OPINION

Cataluña y el 10-N: más riesgos

Altercados tras la concentración convocada por los CDR.
Altercados tras la concentración convocada por los CDR.

Existe preocupación por lo que pueda ocurrir en Cataluña el sábado y el domingo, jornadas de reflexión y electoral. Dudas sobre si los electores de esta comunidad -5.370.000, sin contar los residentes en el extranjero- podrán ejercer con libertad su derecho al voto. Las amenazas de los Comités de Defensa de la República (CDR) anuncian acciones para esos días, y ya es tristemente sabido lo que eso significa: violencia. En su deriva irracional, piden votos para los suyos y sabotaje para el resto.

Esta democracia española jamás se ha visto en semejante trance durante sus más 40 años de vigencia. Ya no se trataría de algaradas más o menos controladas, sino de sufrir una tergiversación grave en los resultados electorales. Es decir, podríamos encontrarnos con unas votaciones que no responderían a la intención de voto. No se puede explicar de otra manera el hecho de que una parte de los electores, por pequeña que fuera, no consiguiese llegar al colegio electoral -2.700 en total- o no abandonase sus casas por miedo y por sentirse coaccionados.

¿Qué explicación podría darse en un país que celebra unas elecciones plenamente democráticas y que pueden ser manipuladas por los violentos? ¿Y en qué lugar quedaría España en el contexto internacional? Es en estos momentos cuando la responsabilidad política exige un esfuerzo generoso para sellar la garantía de unas elecciones libres. En funciones o no, al Gobierno de la nación le compete tomar las medidas oportunas y lograr que ni un solo ciudadano se quede sin ejercer su derecho, si así lo desea.

Con los antecedentes recientes de desorden público en pleno centro de Barcelona, las consignas lanzadas por la plataforma groseramente denominada Tsunami Democràtic llamando a desobedecer a la Junta Electoral, y la manifestación convocada para el sábado, día de reflexión, tampoco auguran nada bueno. Y menos todavía cuando es el mismísimo president de la Generalitat, Quim Torra, el que atiza las llamas. El mismo que está plenamente supeditado a la ley y quien debe preservar el orden público.

Es muy posible que los comandos de esos grupos bárbaros hayan diseñado ya las acciones previstas para esos días, donde encontrarán un gran altavoz a sus mentiras, y es más que probable que tengan perfiladas sus estrategias. Solo cabe esperar que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se anticipen a los planes de los violentos y garanticen una consulta libre y democrática.

Lo contrario se convertiría en un fracaso y la confirmación de un desastre que se pudo prever y atajar con tiempo.

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