OPINION

Rajoy y Puigdemont: entre la resistencia y la resiliencia

“En España quien resiste gana”. Fue Camilo José Cela el que nacionalizó la máxima latina de Persio, y la convirtió en su lema vital. Sin embargo, hoy día tenemos dos grandes discípulos de Cela: Carles Puigdemont y Mariano Rajoy. Cada uno con su estilo exclusivo ha conseguido aguantar, con más o menos dignidad, los embates de la azarosa vida política a la que están sometidos.

El ex presidente fugado lleva cerca de dos meses esquivando el brazo lento y burocrático de la Justicia española. Hay que reconocerle al menos una gran dosis de tenacidad, pero habrá que ver hasta dónde llega su tesón cuando el sueño húmedo de su investidura se convierta en un deseo fallido. A pesar de las muchas dificultades, Puigdemont sigue jugando al despiste y apurando los tiempos con la excusa de que el resultado de las urnas del 21-D son “un mandato democrático” y “hay que intentar la investidura”, sin aclarar el cómo.

De su entrevista con el presidente del Parlament, Roger Torrent, han salido frases altisonantes y retóricas que únicamente engalanan su resistencia extramuros, y mantienen el suspense de si aparecerá disfrazado el día de la votación de pubilla fugitiva o de Mortadelo Puigdemont. O por el contrario logrará retorcer el reglamento de la Cámara y convertirse en presidente a distancia. De momento, sigue alcanzando su objetivo de transformar cualquier acto público en un gran acontecimiento propagandístico para la causa indepe.

Aunque en ciertas ocasiones su osadía circense se torna en tiro por la culata. La escapada a Copenhague le ha salido cara, a pesar de que el aparato de fans que siempre le acompaña minimizara los daños que le causó Marlene Wind, la Directora del Centro de Política Europea de la Universidad de Copenhague, con sus reflexiones e inteligentes preguntas. Acostumbrado a responder sólo cuestiones de medios afines al independentismo, a Puigdemont casi le da un soponcio cuando oyó la ristra de verdades que le soltó Wind: "¿Lo que quiere usted es un estado limpio étnicamente? ¿Pretende una balcanización? Democracia no es sólo hacer referéndums, sino respetar la Constitución", etc.

El ex presidente quedó tan noqueado que tuvo que recurrir al viejo truco de sacar a pasear a Franco: “La sombra del franquismo sigue presente en España, bla, bla, bla…”. Sin olvidar tampoco su amplio repertorio de victimismo democrático, que tan bien aprendido tiene. Y todo con la cada vez más remota esperanza de que Europa despierte y presione a España para que ceda ante los independentistas. Quizá Puigdemont tenga aún fuerzas para seguir aguantando el chaparrón, pero resistir en Bruselas con todos los gastos pagados no significa ganar en España, y menos proclamarse presidente en el Parlamento de Cataluña.

El otro gran maestro de la resistencia política, e incluso de la famosa resiliencia (RAE:“Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”), es Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno ha demostrado ser un perfecto estratega del quietismo y el pragmatismo a media distancia. Rajoy sólo se mueve cuando no hay más remedio, cuando las cosas parece que no se arreglan por si solas y hay que darles un empujoncito.

Estos días de mucho ruido judicial con la Gürtel y de encuestas hinchadas a favor de Ciudadanos, el líder del PP y presidente del Gobierno ha tenido a bien salir de su zona de confort y hablar urbi et orbi a través de los micrófonos de Onda Cero. Sus principales propuestas radiofónicas son estas: Una, que no ahorrará esfuerzos para que se aprueben los presupuestos de 2018, su gran objetivo que de lograrlo le permitiría agotar la Legislatura hasta 2020. Dos, dice Rajoy que tiene todo preparado para recurrir ante el Tribunal Constitucional cualquier movimiento de la Mesa del Parlament que permita que Puigdemont sea investido presidente de la Generalitat ya sea presencialmente, telemáticamente o por persona interpuesta. De momento tienen controladas hasta las alcantarillas, ya veremos como acaba la fiesta de investidura.

Última propuesta y, desde mi punto de vista, la más importante: tiene previsto volver a ser candidato a la presidencia del Gobierno. "En la medida que vaya viendo cómo se van produciendo los acontecimientos, intentaré repetir como candidato. Mi idea a fecha de hoy es repetir, pero tiene que querer mi partido. Vamos a ver cómo evolucionan las cosas, pero yo, desde luego, lo intentaré porque creo que caminamos en una buena dirección", Rajoy dixit.

La oposición en bloque –PSOE, Podemos y Ciudadanos- ha salido corriendo a censurar que un presidente tan “desgastado” repita. Lo que no se entiende es que si está tan “desgastado” y es un rival más fácil de batir, por qué reprueban que se presente de nuevo. ¿O es que en el fondo temen que el resistente y resiliente Rajoy pueda volver a ganar?

Está claro que si desea presentarse en 2020 nadie del PP, en su sano juicio, se lo impedirá. Otra cosa distinta, es que a él, después de ocho años tremendamente complejos, le apetezca repetir. Es evidente que ahora toca decir que sí. Decir lo contrario sería como pegarse un tiro en el pie. Automáticamente se convertiría en un “pato cojo”, en un presidente inútil y sin pólvora, al que ya nadie atendería. A pesar de ello, y de lo enredada y cansina que es la política española, si tuviera que apostarme un café por Rajoy diría que sí, que se presentará en 2020, por poco bien que vayan las cosas y las encuestas. Lo paradójico, es que incluso puede ganar de nuevo. Y no porque sea bueno o muy bueno, sino porque sus rivales, visto lo visto hasta la fecha, son peores.

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