En mi molesta opinión

El ‘Tito Berni’ y dos mociones de Vox en un whisky on the rocks

El ‘Tito Berni’ y dos mociones de Vox en un whisky on the rocks.
El ‘Tito Berni’ y dos mociones de Vox en un whisky on the rocks.
Europa Press

Pasan tantas cosas raras en España que uno no acaba de entenderlas muy bien. Por ejemplo, Santiago Abascal suelta una perla de esas que no sabes si suben o si bajan, de esas que brillan con mucho fulgor y que necesitas que te las repitan para asegurarte de que no fue un sueño: “Si hubiésemos querido a alguien defendiendo los postulados ideológicos de Vox, habría subido yo mismo a la tribuna”. Pero yo-mismo no subirá, subirá el-otro-mismo, el susodicho, es decir, Ramón Tamames, para que Abascal y los suyos no se tengan que manchar las manos.

Entonces, ¿qué postulados, qué ideas, qué mensajes, qué proyectos defenderá y soltará Tamames? ¿Serán de cosecha propia o colectivizada? ¿Serán las 40 de bastos o las 40 de copas? ¿Serán un reflujo de la voz del trópico en versión parlamentaria? ¿Será la voz de Vox pero capitidisminuida para que nadie se constipe? En pocas palabras, ¿qué pretende el partido de Abascal con este triste espectáculo nacional colocando un interpuesto como si no tuvieran a nadie más a quien recurrir desde que voló Macarena Olona? ¿Qué pretende este Vox ultra-ligero con la voz a ti debida prestada por Tamames?

Muchos dicen que intentan echarle un capote a Sánchez, para que no se hable de la “Ley del sí es sí”, ni del ‘Tito Berni’, ni de la Ley Trans… Yo no me lo creo. No me creo que Vox equivoque tanto el tiro, y quiera jugar a la ruleta rusa con el simple objetivo de salir en las fotos mareando la perdiz, pero dejando ver por atrás su agobiada matriz. Allí hay algo más que un gato encerrado buscando zamparse una lata de ‘Friskies’.

Lo nuestro duró lo que duran dos mociones de hielo en un whisky on the rocks. O sea, poca cosa. ¿Por qué Vox se empeña en desacreditarse a sí misma? No tiene suficiente con los menosprecios e insultos constantes que en sesión parlamentaria les dedica Pedro Sánchez, con una falta de respeto del presidente del Gobierno que clama al cielo e invalida toda dignidad política. Da la sensación que Abascal ha perdido la brújula, ni él ni los suyos tienen claro cuál es su verdadero objetivo a la hora de conseguir votos. La traición de Olona les ha pillado a contramano, y no tienen un claro repuesto que triangule ese romancero de látigo fácil que tan bien manejaba la ex señora de Vox.

La moción de censura traerá muchas palabras espesas y pocas ideas claras. La guinda la pondrá Tamames que intentará deslumbrar en lugar de alumbrar, son las cosas de los viejos egos que nunca mueren. Pero también es su oportunidad para decir algunas verdades incontestables, que no servirán para cambiar un presidente pero sí para poner en apuros a Sánchez y colocarle unas banderillas negras que le incomoden. Cuidado que cuando menos te lo esperas salta la sorpresa en La Condomina. Tamames tiene 89 años pero no es un tonto de plumero, y el roto o descosido se lo puede hacer el propio presidente que es quien tiene algo que perder, sobre todo si cree que puede despachar a su oponente como si fuera el abuelo de Pepa Pig.

Sánchez ha dejado claro que no distingue con suficiencia la “gente de bien” con la “gente bien”. Puede que Tamames se lo explique presentándole al “Tito Berni”, un diputado del PSOE, ex diputado para más señas, de nombre Juan Bernardo Fuentes Curbelo, al que ahora nadie conoce pero con el que se hacían alegres fotos incluso el propio presidente del Gobierno, y que tiene el maloliente don de moverse como pez en el agua entre los despachos corruptos y los prostíbulos de esa otra ‘gente bien’, esa que maneja con soltura la pasta gansa y se baja los pantalones a las primeras de cambio cuando las señoras prostitutas aparecen por la sala.

Veremos cómo acaba lo del ‘Tito Berni’, si la estrafalaria moción del ‘Tito Tamames’ termina eclipsando con su verbo florido los malos rollos de la corrupción y el lupanar del ex diputado socialista, Fuentes Curbelo, o si en cambio se mantiene en la “antena” mediática el tiempo necesario; que no hace falta que dure tanto como las 169 portadas que ‘El País’ le dedicó a los trajes de Camps, basta que la tensión informativa no se sumerja casualmente en el masaje dialéctico de esa moción de censura que viene envuelta sin emoción.

Para Moncloa el ‘Tito Berni’ es un golpe bajo nada fácil de encajar en estos tiempos preelectorales, uno más en la larga lista de inconvenientes sin resolver. Sin embargo, el gran problema del candidato Sánchez no es tanto derrotar a Núñez Feijóo, sino derrotarse a sí mismo, conseguir cambiar y mejorar su denostada imagen y lograr que a los españoles no les resulte insoportable pensar que Sánchez tiene que gobernar este país otros cuatro años. Ese es el problema.

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