OPINION

Cataluña y el pueblo olvidado

Obligada apermanecer inmóvil e igual a sí misma

para ser recordada mejor, Zora languideció,

se deshizo y desapareció. La Tierra la ha olvidado.

Las Ciudades Invisibles, Italo Calvino

El pasado domingo, por segunda vez en la historia de la democracia, el gobierno autonómico catalán, desoyendo el mandato constitucional, ha celebrado el referéndum secesionista anunciado meses atrás. En noviembre del año 2014, la primera ocasión de medir el pulso de las fuerzas separatistas, los resultados fueron muy pobres: solamente un 33 % se acercaron a votar. De ellos el 80% votaron sí a un estado catalán independiente. Pero un 80% de un 33% de la población no es “la enorme mayoría de los catalanes”. De hecho, con los más de dos millones de votantes que contaban los partidos que convocaron, era más que suficiente para hacer ese volumen de ruido. Así que la cosa quedó en nada. Tanto el gobierno central como el autonómico, entonces liderado por ArturMas, sacaron pecho y trataron de comportarse con cierta vergüenza torera y se acabó. No hubo represión policial. Simplemente ese referéndum no se reconoció y al carecer de legitimidad pasó a mejor vida.

La diferencia respecto al pasado domingo, es que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, la instancia correspondiente, ordenó a las fuerzas de seguridad, tanto a las de ámbito local como nacional, hacer acatar la ley e impedir la celebración del referéndum.

¿Tal vez en el año 2014 la votación era más legal y por eso no hubo desmantelamiento de las urnas? No, es que en aquella ocasión el juez de guardia decidió desestimar la petición de los partidos de la oposición que denunciaron la ilegalidad (UPyD y Plataforma per Catalunya), por parecerle desproporcionadaslas medidas de represión propuestas. Por otro lado, la instrucción de la magistrada, Mercedes Armas, el pasado viernes era la siguiente: “Que [las fuerzas de seguridad] se mantengan en la custodia del material electoral depositado en los Ayuntamientos de Cataluña propiedad de la Administración General del Estado”. No es una decisión tomada de cualquier manera ni estamos ante una magistrada sesgada ideológicamente. Hay una causa abierta y se estudia desde junio, cuando se hizo cargo de la instrucción de dicha causa por desobediencia, prevaricación y malversación contra la consejera catalana de Gobernación, MeritxellBorràs, y el secretario general, Francesc Esteve, quienes licitaron la adquisición de las urnas.

La magistrada Armas no ordenó cargas policiales ni medidas concretas que quedan, como es normal, al arbitrio de los mandos de Interior.

¿Se han extralimitado las fuerzas de seguridad del Estado en su celo custodio y las fuerzas de seguridad locales en su inacción? Tal vez hay un poco de todo. Actualmente constan unas quince denuncias en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña contra la Guardia Civil y la Policía Nacional por su comportamiento excesivamente violento y contra los mossos por su comportamiento negligente permitiendo una votación ilegal.

¿Por qué, entonces, hay quien está proponiendo denunciar a Rajoy ante el Tribunal Internacional de La Haya? Porque no importa la realidad sino la apariencia de realidad. Y eso es muy doloroso porque desata una lucha interna en la mente de los ciudadanos y acaba por dejar en el olvido, como invisible, a gran parte del pueblo catalán.

MientrasJulian Assange y otros medios captados por los políticos independentistas han preparado el terreno desde hace semanaspara que la difusión de la sangre, las porras, los niños y los ancianos fuera viral, los catalanes no independentistas, con muy honrosas excepciones, no han hecho acto de presencia. Y así, las “otras” fotos, las de personas insultando y apedreando a los miembros de las fuerzas de seguridad, o votando varias veces, o tirándose al suelo cerca de la policía, han quedado en el anecdotario.

¿Era necesaria esta barbaridad? No creo. Pero desde el punto de vista político probablemente era la mejor opción. Siento que suene tan brutal.

Mis amigos independentistas, brillantes profesores de pensamiento político, me han explicado que uno no se independiza pacíficamente, siempre hay dolor. Es una decisión normalmente unilateral, que puede dar lugar a más o menos revueltas, pero que acaba aceptándose de facto. Quien te tiene que reconocer no es el país del que te separas, sino la comunidad internacional. Por ejemplo, Kosovo es reconocido como país por111 de los 193 países que conforman las Naciones Unidas, pero no por el Estado español. ¿Le merece la pena a la Unión Europea sentar precedente y reconocer a Cataluña, sabiendo que Piamonte, País Vasco, Bretaña, Córcega, el Tirol, Escocia, los flamencos y valones belgas y tal vez Galicia están en la puerta esperando el momento? Yo creo que no por una cuestión presupuestaria.

Sin embargo, a pesar de que se logre o no la independencia, el comportamiento de los políticos de ambos lados ha terminado por bloquear a los catalanes no secesionistas y a aquellos que simplemente dudan. El resto de los españoles no contamos. Un bando niega la Constitución y el estado de derecho que proviene de la Transición, y precisamente por ese origen. El otro niega la independencia y cualquier paso en ese sentido, someterse a las vías constitucionales implica entrar en un callejón sin salida. ¿Y una vía diferente y pacífica? Nadie quiere iniciar ese camino. Todos están atrapados por sus negaciones. Y en medio, están esos millones de catalanes que no votaron y no aparecen. Y acabarán siendo olvidados.

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