En mi molesta opinión

El señor de Mercadona y la ministra que desentona

El señor de Mercadona y la ministra que desentona.
El señor de Mercadona y la ministra que desentona.
Agencia EFE

Los ricos siempre provocan en los demás cierta antipatía o recelo. Los ricos nos “gustan” por lo que tienen, pero desconfiamos de ellos por lo que son. Dados los efectos colaterales del dinero, a los ricos les adorna cierta prepotencia previsible y, a veces, incluso cierta majadería inconfundible, que viene propiciada por esa abundancia de patrimonio y riqueza. No es fácil ser rico y a la vez buena persona. Lo tienen más complicado, sin duda. La coraza metálica del “money, money” que llevan encima les impide moverse con soltura y disponibilidad. Los pobres, en cambio, somos más accesibles y viajamos ligeros de equipaje. Encima, somos un poco buenos porque no podemos ser otra cosa.

A veces, nos convertimos en acreedores de una felicidad material que nos atrae por curiosidad, sólo para presumir, pero no por verdadera necesidad. Sin embargo, cuando divisamos a lo lejos un rico, rico, siempre se nos dispara la envidia cochina. Es algo casi enfermizo, y ya no te digo si eres de Podemos, tan desprendidos ellos y a la vez tan necesitados de meter el dedo en el ojo ajeno del empresario que hace lo que ellos no harán nunca: crear riqueza, crear puestos de trabajo, y aportar a la sociedad, además de muchos impuestos, algo más que un cabreo político permanente y unas cuantas leyes que destruyen más que construyen.

Si encima tienes la suerte de ser una chica osada y amiga del jefe, seguro que te toca en el bombo de la lotería el puesto bien pagado -dados méritos y currículum- de ministra de la cosa social. Luego en campaña tendrás que hacer méritos y numeritos para ponerte de puntillas y no hacer el ridículo ante unas elecciones que pueden ser tremebundas para Podemos, según las encuestas. Todo esto de los malditos ricos y las difíciles ministras que no han dado un palo al agua, viene a cuento de las palabras de Ione Belarra contra Juan Roig, que no es mi tío, sino el presidente de Mercadona.

La titular de Derechos Sociales ha acusado a Roig de ser un “capitalista despiadado” y de aprovecharse él y todos los empresarios en general, de la crisis para “llenarse los bolsillos de forma indecente”. Es chocante, por no decir que es de necios, insultar gratuitamente a cualquier persona que aporta algo más que tú al bien social, y especialmente a unas empresas que como Mercadona dan empleo directo a 95.000 personas, o como Amancio Ortega y su Inditex a 165.000 trabajadores. ¿Qué ha hecho hasta la fecha la ministra Belarra para destacar tanto y acusar con extremo cinismo la labor de los empresarios? La respuesta la conocen todos.

¿Acaso ella ha sido emprendedora de algo y ha creado un mínimo empleo para que pudieran trabajar y enriquecerse con su esfuerzo otras personas, o ha preferido medrar dentro de un partido político, cuyo objetivo principal es empobrecer el sistema para que el Estado lo controle casi todo? En el currículum de Belarra figuran como datos principales un escarceo como patinadora de velocidad profesional, una beca de formación en el Ministerio de Igualdad en la época de José Ignacio Wert como ministro, un contrato predoctoral y una muy breve experiencia laboral en Cruz Roja y en Ayuda al Refugiado; de ahí a meterse en Podemos en 2018 de la mano de su “amiga” Irene Montero. Al menos esta última ha trabajado en un supermercado y puede destilar un odio más justificado contra un empleador de cajeras. No así Belarra que últimamente no va ni a comprar al super.

Todo el mundo sabe que Belarra y Podemos ya están en campaña y necesitan excitar las meninges de la extrema izquierda, haciendo vudú a los empresarios, para que sus acólitos no huyan o se queden en casa hartos de que les mareen la perdiz, pero no les solucionen ninguno de sus problemas. Acusan a Roig de beneficiarse de los precios, pero el Ejecutivo es incapaz de bajar el IVA de la carne, o el pescado, o las conservas. Para beneficios caídos del cielo los impuestos extraordinarios que se lleva todos los días este Gobierno y, sobre todo, algunos miembros de este Gobierno que en su vida cobrarían nada igual.

Esta coalición social-comunista que se encuentra perdida y desorientada, únicamente sabe reaccionar echándole la culpa a los demás y queriendo frenar la inflación metiendo más política en la economía: el intervencionismo y el control de precios se traducen en desabastecimiento, mercado negro y corrupción. Pero claro, qué sabrá Manuela Carmena y los demás que no sepan ya estos expertos en “soberbia infantil” que lo saben todo y lo que no saben se lo inventan.

Juan Roig, que como digo no es mi tío ni mi primo, sólo es un señor que me alegra la vida a mí y a millones de españoles haciendo lo que mejor sabe, y vendiéndome lo que mejor tiene, no ha querido arrugarse ante la ignorancia ni tampoco, insisto, ante la “soberbia infantil”, y ha dado su versión en el Fórum Europa de cómo funciona una sociedad normalizada (es decir, nada politizada, ni nada venezolana): “Los empresarios son los que generan riqueza y bienestar, y si después, a los que les toca gestionar lo saben hacer, hay riqueza para todos y si no, hay enfrentamiento”. El que quiera entender que entienda, y el que no, que se compre un kilo de naranjas en Mercadona y se haga un zumito que además tienen mucha vitamina.

Mostrar comentarios