OPINION

Sánchez prefiere que el "indio" orine hacia fuera

Sánchez e Iglesias abrazo
Sánchez e Iglesias abrazo

Lo malo del nuevo  "viejo" presidente, Pedro Sánchez, así como de los principales miembros del nuevo Gobierno, como Pablo Iglesias, es que todos ellos son imprevisibles en sus actos, declaraciones y decisiones. Desde el punto de vista del entretenimiento periodístico este defecto se convierte en virtud; pero no así para los intereses de la sociedad o para las relaciones económicas o internacionales de España, que siempre precisan de unas garantías de confianza. El mismo Mariano Rajoy -añorado hoy por muchos- decía que un buen presidente debe ser, fundamentalmente, una persona previsible que inspire seguridad y tranquilidad a la ciudadanía.

Hasta la fecha, Pedro Sánchez ha demostrado todo lo contrario. No digo que no inspire confianza en algunos sectores, pero en líneas generales es un presidente imprevisible, y lo ha evidenciado con creces. Y no sólo con sus palabras, que son tremendamente perecederas, sino también con sus actos. Es cierto que es un político tenaz y muy hábil a la hora de manejarse en las escaramuzas del poder, como ha mostrado en repetidas ocasiones en las que incluso se le daba por muerto y, al final, los desaparecidos en combate político han acabado siendo los otros. Que se lo pregunten a Susana Díaz, Eduardo Madina, Mariano Rajoy, Albert Rivera, etc.

Sánchez es capaz de hacer de la necesidad virtud, de convertir los pactos imposibles con partidos "tóxicos" para la gobernabilidad en su principal "modus vivendi" político, contradiciendo todas las advertencias y temores que sus "matrimonios de conveniencia" con neocomunistas, separatistas y bildutarras provocan en la mayoría de los ciudadanos y políticos, incluidos los del PSOE.

Quizá por ese afán de ser distinto (o por un exceso de confianza en sí mismo), Pedro Sánchez ha buscado las compañías más exóticas y estrambóticas (por no repetir lo de tóxicas) que tenía a su alrededor. Por mucho que quieran echarle la culpa al PP de que no ha facilitado un acuerdo y el PSOE se ha visto obligado a echarse en brazos de Pablo Iglesias, la realidad no es muy distinta, ya que el candidato Sánchez podía haber intentado explorar la vía Casado y prefirió, desde el primer minuto, abrazarse a su extrema izquierda.

La principal responsabilidad es de Sánchez que ha creído más útil para sus intereses meter a todos los "indios" dentro de la tienda orinando hacia fuera, que no dejarlos fuera de la tienda (lease fuera de la investidura) y orinando hacia dentro; como dijo el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson cuando le preguntaron por qué no despedía al "peligroso" director del FBI, Edgar Hoover, contestó que siempre era mejor tenerlo dentro salpicando a los demás, que fuera mojando a los de dentro.

El Rey Felipe VI vaticinó que el dolor para Sánchez no se hará esperar. Pero por desgracia ese dolor será compartido -o sufrido con impotencia- por la sociedad española en general. No será tanto, como nos quieren hacer creer, que sean solo las clases altas las que paguen los dispendios presupuestarios, sino que las clases medias -como siempre- acabarán pagando también el pato. Dice Iglesias que el objetivo es reducir la desigualdad, algo muy loable si fuera cierto.

Pero las medidas previstas para frenar esa desigualdad no servirán para ello. Entre todas destaca la discutida subida del SMI a 1.200 €, que según los expertos destruirá empleo y creará más economía sumergida. El sueldo base de más de 1000 € supone un fuerte incremento en las cotizaciones que la mayoría del las PYMES -más de un millón trescientas mil- no podrá permitirse, lo que supone un grave riesgo para el empleo. Y ante esta compleja tesitura, sin escarbar más, se llega a la conclusión de que la desigualdad no sólo no decrecerá sino que puede aumentar. No hay nada que produzca más desigualdad que el paro.

Por último, unos avisos para la escandalizada oposición. El futuro pinta bastos, dado lo visto y oído hasta ahora, y la sociedad se está polarizando entre apocalípticos e integrados, aprovechando el título de un famoso libro de Umberto Eco. Pero las derechas, que son el total de la oposición, ya que Sánchez ha "fichado" a todos los demás: extrema izquierda, comunismo, regionalismo separatista, PNV, Bildu, casi el único que no se incluye en la larga lista de adeptos sea el propio socialismo, ya que Sánchez lo ha transformado en puro "sanchismo", algo que habrá que analizar en firme en un futuro próximo cuando empiece a mostrar sus verdaderas credenciales.

Como decía, las derechas tiene que espabilar mucho y lucir su inteligencia si no quieren caer en las trampas argumentales de las izquierdas, como suelen hacer. Sin ir más lejos, el día de la investidura consiguieron con su griterío y su postural desgarro de vestimentas que los focos estuvieran más sobre ellos por su exagerada conducta, que sobre las contradicciones y barbaridades que dijeron los socios del candidato Sánchez. La derecha no debe sobreactuar, basta que se dedique a señalar y denunciar con inteligencia y sin aspavientos los errores que comete el Gobierno de Sánchez y sus socios.

Hoy más que nunca su cordura es necesaria, pero no deben estropearlo con su apasionada actitud ni pensar que todo está hecho, que basta con sentarse a esperar y ver pasar el cadáver del enemigo. Nada más lejos. Las derechas pueden competir entre ellas pero no deben pelearse, tienen que complementarse para garantizar que España no cae en el desvarío y la locura de la extrema izquierda, y demostrar que son más capaces de gobernar bien que las izquierdas. Muchas de las cosas que se ha atrevido a hacer Pedro Sánchez ha sido porque considera que la derecha, empezando por el PP y acabando con Ciudadanos, está muy verde todavía y, en consecuencia, está lejos de tener opciones reales de alcanzar el poder.

En definitiva, las derechas más que actuar como entes apocalípticos deben ser partidos moderados e inteligentes que aprovechen los posibles aciertos de la izquierda -reordenar el problema catalán- y criticar con firmeza pero sin catastrofismo todas las demás cuestiones -sobre todo las económicas y territoriales- que irán surgiendo en esta imposible aventura política del PSOE. Insisto, lo peor de las derechas sería menospreciar las grandes habilidades que tiene Pedro Sánchez como tahúr de la política española.

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