OPINION

Las dos almas del PDeCat

El PDeCat (Partido de los Demócratas de Cataluña) es el heredero de CDC (Convergencia Democrática de Cataluña), el partido formado por Jordi Pujol que lideró la Cataluña política en la Democracia española, en coalición con los democristianos de UDC (Unió Democrática d Cataluña) que comandó Durán i Lleida. Desde el principio CDC tuvo dos almas.

La primera heredada de la Lliga de Cambó representante de los intereses de la alta Burguesía agrupados en la patronal Fomento del Trabajo. Su misión en la política de la Restauración era influir en el Gobierno español para asegurar el mercado a sus empresas. La subida de aranceles, para la defensa de los tejidos catalanes fue su mayor logro. Pero no fue el único. Es el alma del pacto y la componenda para el beneficio económico de una Cataluña dentro de España. 

La segunda, propia de su fundador, era nacionalista y ha derivado en independentista. La sustitución paulatina de los políticos procedentes de la burguesía por políticos profesionales, que viven del presupuesto de las Administraciones ha ido decantando la antes CDC, ahora PDeCat, hacia esta segunda alma en el Procés. Pero en los momentos de crisis ambas almas chocan.

Por eso Puigdemont está sufriendo las presiones, no sólo de la CUP y de ERC, también dentro de su propio partido. Los del alma que dejó la Lliga y representan a Fomento del Trabajo están por convocar elecciones, volver a la legalidad y aprovechar todos los acontecimientos para conseguir ventajas económicas para Cataluña y sus empresas. El alma separatista querría una Declaración Unilateral de Independencia (DUI) con algaradas callejeras, aunque eso supusiera un quebranto para la economía catalana, sus empresas y trabajadores.

Cuando escribo este artículo Puigdemont aún no ha decidido que hacer. Él pertenece al alma independentista, pero necesita los votos de los “burgueses” para sacar adelante cualquier declaración en el Parlament. Declaración que podría hacerla solo el Govern pero le dimitirían algunos de los Consellers y eso le quitaría fuerza.

La convocatoria de elecciones autonómicas, con tinte plebiscitario, sería una derrota del soberanismo. Pero permitiría salvar a muchos de sus componentes de los riesgos de la acción de la justicia que conllevaría una DUI. Por eso, y porque podría anular o mitigar en gran parte la aplicación del 155, manteniendo el poder de muchos resortes (TV3 por ejemplo) en las manos de los actuales dirigentes (Junts pel Sí), es una salida de compromiso entre las dos almas. El peligro para el PDCat es dejar los votos secesionista en manos de ERC. Pero lo que si parece claro es que el próximo President no será del PDCat, de manera que sólo se juegan unos escaños, no la Presidencia.

En manos de Puigdemont están las dos almas del PDeCat. La solución bien pronto.

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