OPINION

Ya podemos salir a hacer deporte, ¿por qué no invertir en él?

El pasado sábado 25 de abril, el Presidente del Gobierno anunciaba que si la evolución de la pandemia continúa, según lo previsto, los siguientes en poder salir a las calles en nuestro país, después de los niños, serán las personas que deseen hacer ejercicio al aire libre. Esta decisión pone de manifiesto, una vez más, la notable y creciente importancia que el deporte tiene actualmente dentro de nuestra sociedad. Cada vez más gente es consciente de los grandes beneficios que conlleva la actividad física y de cómo nos ayuda a mejorar sensiblemente nuestra calidad de vida.

Sin embargo, aunque la sociedad ya le ha otorgado hace tiempo el lugar que merece, el deporte sigue pasando bastante desapercibido como tendencia de inversión global con gran potencial. Si uno rastrea un poco en el gran supermercado de la gestión de activos, no le resultará difícil encontrar fondos temáticos dedicados a tendencias como la robotización, la inteligencia artificial o el envejecimiento de la población, o centrados en sectores  como el farmacéutico, el energético o el de la automoción. En cambio, ni rastro del deporte en este catálogo.

Su ausencia resulta especialmente llamativa, ya que existen importantes fuerzas que impulsarán el crecimiento de esta industria en las próximas décadas. Los jóvenes se interesan cada vez más por el cuidado de su cuerpo y por su bienestar. Nuestros mayores, por su parte, se han concienciado de la importancia de la prevención y el ejercicio para mantener su salud. Los gobiernos de los países ven en el deporte una vía para reducir el enorme coste de sus sistemas sanitarios. Las empresas prestan una creciente atención a la salud de sus empleados y les ofrecen facilidades para que puedan ejercitarse.

El obligado confinamiento de estos meses hace que nos demos cuenta de lo mucho que echamos de menos disfrutar de nuestros equipos y jugadores favoritos. La falta de competiciones también nos ha recordado la importancia que las retrasmisiones en directo tienen para las compañías audiovisuales, que cuentan cada vez con más medios digitales para conectar con el aficionado, ofrecerles una mejor experiencia e intentar así maximizar sus ingresos. Ningún otro contenido engancha tanto como el deporte, quizás porque, como decía Woody Allen, éste nos ofrece finales que el cine ni siquiera es capaz de imaginar.

Para los gestores de fondos, el deporte ofrece, además, una vía para invertir de manera responsable con la sociedad. Por un lado, apoyarlo ayuda a combatir la obesidad o los hábitos de vida poco saludables que, a día de hoy, representan un problema serio a nivel global. El ejercicio nos sirve para controlar nuestro peso, cuidar la espalda, mantenernos más jóvenes, prevenir lesiones o reducir nuestro nivel de estrés. Por otro lado, invertir en esta industria supone también promover e impulsar una serie de valores que son positivos y mejoran la sociedad. El deporte es compañerismo, respeto, espíritu de superación, tenacidad y esfuerzo para ser mejores. Como afirmaba el ganador del Premio Pulitzer, George F. Will, “el deporte sirve a la sociedad, proporcionando ejemplos vivos de excelencia”.

Compañías deportivas

Por si lo anterior no fuera suficiente, el hecho de que se trate de un sector olvidado por muchos inversores hace que en él podamos encontrar excelentes compañías cotizando a precios que, en nuestra opinión, resultan realmente atractivos, sobre todo cuando se busca en Europa. A lo largo de los meses, hemos ido profundizando cada vez más en nuestro análisis de esta industria. A día de hoy, las empresas relacionadas con el deporte representan más del veinte por ciento de la cartera del Mapfre AM Behavioral Fund, un fondo de renta variable europea con el que intentamos, precisamente, estudiar la psicología del mercado para poder detectar este tipo de oportunidades.

Los partícipes de este fondo coinvierten con nosotros en empresas como MIPS (compañía sueca que ha desarrollado una innovadora tecnología de protección del daño cerebral para los cascos de ciclistas y motociclistas), Technogym (empresa familiar italiana dedicada a la fabricación de equipamiento para gimnasios y bien posicionada para aprovechar el potencial de los datos), Adidas (multinacional alemana dedicada al calzado y la ropa deportiva), The Gym Group (cadena de gimnasios de bajo coste en Reino Unido) y en tres clubes de fútbol europeos: Ajax de Ámsterdam, Olympique de Lyon y Borussia Dortmund.

Europa frente a EEUU

Cada una de estas compañías representa una buena opción para posicionarnos a favor del crecimiento de la industria del deporte. De todas estas inversiones, quizás la que más llame la atención es precisamente la de los equipos de fútbol. No resulta habitual que un fondo generalista de Bolsa europea compre acciones de clubes cotizados. Los miedos y prejuicios hacen que el mercado esté pasando por alto los cambios que se han producido en esta industria en los últimos años, sobre todo a raíz de la introducción de las reglas de Fair Play Financiero. A día de hoy, pueden encontrarse clubes, como los arriba mencionados, que cuentan con excelentes equipos gestores, balances saneados y generan beneficios para sus accionistas de manera recurrente. En nuestra opinión, además, se encuentran significativamente infravalorados.

Valga el siguiente ejemplo. Si un inversor quiere comprar una participación en una franquicia deportiva que genere un beneficio operativo entorno a los 100 millones de euros puede, por un lado, fijarse en clubes como el Lyon o el Dortmund, con valoraciones de mercado cercanas a los 500 millones de euros, o puede también entrar en la puja abierta por los New Yort Mets, de la liga americana de béisbol, cuyo precio ronda ya los 2.600 millones de dólares. Esta diferencia no tiene ningún sentido. Y menos teniendo en cuenta que los beneficios de los clubes de fútbol europeos probablemente crecerán más rápido que los de las franquicias deportivas americanas, ya que parten con bastante más camino por recorrer en cuanto a la adopción de herramientas de gestión empresarial.

Por último, los clubes de fútbol, vistos desde una perspectiva de negocio, cuentan con una importante ventaja competitiva. Sus consumidores son inamovibles y no abandonan nunca el producto, lo que contribuye a justificar que se trate de una industria que ha crecido casi de manera continuada durante décadas. Lo explicaba de manera brillante el periodista, escritor y ensayista uruguayo Eduardo Galeano cuando decía que, en su vida, una persona “puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”.

Otra de las bondades de la actividad física es que despeja la mente y abre paso a nuevas ideas. Quizás, cuando usted salga a correr en los próximos días, sea también un buen momento para pensar en sus inversiones. Mi recomendación es que no se desfonde en los primeros kilómetros. La inversión es una carrera de larga distancia. Como si de un partido de tenis se tratara, es importante resistir cuando el rival nos envía bolas difíciles a nuestro revés. Sin embargo, resulta más determinante aún centrarnos en evitar los errores no forzados.

Precisamente para lograr este último objetivo, nos resultará de gran utilidad el intentar escoger empresas con altas probabilidades de sobrevivir y de superar cualquier crisis, por extraordinaria que ésta pueda llegar a ser. En este sentido, no sé si dentro de veinte años continuaremos moviéndonos en coche, volando en aviones, compartiendo datos en nuestras redes sociales o comprando en los supermercados. ¿Piensa usted que seguiremos haciendo y consumiendo deporte?

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