Econopatías

Datos y relatos

La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, charla con Pedro Sánchez.
Datos y relatos.
EP

La Economía se ha convertido en una disciplina eminentemente empírica. En el ámbito académico teorías y modelos no sirven de gran cosa si no se enfrentan con los datos; en el de las administraciones públicas, la demanda de políticas económicas y sociales basadas en la evidencia ha aumentado significativamente. Sin datos, no hay paraíso (económico).

Al mismo tiempo, la oferta de datos para el análisis económico ha aumentado significativamente. Con la digitalización, (casi) todo se puede convertir en información susceptible de ser analizada con métodos estadísticos y cuantitativos. Una muy buena parte de nuestras actividades quedan registradas en bases de datos públicas y privadas. La capacidad de procesamiento de esa información y las técnicas para su análisis (incluso sin necesidad de intervención humana gracias a los algoritmos desarrollados por la inteligencia artificial) también progresan sin pausa. Así pues, la Economía, como disciplina científica dedicada fundamentalmente a comprender algunas dimensiones del comportamiento humano, encuentra un campo cada vez más fértil para producir sus frutos. Que se desarrollara apoyándose en la estadística y en los métodos cuantitativos es una gran ventaja comparativa.

Pero, como decía Henri Poincaré, matemático y filósofo de la ciencia, de la misma manera que un montón de ladrillos no es lo mismo que un edificio, los datos, por sí solos, no son conocimiento. Es la interpretación de esos datos la que permite elaborar teorías o relatos útiles para el análisis y la política económicas.

Solo hay dos tipos de interpretaciones de datos: las que merecen el beneficio de la duda y las manifiestamente falsas. Las primeras se basan en análisis cuantitativos guiados por la disciplina metodológica y supervisados y contrastados por la comunidad científica. Las segundas suelen estar contaminadas ideológicamente y/o ser malintencionadas. Mientras que analistas e investigadores tratan de buscar explicaciones a los datos, muchos de los relatos económicos que se transmiten a la opinión pública parecen servir a un objetivo diferente: ofrecer datos que justifiquen explicaciones decididas previamente por prejuicios, afinidades ideológicas o servidumbres al líder.

Por otra parte, por lo que respecta a las políticas públicas, el estudio de su implementación y la evaluación de sus resultados no son suficientemente intensas. Por una parte, está la evaluación 'ex ante' que consiste en una anticipación de los resultados previsibles de una determinada medida. Luego está la supervisión de la implementación de esa medida (no siempre lo que se dice que se va a hacer, se acaba haciendo). Finalmente, es imprescindible proceder a una evaluación ex post de los resultados de dicha implementación. Y todas ellas deben hacerse de manera transparente y con la participación de la comunidad de analistas e investigadores que tienen la pericia, la experiencia y la independencia para completarlas con suficientes garantías. Obviamente, esto solo es posible si los datos que constituyen la materia prima para los ejercicios de evaluación, que suelen estar en registros controlados por las Administraciones Públicas, se suministran sin restricciones a la comunidad científica.

Por último, cuando hablamos de Economía, hay que recordar que estamos en un campo de conocimiento en el que los datos y las explicaciones cambian en el tiempo y en el espacio. Se dice que Keynes decía: “Cuando cambian los datos, cambio de opinión”. En las circunstancias actuales y con su capacidad de análisis (y carácter veleidoso), ahora cambiaría de opinión aun más a menudo de lo que lo hizo, probablemente, varias veces al día

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