OPINION

Casado merece una oportunidad, Sánchez se la dará

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el candidato socialista a las elecciones europeas, Josep Borrell
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el candidato socialista a las elecciones europeas, Josep Borrell
EFE

El Partido Socialista ha obtenido un gran triunfo en las elecciones. Por votos, por concejales y gobiernos y por haber logrado agrupar de nuevo un porcentaje significativo del voto de izquierda disgregado en diversas siglas tras la irrupción de Podemos. Estas elecciones, más allá de los análisis locales siempre importantes, tienne un nombre propio y es Sánchez. Los dioses premian a los osados. Cuando, hace apenas un año, sin acta siquiera de diputado y con algo más de ochenta escaños, presentó la famosa moción de censura nadie hubiera podido figurarse un mapa político teñido de rojo socialista como el que nos han deparado estas triples elecciones. Debemos felicitarlo y desearle suerte, que falta le hará. El líder socialista ha tocado las alturas, pero, ahora, ¿qué hará? ¿Ha tocado techo o aún será capaz de mantenerse y elevarse?

Sánchez ve revalidado su indiscutible liderazgo y validada la estrategia política hasta ahora empleada. Por una parte, viernes sociales y potenciación de su cara más social y de izquierda, compitiendo con un Podemos que hace tiempo que perdió su sitio, y, por otra parte, apurando las posibilidades de negociación con un independentismo hasta ahora irredento. Como candidato, Sánchez ha demostrado su valía. Como presidente de gobierno, que garantice estabilidad, bienestar, empleo e integridad territorial, está aún por ver. Ha pasado su tiempo de demostrar el talento electoral – que lo tiene – para pasar a la hora de la verdad, la del talento del buen gobernante, que aún está inédita para los españoles.

Al PNV le ha ido bien su política de posibilismo con los gobiernos nacionales. Seguirá, por tanto, en su apuesta tradicional, apoyo de investidura a cambio de algún tipo de recompensa, pagadera en presupuesto o en competencias. Podemos, que llegó a soñar con asaltar el cielo, atisba el infierno en el suelo que se abre a sus pies. ¿Qué hará? ¿Seguir colaborando con un PSOE que lo devora o marcar territorio propio y diferenciado de Sánchez? No lo tiene fácil, en cualquier caso, la formación morada. Uno de sus problemas principales se llama Iglesias y ya veremos qué camino toma, si el del ministerio cómplice, el del amigo complaciente o el del rival exigente.

Casado toma aire en Madrid

El PP, salvo algunas honrosas excepciones, ha sufrido un duro desgaste, a pesar de los cual Ciudadanos no logra superarlo. Al final, la sensación de muchos militantes y contantes populares es que aún podía hacer sido peor, por lo que pueden ampararse en una sensación de alivio relativo, que siempre es un consuelo para tanto destrozo. Y algunas plazas significativas, como el ayuntamiento de Madrid, le dan aire y visibilidad. Ha quedado demostrado que el PP tiene un suelo más sólido de lo que algunos pronosticaron y podría comenzar a agrupar los votos perdidos del centro derecha. Algo parecido ocurrió con el PSOE, ¿por qué no podría pasar con el PP? Por eso, aunque muchos de los dirigentes populares experimentarán la tentación de noches de cuchillos largos, Casado debe resistir. Merece una oportunidad, que sin duda alguna irá tomando forma a medida que la legislatura avance y los cuentos de hadas que nos creemos en las campañas electorales se difuminen para dar paso a la dura realidad que pondrá a prueba al nuevo gobierno. Y dos cuestiones claves, la política catalana y la económica, no serán nada fáciles de lidiar sin sufrir un severo desgaste en el intento.

Si la economía – como parece – continuara debilitándose por un motivo u otro, Sánchez tendría que afrontar déficits presupuestarios superiores a nuestros compromisos, lo que le obligarían – como ya le ocurriera a Zapatero – a políticas de ajuste de una u otra naturaleza porque las simples subidas de impuestos anunciadas no darían para equilibrar razonablemente las cuentas. Ya veremos cómo enmienda el déficit que ha sido cebando con promesas y decretos-leyes y como logra animar a una economía que – hasta ahora – sus políticas han colaborado a enfriar. Tratar de aplacar al independentismo con cesiones y pactos es alimentar al tigre que te devorará. La evolución del drama inducido por el independentismo catalán continuará marcando la política española, levantando pasiones en uno u otro sentido.

Sánchez tendrá manos libres para formar gobierno. Es probable que lo intente en solitario, con apoyos que irán evolucionando a lo largo de la legislatura. Por ejemplo, no sería de extrañar que Ciudadanos recuperara el perfil centrista apoyando en algunos lugares y momentos al PP y en otros al PSOE. Ya veremos. Hasta ahora, Sánchez ha hecho simple política electoral y le ha ido bien. Ahora llega el momento de lidiar para demostrar su talla de estadista. Y algo nos dice que, a medio plazo, abonará el campo para que Casado pueda reconstruir un centro derecha por hoy dividido, confundido y desmotivado. Casado debe ahora demostrar el talento electoral si algún día aspira a poder demostrar sus dotes de estadista.

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