Tribunal global

Los riesgos en los mercados cambian su rumbo

Los riesgos cambian de rumbo en los mercados.
Los riesgos cambian de rumbo en los mercados.
Pixabay

Completamos una semana que, en cierto modo, ha modificado el enfoque que los mercados financieros percibían sobre el crucial aspecto de la respuesta de los bancos centrales a la principal emergencia económica que tenemos en la actualidad: la inflación. En realidad, se puede decir que nos adentramos en una nueva fase que, en todo caso, no deja de ser compleja. Pero sí parece que los inversores han terminado de asumir que los citados bancos van a combatir la inflación hasta la victoria, un proceso que no será fácil ni rápido. En ese sentido, casi podríamos parafrasear a Churchill diciendo que esto no es el fin, ni siquiera es el principio del fin... Pero tal vez sí es el fin del principio.

Y es que a uno y otro lado del Atlántico se están implementando políticas por parte de la Fed y el BCE que van a cambiar el rumbo de la economía y, por ende, de los mercados. En el caso de los EE.UU., como es habitual mucho más avanzados en el ciclo que Europa, la subida de 75 puntos básicos de los tipos de interés puso en valor la determinación de la autoridad monetaria estadounidense para combatir la subida de precios. El mensaje de Jerome Powell consiguió incluso que los bonos estadounidenses experimentaran un rally en valoración. En general, la impresión es que Norteamérica va a subir tipos de manera clara y acelerada… dando margen para que, en un futuro relativamente cercano y ya con la inflación controlada, comiencen a desandar el camino del precio del dinero para favorecer a la recuperación.

En el Viejo Continente, las cosas no van tan rápido, aunque en estos días se ha podido paliar en parte el fiasco de la reunión del BCE de hace un par de semanas: el cónclave de urgencia del organismo monetario europeo convino en establecer un mecanismo (que será presentado en la sesión al efecto de Julio) para acometer el más grave problema que puede surgir en el ámbito europeo: la fragmentación de las deudas o, dicho en plata, la subida de las primas de riesgo periféricas, singularmente en Italia y España.

También se acordó flexibilizar la reinversión de los bonos que vencen de los planes de ayuda especiales, aunque no se explicó cómo. Es de suponer que se prestará más atención a comprar renta fija de países con la prima más comprometida. En todo caso, unas decisiones que han constituido un bálsamo (de momento) para los mercados de deuda… pendientes eso sí de ser materializadas.

Con todo lo expuesto no queremos dar la imagen de que el peligro ha pasado, ni mucho menos. Nos esperan meses muy complicados. Y no solo porque la inflación tardará en bajar, la crisis bélica en Ucrania no da signos de desaparecer y la estructura del comercio mundial sigue resentida. El principal problema que empieza a entreverse, de hecho, el riesgo que despunta en el futuro, es el deterioro de la actividad económica. En realidad, lo que estamos observando es que los riesgos están comenzando a bascular desde inflación hacia crecimiento. Algo que entra entro de lo normal, en plena fase de subida de los tipos de interé pero cuyo resultado final puede ser un aterrizaje duro de la economía o tal vez una recesión. Y, en el peor de los casos, estanflación, suponiendo que el retroceso económico sea muy fuerte y no se consiga frenar el alza de precios.

Aún es muy pronto para determinar cuál será la senda del devenir económico. La magnitud de la respuesta monetaria de los bancos centrales hace pensar que un aterrizaje suave de la economía comienza a ser una hipótesis posible, pero poco probable. Los organismos monetarios han llegado tarde a la lucha contra las subidas de precios y, en ese sentido, la urgencia apremiante para combatir estas subidas puede causar lo que los pilotos denominan un 'overchut', es decir, pasarse de la raya. En otras palabras, es muy probable que paguemos con deterioro la fiebre vivida con los precios. Veremos el alcance de ese deterioro en los próximos meses.

Naturalmente los mercados de activos reaccionan ante este cambio en el balanceo de riesgos: por una parte, la renta fija, cuya caída en valoración recuerda tiempos pretéritos, parece (con todos los 'disclaimers' posibles) que puede estar cerca de encontrar algo parecido a un suelo en valoración (o un techo en rentabilidad). Insistimos, todo con la máxima precaución posible. Por otra parte, la renta variable se ve ligeramente favorecida por el entorno menos nebuloso, pero seriamente perjudicada por un escenario donde unos tipos al alza penalizan el multiplicador, y un crecimiento a la baja perjudica, de manera agregada, a los beneficios empresariales. Sin duda, el devenir del crecimiento (el aterrizaje más o menos suave de la economía) determinará en los próximos meses la evolución de las bolsas. Mientras tanto, y con el verano a las puertas, se impone la prudencia.

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