cuando afirma que no permitirá que Podemos se extralimite en sus funciones de Gobierno? ¿Cuál es realmente el futuro que nos espera con esta coalición? Lo más probable es que no sea tan apocalíptico como muchos se temen, pero de entrada prepárense los bolsillos porque se los van a exprimir bastante más (o mucho más, eso aún está por determinar).

En el acuerdo previo que han firmado Sánchez e Iglesias se habla de subir el salario mínimo, también el sueldo de los funcionarios y de incrementar las pensiones. Como diría Josep Pla, ¿quién pagará todo esto? No lo duden, ustedes con más impuestos. También van a exprimir -léase reducir o recortar- algunos derechos o libertades de los ciudadanos porque a la extrema izquierda le gusta -lo lleva en su ADN- el intervencionismo puro y duro. Para ellos, neocomunistas, papá Estado, a través del “politburó” que representa el Ejecutivo, debe controlarlo todo y ser la salsa de todos los platos: económicos, sociales, culturales, etcétera. Y eso siempre se traduce en más control estatal y menos libertad para el ciudadano.

Pero para que PSOE y UP puedan darse el beso final, los republicanos de Oriol Junqueras deberán darles antes su apoyo. Y hoy, en Cataluña y en toda España, todo el mundo tiene claro que eso sucederá y ERC, después de algunos disimulos, acabará facilitando un gobierno. Muchos piensan que este apoyo tiene un precio -¿constitucional?- y encierra un mayor pacto. Mientras JxCAT -Puigdemont y Torra- sigue con su estrategia de hacer ingobernable España -cuanto peor mejor-, en Esquerra buscan una relación con el Gobierno del Estado en la que aflore el pragmatismo.

También se especula en los mentideros barceloneses con la posibilidad de unas elecciones autonómicas para marzo y con un pacto secreto entre Podemos y ERC, que incluye la formación de un Gobierno tripartito presidido por los republicanos -Torrent, Aragonés o Tardá-, en el que también estarían el PSC y Comuns -la rama catalana de Podemos-.

Mientras llega esa carambola, los barones socialistas como García-Page y Fernández Vara lo que más temen es depender tanto de ERC. Ambos han planteado públicamente sus dudas y sus miedos a los apoyos de los separatistas, y eso que Sánchez y su aparato tienen bien domesticado al partido y no se mueve ni una hoja sin que él lo permita. Socialistas históricos como Felipe González y Rodríguez Ibarra, por citar los más conocidos, también han hecho sonar las alarmas sobre los peligros del Gobierno que pretende formar Sánchez.

Esta situación está levantando todo tipo de resquemores dentro del PSOE. Socialistas de ‘pata negra’, de esos que llevan tiempo descontentos con la marcha del partido por las decisiones de Sánchez y su caudillismo, empiezan a rumiar la necesidad de actuar en defensa del verdadero socialismo, al considerar que el PSOE auténtico ya no existe. Y con la caída de Ciudadanos se percatan de que hay un gran espacio en el centro izquierda o izquierda moderada que nadie cubre y que se perderá, ya que Sánchez se ha echado en brazos de la extrema izquierda y de los separatistas. Como dijo el propio González, muchos sufren un profundo sentimiento de “orfandad representativa”.

Las maniobras del “sanchismo” no convencen, y los socialistas menos extremistas temen que esta coalición provoque no sólo un aumento de “huérfanos” ideológicos, sino una fractura electoral en un futuro no lejano, ya que tampoco ven posible un Gobierno de largo recorrido con UP. La pregunta cae por sí sola: ¿Sería posible que al PSOE -hoy liderado por Sánchez- le saliera por su derecha un escisión, como le ha sucedido al PP con Santiago Abascal y Vox? ¿Hay espacio político para un nuevo partido socialista de izquierda moderada? Según algunos de esos “pata negra” del PSOE, que se sienten más fuera que dentro del partido, no sólo hay un amplio vacío en el centro izquierda, sino que también existe la imperiosa necesidad de cubrirlo, antes de que se lo lleven otros.

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