Es mejor estar sin gobierno

  • Llevamos más de 100 días sin gobierno y no hay nadie que eche de menos este vacío, salvo Pedro Sánchez y compañía.

    Lo mejor que le podría ocurrir a la sociedad española es que esta situación se prolongara por lo menos hasta final de año.

Iglesias regala a Sánchez un libro sobre baloncesto con una dedicatoria: "Es bueno empezar por lo que nos une"
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EUROPA PRESS
José María García-Hoz

Más de tres meses sin Gobierno, o de Gobierno en funciones, y no se me ocurre nadie –salvo Pedro Sánchez y compañía—que eche de menos este vacío.

El sol sale a su hora, los niños van al colegio, los supermercados abren, también abren los bancos (aunque tal y como va el negocio más les valdría no abrir), los bares cercanos a centros oficiales aumentan el negocio porque los funcionarios pasan de unos jefes interinos, las multas siguen llegando y el dúo Carmena-Colau suministra material para que los periódicos aporten alguna gracia diferente cada día.¿Paralizados?

Los más agoreros dicen que la supuesta parálisis frena proyectos de inversión, temerosos de que un Gobierno de izquierdas sacuda un impuestazo… Si así fuera, bienvenidas las parálisis de proyectos cuya rentabilidad dependa de algún punto más de presión fiscal. Ese no es el tema.

De hecho, la última operación inmobiliaria relevante, la venta del Hotel Villamagna de Madrid a un comprador turco, tiene más que ver con la inestabilidad del Oriente Medio que con la estabilidad española.

Igual que el turismo: no sube como está subiendo por la calidad de la oferta española, sino por la inestabilidad de la competencia mediterránea. Seguridad jurídica

Y a los que temen la paralización de inversiones, por la quiebra de la seguridad jurídica en, les recordaré que el Reino de España tiene vivas una docena de demandas en las instancias internacionales, judiciales o arbitrales. ¿Perder la seguridad jurídica? Para eso hace falta tenerla.

¿Quién no se acuerda de que la primera medida del Gobierno Rajoy –un teórico business friendly—fue precisamente subir los impuestos?Seguro, seguro: subirán los impuestos

Lo digo desde ahora: el futuro Gobierno, sea del partido que sea, subirá los impuestos. Si es de derechas para equilibrar el déficit público y si es de izquierdas, para aumentar el gasto “social”.

La calamitosa situación de la banca española exige un acelerado proceso de fusiones, que ni se atrevió a poner en marcha el Gobierno anterior, ni sabrá cómo hacerlo el Gobierno que llegue.

Por supuesto ningún Gobierno venidero se atreverá con las Diputaciones, instituciones redundantes después de poner en marcha el Estado autonómico, pero que cuestan 25.000 millones al año y no sé cuántos sueldos funcionariales.

¿Y qué decir de la política energética? Me temo que más de lo mismo: los anteriores, con su reforma energética, metieron la pata –asumiendo que solo sea la pata—; y los siguientes se enterarán de que, frente a las eléctricas, cualquier Gobierno es interino.Nadie sabe lo que pasará

Como bien saben los economistas, la principal función de los Gobiernos en la vida económica consiste en no estropear los ciclos buenos y en paliar los malos. Ningún Gobierno del mundo tiene en su mano la capacidad de prever, ni revertir, el ciclo económico.

Cuando Keynes decía que los economistas pasan seis meses al año pronosticando lo que va a pasar, y los otros seis explicando por qué no pasó lo que ellos dijeron que pasaría, se refería precisamente a esa futilidad de las previsiones económicas de los gobiernos.

Con un Gobierno u otro, la economía española seguirá dependiendo del tran-tran de la internacional: el precio del petróleo, los tipos de interés y la disposición del Banco Central Europeo para comprar deuda pública de cualquier gobierno. A ver quién se cansa antes

Para evitar esa dependencia, España, nadie lo duda, necesita muchas reformas económicas (para reformar la Constitución actual, bastaría con cumplirla y hacerla cumplir), pero si no las han hecho los sucesivos gobiernos con mayoría universal, malamente la podrá hacer otro con exiguo apoyo parlamentario.

O sea, que lo mejor que podría ocurrir a la sociedad española es que esta situación de interinidad gubernamental –es decir, con un gobierno interino incapacitado para tomar decisiones relevantes- se prolongara, por lo menos, hasta final de año.

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