En mi molesta opinión

Todos estamos hartos, no sólo Will Smith

Will Smith golpea a Chris Rock por broma sobre su esposa Jada
Todos estamos hartos, no sólo Will Smith.

Llevamos un par de años que la gente está muy harta de casi todo. No lo digo sólo por la reacción de macho descarriado de Will Smith ante un abofeteado y provocador Chris Rock, sino por ese otro ambiente amargado y algo cabreado que sufrimos unos y otros, incluidas las estrellas de cine, esas que lucen más que el sol sobre las alfombra roja y están más recauchutadas que un neumático averiado. Hoy día, le preguntas en el ascensor a cualquier vecino qué tal está, y te manda a freír espárragos o, en el mejor de los casos, te pone una cara entre compungido y muerto de asco que no la empeora ni un dromedario; mientras se encoge de hombros y te suspira un: “resistiendo, qué quieres que haga”.

Vivimos como si el “Dúo dinámico” continuara anclado en nuestro encefalograma plano, más desanimados que nunca, añorando un 2019 que no volverá, mientras intuimos que esta nueva década infernal será muy dura de pelar, sobre todo para Ucrania y los miles de afectados de la pandemia. Y eso que en teoría ahora nos han levantado en buena medida la “esclavitud” de las mascarillas y algunas ventajas más, que supuestamente mejoran nuestra libertad condicional y sanitaria. Pero la pandemia sigue “sotto voce” aunque le haya cedido el protagonismo a la maldita guerra, a la subida del coste de la vida, a los transportistas, a la inflación, a la energía y a esos carburantes que tragan y tragan que da gusto, mientras el Gobierno y Pedro Sánchez nos venden el truco de la estampita: te dan un regalo-descuento de 20 céntimos pero antes te endosan una subida de 70 céntimos. Calculen las grandes ventajas de los pringados ciudadanos. Señoras y señores, “c’est la guerre”, más madera que es la guerra.

A pesar de todo, quiero agradecer que la soporífera gala de los premios “Oscar”, que todo el mundo suele criticar por aburrida y tediosa, este año haya sido sólo tediosa pero con la salvedad de haber tenido en casa un espectáculo televisivo que entretuvo al personal apostando por si Will Smith era un auténtico machista representante del patriarcado por ignorar y humillar a su mujer y abofetear a negros como él. O si en cambio, es un tipo con los “balones” bien puestos que defiende la honra (y la sensibilidad) de su esposa, hermosamente calva, ante un tipo ofensivo que se dedica a hacer gracietas a costa de la decencia y la alopecia de unos artistas que viven del “show-business” pero sólo cuando el show se lo hacen a los demás.

La disputa o debate ha dado la vuelta al mundo y ha provocado toda clase de juicios morales, sociales, ideológicos, sexuales… en un claro aviso de que Hollywood sigue siendo, más que una fábrica de sueños, el epicentro del neopuritanismo identitario que cabalga reinterpretando las normas de la corrección política y apoyándose en la cultura de la cancelación, que también cuestiona el humor y la libertad de expresión. Más allá de las cuestiones personales o prejuicios artísticos que se barajen, la bofetada de Will Smith a Chris Rock estuvo mal. Motivos para la indignación tenía, sobre todo su mujer, Jada Pinkett, la afectada. Ahora bien, decir que es un machista por salvaguardar el enfado de su esposa me parece extralimitarse, ya que la cara de cabreo de ella la vio él y no los demás, y era él quien sabía cómo estaba evolucionando esa actitud o enfado. Lo suyo hubiera sido que fuera ella, Jada, la que se levantara a darle un bofetón a Rock, aunque eso tampoco hubiera sido lo correcto, dados los cánones actuales del buen comportamiento social y pacífico, pero seguramente no sería tan cuestionado. ¡O tempora, o mores!

En el siglo XIX, Smith y Rock se hubieran retado a muerte con sable o pistola después de que el primero golpeara la cara de su rival con un guante desnudo. A mediados del siglo XX se hubiera solucionado todo con una pelea múltiple y los partidarios de Rock contra los de Smith rompiendo algunas mesas. Pero estamos en los tiempos del siglo XXI, los de la paz, bienvenida sea, pero también sin olvidar las molestias que provocan las interferencias de algunos fenómenos indigestos, como la Generación Woke, convertidos en los guardianes del “buenismo" y de la conciencia social. No es necesario que vengan los neopuritanos a bendecir lo que desde siempre ha sido correcto o incorrecto. La cultura de la cancelación está promovida por los “adanistas” bisoños o inexpertos retardados que castran su sentido común en aras de una falsa dignidad que se siente moralmente superior al resto.

El contexto en el que se produce el sarcasmo de Chris Rock en la ceremonia de los “Oscar” puede ser decepcionante por su mal gusto, pero la buena educación y el buen humor, también el buen humor, no deben perderse por lo que supone el respeto a la dignidad humana, y por la condición de estrella internacional de Will Smith, capaz de no extralimitarse y de saber controlar las situaciones que quizá otras personas no dominen. Cuanto más se enfría la situación, más patético e inoportuno resulta el bofetón de Smith, que intentó ofrecer -al recoger su premio- un alegato a la familia y al amor sumamente impostados y con pintas de ser tan verdaderos como un euro de madera.

La fortuna hizo que la agresión de Smith no pudiera contabilizarse dentro de las categorías de raza y sexo. De lo contrario, la que hubieran liado los políticamente correctos si uno de los “protagonistas” hubiera sido de raza distinta o de sexo diferente; salvo que la torta, como hemos dicho antes, la hubiera dado la ofendida por la broma, Jada Pinkett; quizá en esa situación, condenable igualmente, los ahora críticos lo hubieran visto y celebrado de otro modo menos ofensivo. Error, inmenso error. La responsabilidad dentro del contexto del humor es imprescindible para que el talento no acabe muriendo, arrastrado por el puritanismo Woke o las ideas de la cancelación, los dos grandes enemigos de la creatividad individual y la libertad de expresión.

El agresor de esta trifulca global ha mostrado su arrepentimiento pidiendo disculpas al agredido, aunque quizá hubiera sido mejor haberlo hecho en pleno directo durante la gala, y tendríamos así el show completo y a millones de telespectadores aplaudiendo enfervorizados. Ahora, sólo queda para lograr un verdadero final feliz al estilo Hollywood, que Chris Rock y Will Smith se den la mano y un fuerte abrazo, y se emocionen entre lágrimas mientras ella, Jade Pinkett, les sonríe y les ofrece una buena hamburguesa en la barbacoa del jardín. ¡Pero ojo! Esa imagen podría ser censurada por incorrecta y machista, una mujer negra sirviendo la comida a dos hombres adultos, un escándalo imperdonable. ¡Corten!

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