En mi molesta opinión

Vender España en USA prometiendo el 'money' de la UE

España, cuarto país de la UE que más dinero declaró en la lucha contra el blanqueo
Vender España en USA prometiendo el 'money' de la UE. 

Desde que Rodríguez Zapatero dijo aquello tan rimbombante de “estamos en la Champions League de las economías mundiales”, han transcurrido catorce años (septiembre de 2007) y un sinfín de acontecimientos -entre otros, el hundimiento del PIB del 15% al 5,9%- que han dejado a España sumida en la Segunda División, la zona medio-baja del pelotón de las economías que luchan por sobrevivir y que pintan bien poco en el futuro mundial de las finanzas, de las nuevas tecnologías y, por desgracia, de cualquier otro futuro que pudiera resultar interesante para un país.

En pocas palabras: España está endeble, tirando a muy mala cara. Y todo ello a pesar de los miles de millones de euros que esperamos lleguen de Europa. Con esta lluvia de dinero prometido, que sirve de perfecta excusa y suculenta tarjeta de presentación, Pedro Sánchez se ha ido hoy miércoles a Estados Unidos a vender España, en el buen sentido de la palabra. Aunque tal y como están las cosas, en estos momentos somos un país muy apetecible para el capital internacional ya que lo que nos queda de industria y de empresas resultan todas ellas bastante asequibles, y con la crisis latente se pueden comprar auténticas “gangas” a precios muy bajos.

El viaje está exento de fanfarria oficial, no es una visita de Estado aunque lo encabece el presidente del Gobierno. Ni que decir tiene, que el presidente Biden no recibirá -ni tan siquiera 5’ en un pasillo- al presidente Sánchez. Que el viaje no pasa por Washington, sólo Nueva York y California. Pero para que no pierda ese glamour marketiniano que tanto fascina a Sánchez, lo llaman “Financial roadshow” cuando se ve claramente que es una “Gira petitoria” de toda la vida con el objetivo de animar a los inversores.

Sorprendentemente, no viaja ninguna de la grandes empresas españolas, y sí lo hacen cinco hermosos y “famosos” emprendedores tecnológicos. En Moncloa dicen que el motivo es porque el viaje pretende vender “startups” españolas, y los grandes empresarios no pintan nada en ese tema. La otra versión dice que el empresariado del Ibex-35 no está bien visto por Sánchez, y que además quiere cargárselos, si es que puede. Sin olvidar, que los empresarios -para una parte del Gobierno- no crean riqueza, sino que son los “enemigos” que explotan al trabajador y encima pagan pocos impuestos. De ahí que sea mejor esconderlos y llevar emprendedores que lucen mucho más y son más “cool”.

Esta no es la primera vez que Sánchez visita EE.UU. siendo presidente. Ya lo hizo en 2018 cuando les dijo a las tecnológicas y a los fondos que iba a convertir a España en el país de las “startups”. De momento España sigue igual, es decir, vacía de “startups” -estamos en la cola de los países con menos “empresas emergentes”, Chipre y Letonia se sitúan por delante de nosotros-; pero Sánchez insiste en el proyecto: “Vamos a crear un marco legal favorable y captar inversiones”. En esta ocasión viaja a California con un plan concreto -eso dice Moncloa- y el atractivo de los fondos europeos. En estos proyectos que Sánchez venderá en Silicon Valley, el Estado se reserva una participación en el fondo para proyectos tecnológicos y compañías de hasta el 49%, dejando el control en manos privadas.

En España se teme que, como siempre ha ocurrido, el dinero que llegue de Europa, y en esta ocasión será muy abundante: más de 140.000 millones de euros, la mitad de ellos a fondo perdido, acabe en proyectos que fomenten el clientelismo político, y no se utilicen para reestructurar la economía y las instituciones del país. Ahora, el temor crece ya que el dinero que ha de servir para la reconstrucción europea, en este caso de España, puede acabar no en manos españolas ni europeas, sino de fondos norteamericanos.

Pero el éxito de esta gira o “roadshow”, lo que ustedes prefieran, para pescar inversores se ve limitado por las características de nuestro país. Es muy difícil que las empresas consolidadas de Silicon Valley, como Apple, por ejemplo, se animen a aumentar sus centros tecnológicos en España, y creen más puestos de trabajo para gente joven -que buena falta nos hace- y sirvan de lanzadera para conectarnos a la revolución de las nuevas tecnologías. Somos un país al que le sobra mucha burocracia y le falta una clara disciplina laboral, también hay demasiada influencia política que se encarga sólo de fomentar el pan de los amigos y allegados, a la vez que sigue faltando una mayor seguridad jurídica y un mayor apoyo a las pequeñas y medianas empresas. Lo que antes mencionábamos, los empresarios están mal vistos en España, aunque sean el núcleo vital para crear empleo y riqueza, y en consecuencia mayor bienestar.

Convertirnos en un país atractivo para la inversión extranjera, no sólo para el turismo y el ocio veraniego, no es tarea de pusilánimes ni de políticos sin proyectos de futuro. El Gobierno de Pedro Sánchez debería tener como prioridad las reformas políticas, económicas, judiciales, administrativas, de educación, etc. que tan imprescindibles son y tan pendientes quedan siempre. Sin embargo, el presidente del Ejecutivo parece tener otros planes, entre ellos y a lo sumo hacer algún ajuste que puedan exigir desde Bruselas como condición para facilitar los fondos económicos; pero sobre todo su objetivo es seguir primado una estrategia política que le permita ganar las próximas elecciones Generales, aunque sus deberes como gobernante se queden por hacer.

Según expertos en fondos de inversión, lo único que Sánchez conseguirá en su viaje por California y Nueva York son capitales que busquen una inversión a corto plazo, principalmente por el atractivo de la llegada de los fondos europeos, de los que tanto presume el propio presidente. Los fondos norteamericanos, que huelen los chollos como los gatos las sardinas, podrán comprar empresas españolas y participaciones a muy buen precio, casi de saldo, esperando a su vez a que esas empresas reciban cuanto antes el dinero de la UE, para luego desprenderse de los activos y llevarse el beneficio. El peligro está en convertirnos en un país reclamo de inversores que no poseen ningún espíritu de permanencia allí donde invierten. O lo que es lo mismo, conseguir pan para hoy, hasta que lleguen las elecciones, y ya luego si eso volvemos a quejarnos de lo mal que va todo y a jugarnos nuestro futuro en la ruleta rusa.

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