OPINION

¿Sabrá Casado hacer con Cs y Vox lo que hizo Sánchez con Podemos?

Casado vuelve a llamar "derecha radical" a Vox y peligra el presupuesto andaluz.
Casado vuelve a llamar "derecha radical" a Vox y peligra el presupuesto andaluz.
EFE

Las dos derechas concentradas en la plaza de Colón junto a la extrema derecha de Vox fue un auténtico regalo para la izquierda. Fue como meter a tres ratones en la misma ratonera. A partir de ese instante, Sánchez, que esperaba la mejor ocasión para convocar las elecciones que llevaba tiempo preparando, encontró el argumento perfecto para su relato político de campaña: ¡Ojo, que las derechas se unen a la extrema derecha y todas ellas juntas vienen a quitarnos el futuro para llevarnos al pasado! Y además, la imagen estaba clara y bien anclada -con foto incluida- en el “tripartito” de Colón, que Sánchez supo explotar con creces.

Da lo mismo que un relato político sea cierto o no, lo importante es que los votantes te lo compren. Y los de izquierda, incluso los desmotivados, lo adquirieron ampliamente. Sánchez detectó que la reunión en Colón molestó mucho a los ciudadanos de izquierda, y vio en esa situación, que paradójicamente pretendía debilitarle a él, su clave principal para ganar su partida. A partir de entonces, y apelando al voto del miedo y al voto útil, quedó establecida la estrategia de las elecciones por ambas partes: la derecha amenazando con los pactos que el PSOE tendría con los independentistas, advertencia que no funcionó gracias al buen desarrollo del juicio contra los políticos secesionistas, que ha enfriado el miedo a otro golpe político en Cataluña; frente al ya mencionado miedo de la izquierda, de que llegaba la extrema derecha, amenaza que sí ha funcionado.

A Sánchez también se le dio por muerto

El presidente del Gobierno no sólo ha demostrado su capacidad de resistencia, sino también su habilidad para desactivar a sus oponentes. A Unidas Podemos lo ha noqueado con el voto útil de la izquierda y quitándole buena parte de su espacio ideológico. El atractivo que tienen en las urnas los nuevos partidos es proporcional a su desgaste con el paso del tiempo, cuando empiezan a funcionar como un partido más con sus problemas e incongruencias, y no tocan poder. Algo que también le puede pasar a Vox, una vez apagada la euforia inicial.

Habrá que ver cómo es Pedro Sánchez como gobernante, ya que por fin ha ganado unas elecciones y ya está en el poder por méritos propios. Pero no hay que olvidar que hace poco más de un año se le deba por muerto políticamente, y muchos incluso hablaban de la desaparición del PSOE. Las mismas circunstancias que ahora atormentan a Pablo Casado y al PP.

Los errores de campaña del líder popular han sido muy importantes como reflejan los resultados. Se pueden minimizar recordando la tendencia desde hace varias elecciones de la pérdida de votos del PP, su escaso tiempo como presidente del partido, y poco más. Pero está claro que Casado no ha sabido proteger su espacio político -el centro derecha- y se ha dejado merendar muchos votos por Ciudadanos y Vox. La dura campaña contra el PSOE que realizó no le aportó nada bueno, ni frenó la sangría de votos que se fueron al partido de Abascal. Y para más decepción, Albert Rivera le birló la cartera por el centro derecha, espacio que desde hace años dominaba el PP.

Los verdaderos rivales de Casado

Casado debe volver a redefinir las esencias políticas del partido que lidera. Debe marcar las grandes diferencias que hay entre populares y Ciudadanos, que es un claro partido de centro izquierda que defiende muchas luchas de la propia izquierda, como la eutanasia activa, los vientres de alquiler, la actual ley de aborto… en otros aspectos, como la economía, el partido de Rivera se define liberal cuando hasta no hace mucho -época que intentaba quitarle votos al débil PSOE- se catalogaba de socialdemócrata. Ahora, C’s se ha escorado hacia la derecha para cubrir en parte el espacio del PP y captar sus votos, cosa que ha hecho bastante bien en las últimas elecciones.

Pedro Sánchez "sólo" ha tenido que superar y vencer los ataques de Podemos, pero Pablo Casado tendrá que frenar las ambiciones de C’s y también de Vox, algo que en un principio pensaba que le iba a venir bien para centrarle, pero que al final se está demostrando que es todo un problema ya que no ha sabido situar al partido, sino que la estrategia de los otros y su torpe actitud le han derechizado. En política, o determinas bien tus propias etiquetas y marcos políticos, o te los ponen los otros y casi siempre no son los que te convienen.

Ha sido también en estas elecciones cuando el PP ha pagado todos sus errores de muchos años, desde la prepotencia de Aznar, hasta la corrupción y la indefinición ideológica de la época de Rajoy. No ha sido tanto la presencia de Vox, que ya existía en los comicios de 2016, donde sacó algo más de 50.000 votos. Los 2,6 millones de papeletas verdes de ahora responden en parte a la situación de Cataluña, al abandono cultural dejado en manos de la progresía y a la caída en desgracia de Podemos, cuya presencia ya no provoca tanto miedo. Sin embargo, muchos votantes de Vox ya se plantean de qué ha servido su voto si lo conseguido es que Sánchez siga en Moncloa, y quizá en compañía de Pablo Iglesias.

La tarea de recuperar votos perdidos y fugados no es fácil para nadie, y Pablo Casado, aunque ya lleva algunos años en el PP, es un político joven que deberá aprender rápido a ser el líder que aglutine las esperanzas de la derecha moderada, la de centro, si no quiere ver pasar su oportunidad y la de su partido. De momento ya ha empezado a desplazarse hacia ese marco político del que nunca debió moverse. Se empleó a fondo en la batalla contra Sánchez, pero ha visto que su principal batalla en estas eleciones también la tuvo que enfocar contra Vox y Ciudadanos, sus verdaderos rivales, aunque no sean sus enemigos ideológicos, o quizá por eso.

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