En mi molesta opinión 

Sánchez consigue lo que no logró Iglesias: liderar Podemos y dejar huérfano al PSOE

Pedro Sánchez firma el acuerdo con Podemos que incluía la subida del SMI
Sánchez consigue lo que no logró Pablo: liderar Podemos y dejar huérfano al PSOE. 
Bruno Pérez | Europa Press

Todo ciudadano cabal que viva en este complejo país se da cuenta de que en España existe un profundo malestar, no exento de pesimismo, que se acrecienta por momentos a medida que avanza este 2023. Un año rotundo y sonoro, por decirlo suavemente, en el que nos jugamos mucho y se nos acumula el trabajo electoral, así como la situación económica, inflacionista y laboral. Faltan cinco meses para las elecciones de mayo y ya se han abierto las compuertas de la campaña, y ello se nota -y mucho- en la subida de decibelios de los políticos, en la salida de tono de algunos de ellos, y en los múltiples desvaríos de los mismos que soportamos todos en formato consigna de partido.

Una de las circunstancias de este Gobierno presidido por Pedro Sánchez es la presencia múltiple y asociada de los partidos políticos que “gobiernan” en concurrencia con el Ejecutivo, al estilo camarote de los hermanos Marx, y que les obliga a todos a buscar en escena su cuota de popularidad, saliendo a la palestra cada vez que surge una crítica o contratiempo. Con un solo Ejecutivo en el poder habría menos verborrea y hablaría el portavoz del mismo y el ministro de turno afectado, y poco más; ahora salen todos en tromba a dar su versión de los hechos: PSOE, Podemos, ERC, Bildu, etc.; y al jaleo inicial se le unen por indicación de Moncloa y exigencias de Sánchez los ministros -afectados o no- encargados de echar leña al fuego y dar su versión, casi siempre disparatada, con el extraño propósito de que cuanto mayor sea la insensatez que se anuncie mejor funcionará para el electorado, según la teoría de los ¿analistas? políticos que asesoran a esta jefatura coaligada.

Hace semanas, por no decir meses, que el Gobierno utiliza la estrategia de “machacar” cualquier cosa que haga la oposición, y en concreto Alberto Núñez Feijóo, en un intentó de desacreditarle ante la opinión pública y las encuestas. Es una estrategia que en todos estos años de democracia ningún Ejecutivo se había atrevido a realizar desde su condición de gobernante, ya que se supone que el que tiene el poder juega con mayores ventajas y no le está permitido abusar de ellas. Pero Sánchez y Moncloa han decidido que hay que salvar el pellejo al precio que sea, y que tonto el último. Y no hay día que no llamen fachas o golpistas a la oposición, venga o no a cuento, por cualquier motivo, o por discrepar y negarse a hacer lo que pide este Gobierno. La estrategia se ha hecho tan habitual en estos últimos meses que está perdiendo efectividad de cara al propio electorado. Se asemeja más al cuento de Pedro y el lobo, el pastor que engañaba a los vecinos del pueblo alarmándolos con gritos acerca de unos inexistentes ataques que nunca se convertían en realidad…

La izquierda radical, sanchista y podemita, lleva años advirtiendo de los supuestos peligros de un Gobierno de centroderecha junto a la extrema derecha, como estrategia disuasoria; lo hizo en las elecciones de la Comunidad de Madrid, lo hizo antes en Galicia y más tarde en Andalucía, y en otras ocasiones más, y en todas ellas el electorado no sólo ha seguido desoyendo la advertencia sino que le ha dado al Partido Popular amplias mayorías para gobernar en solitario. Veremos qué sucede en esta ocasión en la que se repite el mismo esquema. Incluso con los acontecimientos de hace tres días en Brasil se ha intentado utilizarlos en contra de la derecha, y especialmente del PP.

Quizá porque un tuit de la portavoz popular, Cuca Gamarra, recordaba (nunca menciones la horca en casa del ahorcado) que en España y gracias al cambio de leyes y la rebaja de penas de Sánchez con el tema de la sedición, lo sucedido en Brasilia pasaría a ser calificado como desórdenes públicos agravados. La frase de Gamarra hacía referencia a otro tuit de Sánchez que condenaba el intento de golpe de Estado por parte de los seguidores de Bolsonaro. Minutos después de que apareciese en Twitter la mencionada frase de la portavoz -«Contigo, en España esto es ahora un simple desorden público»-, empezaron a salir socialistas y podemitas, principalmente, encabezando todo tipo de frases insultantes y desquiciadas.

Se notaba que Gamarra habían dado en la diana y provocado la reacción alocada de todo el Gobierno; incluso una vicepresidenta como Yolanda Díaz acusó al PP de hacer lo mismo que los golpistas brasileños. Quizá sea necesario recordar algunos hechos no lejanos para refrescar la memoria. En 2012, Podemos y sus satélites cercaron el Congreso, y no fueron más allá porque actuó la policía. En 2019, la izquierda organizó una protesta contra la primera toma de posesión de Moreno Bonilla, advirtiendo de que con él llegaba el fascismo. En 2017, las autoridades separatistas catalanas dieron un golpe contra la legalidad y declararon su República. Fueron condenados por la Justicia, y luego indultados por el presidente del Gobierno.

Cuando el sentido común desaparece, renacen las sombras y los miedos vuelven a florecer, en este caso en la izquierda política que ve como las encuestas se tornan en su contra. Según los últimos datos de GAD3, siete de cada 10 españoles piensan que España está yendo en una mala dirección, y ese resultado elevado no hace referencia solo a la coyuntura económica. Pero hay un dato más trascendental si cabe: 43 de cada 100 votantes socialistas y la mitad de los electores de Podemos están pensando hoy que España va en la mala dirección. Las cesiones a los separatistas, la crisis institucional y la gestión de Irene Montero con su mala ley del “Solo sí es sí” están pesando duramente sobre el estado anímico del país.

Estamos viendo y viviendo una línea de Gobierno conflictiva y extremista. Hasta el extremo de que la gestión del Gobierno está gustando más a los votantes de Podemos que a los votantes del PSOE. Cualquiera diría que Pedro Sánchez es el líder idóneo que necesita la extrema izquierda de Podemos, y que Pablo Iglesias no consiguió hacer en su momento lo que ha logrado el presidente, dejar huérfano al PSOE.

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