Los partidos se retratan en La Moncloa

    • El inmovilista Rajoy ha obligado a los partidos a retratarse convocándoles a La Moncloa para tratar el desafío de los nacionalistas catalanes.
    • La cita de los partidos en La Moncloa ha sido una oportuna decisión para formar un bloque constitucionalista que haga ver a los de la secesión catalana que la democracia española cuenta con una solida defensa basada en el respeto a la ley.

El lenguaje de la corrección política, esa censura andante que impone términos y reprueba opiniones, ha estampillado al presidente del Gobierno como inmovilista. Ha tenido tanto éxito que tradicionales simpatizantes del Partido Popular están poniendo a subasta su voto porque Mariano Rajoy ha tratado el problema creado por los independentistas catalanes con actitud pasiva, recostado en una chaise longe como le dibuja día sí y día también el chistero de un periódico. Casi me siento en la necesidad de pedir perdón por discrepar de ese leitmotiv y afirmar que Rajoy se ha enfrentado a la locura secesionista de Artur Mas y sus cuates como debe hacerlo el máximo responsable político de la nación, protegiendo con el muro de la ley al Estado que quieren derribar. Si eso es inmovilismo, bienvenido sea, porque el cumplimiento de la ley por todos, desde el primero al último, es la garantía de la estabilidad, de la libertad y del progreso.

A la vista de lo que proponen algunos que pretenden gobernar España, el llamado inmovilismo de Rajoy es una bendición del cielo. ¿Cómo trataría el problema Pedro Sánchez, responsable actual del Partido Socialista? Ofreciendo una reforma constitucional para implantar un federalismo que los independentistas no quieren, lo que se traduciría en un gran desbarajuste legal. Sánchez afirma que quiere defender España, pero barones de su partido en Cataluña y Valencia coquetean con la idea secesionista como si les diera vergüenza –o, realmente, porque les da- defender la estabilidad de la Constitución hasta que haya un consenso auténtico y seguro acerca de qué es lo que se quiere cambiar y cómo. ¿Y qué es lo que propone Pablo Iglesias, jefe de Podemos? El derecho de autodeterminación, tras cuyo ejercicio sería un milagro que siguiera existiendo España, porque a la independencia de una parte habría que añadir pronto la independencia de otras y, dentro de éstas, nuevas independencias y así hasta no se sabe dónde, porque si una parte tiene el derecho de salirse del todo, una parte de esa parte también tendría derecho a su emancipación. Si hay derecho de autodeterminación tendrá que haberlo para todos.

La encuesta de 'El País' de este domingo ofrece dos buenas noticias: el PSOE y Podemos bajan a la tercera y cuarta posición con escasas, y acaso nulas, perspectivas de influir en el Gobierno de España. El Partido Socialista, en las manos de Sánchez, está cada día más lejos, hacia abajo, de su peor resultado electoral histórico y Podemos, guiado por un discutido, internamente, Iglesias, ha perdido las expectativas que se le concedían hace ocho o diez meses y, aunque últimamente parece remontar, está lejos del pelotón de cabeza. Si el resultado de diciembre se parece en sus grandes líneas al diseño de esta encuesta, el futuro de España estará en las manos de dos partidos, el Popular y Ciudadanos, que coinciden sin evasivas en querer resguardar con el cumplimiento de la ley la unidad de España y defenderla de los experimentos que la desestabilicen.

El inmovilista Rajoy ha obligado a los partidos a retratarse convocándoles a La Moncloa para tratar el desafío de los nacionalistas catalanes. Allí, Albert Rivera, líder de Ciudadanos, ha mantenido una actitud inequívocamente contraria al delirio independentista y rotundamente favorable al cumplimiento de la ley como garantía de la democracia española. Y además, no se ha desdicho al día siguiente de su apuesta por la legalidad y de su acuerdo con Rajoy, en contra de lo que hizo Sánchez, que en unas horas volvió a apuntarse a la delirante equidistancia y a atribuir al jefe del Gobierno la responsabilidad de la crisis catalana, lo cual podría entenderse, aunque malamente, como una artimaña política, pero en ningún caso como una interpretación de la realidad.

La cita de los partidos en La Moncloa ha sido una oportuna decisión para formar un bloque constitucionalista que haga ver a los de la secesión catalana que la democracia española cuenta con una solida defensa basada en el respeto a la ley. Ahora van a ir otros partidos a ese fotomatón político y veremos cuánto se incrementará el frente constitucional y se producirán valiosas clarificaciones. De momento sabemos que Ciudadanos es, en este aspecto, un partido de fiar, el PSOE tiene pendiente aclararse y conseguir que todos sus agentes marchen en el mismo rumbo, y Podemos maneja propuestas que solo pueden empeorar la situación. Al mismo tiempo, los independentistas ya saben que el Estado está defendido y los ciudadanos ya conocen quiénes están por la labor. Para ser el resultado de un inmovilismo, no está mal.

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