OPINION

Rajoy se va con lágrimas en los ojos y su sueldo vitalicio

Rajoy anuncia que deja la presidencia del Partido Popular
Rajoy anuncia que deja la presidencia del Partido Popular
Europa Press

¿Cómo no emocionarse al despedirse tras quince años de dirección del partido? Porque no ha sido líder, ha sido presidente. A veces confundimos el mando y ordeno con el liderazgo. Mariano no es líder. Dice que no le ha echado la gente, pero ha vivido en primera persona cómo su partido ha pasado en las encuestas del primero al cuarto puesto, detrás de su archienemigo el PSOE y de los dos nuevos, C’s y Podemos.

En su discurso de despedida ha mencionado la palabra lealtad refiriéndose a la recibida por él de sus compañeros de partido. No pueden decir lo mismo otros miembros que osaron hacer sombra y fueron machacados por un “quítame allá ese máster”, una maniobra propiciada desde dentro, como lo de Esperanza. Ya se sabe que los disparos más dañinos son los de tu propia trinchera.

Su salida del gobierno ha sido al más puro 'estilo Mariano', a distancia, y esta vez sin siquiera un plasma que nos permitiera ver su rostro. Nuestras acciones nos definen, y Rajoy podrá ser buen orador, pero sus actos políticos nos harán recordarle como un cobarde político. No deja nadie en herencia, mejor que se elija en un congreso extraordinario del partido. Habrá que prestar mucha atención a lo que salga de ahí.

El Partido Popular debería tener muy presente cómo las malas elecciones le han llevado a perder Cataluña, donde ya no cuenta ni con grupo propio y ha tenido que recibir favores de la mismísima Esquerra Republicana de Cataluña. Podría suceder a nivel nacional. Para los escépticos: así de increíble les debía parecer a los comunistas de hace unos años que un día el Partido Comunista desapareciera, primero diluido en Izquierda Unida y finalmente pulverizado por Podemos. Balas de la misma trinchera, de nuevo. Hay que tener en cuenta que Ciudadanos, a quien ha atacado todo el PP como gato panza arriba, delatando su complejo y su debilidad, está callado observando, y que es evidente la flexibilidad y la capacidad de amoldarse del partido de Rivera. Precisamente eso es lo que algunos le afean y sus oponentes le echan en cara.

Por otro lado, el nuevo presidente Sánchez está demostrando que no es tonto y ha sorprendido desplegado su abanico y haciendo signos a todos sus pretendientes: a las mujeres, con un gobierno con mayoría femenina; a Susana Díaz, con una ministra de Hacienda muy afín; a los independentistas, con una ministra de Administraciones Territoriales que tiene dudas manifiestas respecto a qué es una nación; a los no independentistas, con Borrell para Relaciones Exteriores; a Europa, con una ministra de Economía que es carne de troika; a los ecologistas, con una ministra experta en cambio climático y a sus fans de toda la vida con Margarita Robles, Carmen Calvo (la doble de Eva Miquel) y Ábalos. Por supuesto, en determinados medios se anuncian grandes hecatombes, futuras propuestas de políticas tremendas… que aún no han sucedido. Atados como estamos a unos presupuestos, a unos compromisos con Europa y a unas elecciones autonómicas y locales en el 2019 que van a servir de termómetro, Sánchez, como decía Juanma López-Zafra, solamente tiene que tratar de no hacer tonterías para quedarse.

Así que habrá que ver qué hace el Partido Popular, que ya amenaza con rechazar sus propios Presupuestos en el Senado, para que Sánchez tenga que vérselas con el PNV. Como si a Sánchez le fuera a molestar pactar con el PNV, con quien han tenido que pactar todos los presidentes, desde 1996 que Aznar inaugurara la ronda con Arzalluz. Qué mala memoria tenemos. Ahora resulta que pactar con independistas en el congreso es pecado, pero algunos “hablaban en catalán sólo en la intimidad” y tanto practicar les ha dejado fuera de juego.

Si los elegidos en el Congreso popular que se viene se dedican a hacer sangre a Ciudadanos se van a equivocar enormemente. Porque si el objetivo es recuperar el gobierno, deberían centrarse en señalar los puntos negros de la gestión de Sánchez (que los tendrá) y hacer propuestas de calado político. Diferenciarse políticamente de Ciudadanos implica recuperar la personalidad 'pepera' sin complejos en la calle, no enzarzarse en una pelea de patio para ser el jefe de la oposición en el Congreso de los Diputados.

No es probable que sigan el camino correcto. Me lo dice la actitud de Rajoy, las acusaciones a Ciudadanos de todo lo que sucede bajo la luz del sol, los permanentes intentos de menoscabar sus iniciativas, las puñaladas traperas que han dado a sus compañeros de partido, la burbuja irreal en la que han instado su cuartel general. Ni siquiera Aznar, en el limbo político de algunas fundaciones venidas a menos, está en contacto con la realidad. Sigue organizando actos como si no fuera con él la cosa. “Está lejísimos del PP, muy cerca ideológicamente de Ciudadanos, pero jamás formará parte de Ciudadanos”, me dicen en petit comité. Cuando el mismo Aznar está en esas creo que está más que justificada la fuga de votos del PP al partido de Albert Rivera. 

Rajoy se va sin dejar soluciones, sin dar la cara, emocionado, y con un sueldo vitalicio de 80.000 euros al año y un rosario de privilegios. Que encuentre tanta paz como deja.

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