OPINION

Vuelve el centrismo y la moderación, pero no se fíen... es puro teatro

Pablo Casado
Pablo Casado
Europa Press

¡Atención! Entramos en zona de peligro. Falta apenas un mes para las elecciones del 10-N. A partir de ahora nuestros queridos políticos sacarán a relucir sus mejores artes interpretativas y de seducción para cazar nuestro voto. ¿Han oído ustedes hablar de la tanatosis? Es la vieja táctica de hacerse el muerto para sobrevivir o para atacar. Por ejemplo, la zarigüeya se tumba de lado, saca la lengua y suelta por el ano un líquido apestoso, para simular no sólo que está muerta sino incluso podrida. Hay muchas especies que también fingen para vivir mejor. Existe un pez africano que se tumba quieto en el fondo, cuando se acerca otro pez a curiosear, entonces resucita y ¡zas! se lo zampa.

Una cierta tanatosis electoral ha llegado a la política española. Todos los líderes practican una fingida moderación que les ha sobrevenido repentinamente. Incluso los más extremos por la derecha o por la izquierda, Santiago Abascal y Pablo Iglesias, llevan un largo tiempo mostrando su oculta serenidad. Ambos están desconocidos. Iglesias ya la practicó en la campaña anterior, en la que apareció en los debates como un relajado vendedor de biblias, en su caso vendedor de la Constitución del 78, que hablaba con parsimonia y gesto suave. Como si nunca hubiera soltado un exabrupto o un insulto. Él, que ha llegado a hablar de la cal viva del Gal en un debate parlamentario, se viste ahora la mantilla de la moderación, y afea a sus rivales que se muestren crispados.

Pedro Sánchez, que hace menos de un mes le llamó en sede parlamentaria a Albert Rivera “sinvergüenza”, remarcando cada una de las sílabas, ha transmutado en una especie de lindo gatito capaz de ser acariciado por todos, incluidos los votantes de centro derecha y de Ciudadanos. Un Sánchez que no hace tanto competía con Podemos para ver quién era el más machote y radical de la izquierda, se encuentra ahora peleando los votos del centro, sobre todo para atraer a los descontentos con Rivera. Y si le dejan una semana más incluso arañará votos a la derecha con su súbito patriotismo de converso españolazo.

El pragmatismo sin escrúpulos

Sánchez repite cada cinco minutos la palabra España, venga o no a cuento; y lo que es más sorprendente, el nombre de la patria que él habita, que antes era casi tabú, figura hoy en el eslogan de campaña del PSOE: “Ahora, España”. A diferencia de los escrúpulos de Errejón con Más País, Sánchez echa el socialismo por la ventana y se envuelve con la idea de España como si fuera Marta Sánchez. Incluso en Cataluña defiende la firmeza frente el independentismo y la aplicación -si fuera necesario- del 155. La fama que tiene Sánchez de cambiar de opinión y de dirección en minutos va adquiriendo ya un tono de leyenda. Para muchos este pragmatismo sin escrúpulos que practica el presidente en funciones tiene réditos a corto plazo pero acaba por volverse en su contra.

Y qué decir de Pablo Casado, convertido en el símbolo de la moderación y que aspira a ganar el premio FIFA al juego limpio y las buenas formas. Dónde se ha ido ese Casado deslenguado capaz de dedicarle 19 insultos -contabilizados- a Pedro Sánchez: traidor, ilegitimo, okupa de la Moncloa, felón, incapaz, ególatra, desleal… El líder del PP dejó de pelear por el espacio de Vox y ha regresado con barba incluida a la madriguera del centrismo, una decisión que según los pálpitos electorales y las encuestas le puede reportar una importante subida de escaños, aunque no tanto como para ganar al PSOE.

De repente nuestros líderes políticos han vuelto a caer en la cuenta de que España, a pesar de su pasión latina, es un país moderado a la hora de votar y donde siempre ganan las posiciones de centro. Y más en estos tiempos en los que los votantes están hartos de los políticos y de sus peroratas baratas; sólo faltaba que encima se pusieran gritones y bravucones a la hora de pedirnos el voto.

Pero detrás de esta impúdica demostración para ver quién es el más moderado, el más centrista, se esconde una pura estrategia de tanatosis aguda y repentina. Y a medida que se acerque el 10-N y los nervios afloren más, saldrán a la luz las versiones reales de estos cuestionados políticos, y escucharemos descalificativos gruesos si las encuestas, insisto, lo recomiendan.

El PSOE dirá que él es el mayor defensor de la unidad nacional, aunque sea el gran valedor de nacionalistas e independentistas. El PP pondrá su énfasis de campaña en la llegada de una crisis económica y en el paro y la mala gestión de la izquierda, aunque los populares no tengan ahora en sus filas un equipo económico de prestigio, qué más da. Los demás azuzarán el bipartidismo con furor cuando han sido ellos los que lo han fomentado al rechazar su papel de partidos bisagra. No se crean nada de lo que vean u oigan estos días. Todo es teatro, puro teatro. Todos venden humo. El humo que más les convenga a ellos y que nos ciegue a nosotros. Aunque siempre nos quedará la opción recurrente de practicar la tanatosis, hacernos los muertos hasta que pasen las elecciones.

Mostrar comentarios