OPINION

¿Esperando a Puigdemont? El teatro del absurdo

B

eckett escribió “Esperando a Godo” en los años 40 del siglo pasado. En la obra, calificada como parte del teatro del absurdo, sus dos personajes se pasan el tiempo esperando a un tercero, Godo, que no aparece ni al final. Rajoy, Sánchez y Rivera esperan a Puigdemont ¿Aparecerá? Lo tiene difícil. Si lo no lo hace, desaparecerá, y si lo hace, lo haga como lo haga, también.

Si aparece con un NO (declaré la independencia), la CUP le retirará el apoyo parlamentario y su legislatura debería estar finiquitada. Elecciones a la vista. Impasse político. Campaña electoral con él fuera del escenario político si cumple su anunciada retirada y, sin embargo, alargamiento de la incertidumbre ¿Cual será el resultado de una nueva cita en las urnas? El independentismo votará en masa ¿y la que ahora se llama minoría silenciosa o silenciada? ¿Seguirá en actitud pasiva? ¿Es realmente una mayoría suficiente?

A esa campaña electoral la mayoría silenciosa debería armarse con candidatos de prestigio. Los socialistas no pueden prescindir de Borrell que el domingo del despertar ganó enteros. El líder de Unió, o lo que queda de ella, Duran i Lleida tampoco debería desaprovecharse ¿Como? El PP o Ciudadans tienen ahí una posibilidad de reforzar su oferta. En “Comú, Podem” tiene en su manga la candidatura de Ada Colau, porque, además, no es incompatible ser diputada en el Parlament con la alcaldía.

Si Puigdemont anuncia que SI (declaró la independencia) el Gobierno pone en marcha el 155 con el apoyo del 70% del arco parlamentario del Congreso. Eso supone probablemente la disolución del Parlament y elecciones. Pero para Puigdemont sería ponerse al alcance de la justicia con las consecuencias personales que ello conlleva.

Lo mejor para Puigdemont sería no declarar nada o hacerlo de manera difusa. Pero Rajoy en su requerimiento equipara la no comparecencia o la ambigüedad con el SI y las consecuencias políticas serían serían las mismas que con una respuesta afirmativa. Sin embargo, al menos Puigdemont habría salvado la cara ante sus correligionarios y se retiraría con honor. Además cualquier actuación de la justicia sería compleja porque el President siempre podría argumentar que nunca hizo nada con valor jurídico en contra de la legalidad. Frente a la CUP podría argumentar que no contestó porque él quería mediación y el Gobierno español se enrocó; así salvaría la cara política.

De manera que, según este análisis, para Puigdemont lo mejor sería el silencio. En ese caso la espera podría discurrir como en los dos actos de la tragicomedia de Beckett: uno hasta el lunes y el otro hasta el jueves, esperando a Puigdemont, sin que este apareciera.

Pero como los circuitos mentales de un independentista son complejos… hay que “esperar a Puigdemont”.

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