OPINION

Primera reunión del BCE en 2020: ¡No molestar!

Hipotecas en vilo y depósitos en coma tras la cita del BCE
Hipotecas en vilo y depósitos en coma tras la cita del BCE

Este jueves el BCE se reúne por primera vez en 2020. Se trata de un encuentro en el que no esperamos cambios en lo que se refiere a la política monetaria. De hecho, no esperamos ningún cambio radical durante todo el año, a no ser que tenga lugar alguna especie de apocalipsis zombi o un milagro con la inflación. Precisamente, el banco central sitúa actualmente su previsión de IPC armonizado para el año 2022 en el 1,6%, todo un reflejo de la poca disposición de la autoridad central a alterar el curso de sus acciones de política monetaria en el corto plazo.

En lo que se refiere específicamente a esta reunión del jueves, hay varios factores que explican por qué no habrá movimientos: en primer lugar, el panorama económico no ha cambiado sustancialmente; en segundo término, el BCE todavía quiere darle más tiempo al paquete de septiembre para que surta efecto en la economía y, por último, justo este mismo mes, la autoridad central se ha embarcado en una revisión estratégica en la que, citando a la presidenta Lagarde “no quedará ninguna piedra sin remover” y que esperamos que dure hasta finales de año.

Precisamente, nuestra expectativa es que la rueda de prensa posterior al consejo se centrará en dicha revisión estratégica. Sin embargo, no vemos a Lagarde en posición de proporcionar demasiada información sobre cómo está este proceso. Nuestro enfoque es que la aproximación del BCE no va a ser la de una “revolución”, sino más bien, la de una “evolución”. Consideramos que la revisión estratégica es, en cierta medida, un instrumento para ganar tiempo: tiempo para la transición del liderazgo; tiempo para que la reciente batería de medidas se consolide; tiempo para gestionar la evidente cacofonía presente en el Consejo de Gobierno de la entidad y tiempo también para afrontar el creciente malestar con las acciones del banco central que se está manifestando en diferentes áreas de la zona euro.

El mandato de estabilidad de precios del BCE no puede cambiar, pues está consagrado en el Tratado de Funcionamiento de la UE (TFEU), pero la autoridad monetaria sí podría simplificar y clarificar la definición de estabilidad de precios y revisar la forma en que se mide la inflación, por ejemplo, revisando el papel que juega el sector residencial. Otro de los aspectos que pensamos que se puede contemplar en esta revisión estratégica es introducir dos pilares en la evaluación de la estabilidad de precios, tomando en cuenta tanto las consideraciones de estabilidad financiera, como de cambio climático. También está sobre la mesa la idea de reconfirmar la caja de herramientas empleada recientemente, es decir, hacer “convencionales” las “decisiones no convencionales”.

Por otro lado, es cierto que la visión del panorama económico se ha reequilibrado ligeramente al alza. De hecho, ya en la reunión de diciembre, el propio banco modificó su lenguaje indicando que los riesgos a la baja para la economía habían sido “algo menos pronunciados”. Existe la posibilidad de que el Consejo de Gobierno adopte un tono algo más positivo en esta reunión, indicando que los riesgos a la baja “están, en general, equilibrados”, lo que inclinaría el mensaje marginalmente hacia el lado de los halcones. Pero, por otra, parte, nuestra valoración es que al final, el Consejo de Gobierno encontrará prematuro hacer una valoración de este tipo y se abstendrá de retirar las palabras “más bajos” de su comunicado sobre los tipos de interés; en definitiva, este es el comunicado que esperamos sobre los tipos por parte del BCE: “esperamos que las tasas se mantengan al nivel actual, o a niveles más bajos”.

Es posible que, durante la rueda de prensa, Lagarde sea pregunta por la reciente decisión del Banco de Suecia de devolver los tipos de los depósitos a cero, sacándolos del terreno de las tasas negativas. ¿Servirá la decisión del Riksbank de modelo para el BCE? Creemos que Lagarde se limitará a enfatizar las diferencias con Suecia y a recalcar los resultados positivos en términos de flujo de crédito en el sistema financiero que han generado las decisiones del banco central, si bien también puede emplear estas posibles cuestiones sobre Suecia para subrayar que efectivamente hay efectos colaterales y que la política monetaria tiene sus límites.

Por eso, creemos que la configuración actual de la estrategia del BCE está indicando a los gestores públicos que la política de tipos ya no da más de sí, pasando así el testigo oficialmente a los Gobiernos, pero recordando al mismo tiempo que las compras de activos estarán ahí para ayudar a la política fiscal tanto tiempo como sea necesario.

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