Cuaderno de venta

Alerta en bolsa, Powell y la coronación de los tipos reales positivos

La última subida de tipos de interés de la Fed coloca oficialmente la política monetaria en terreno restrictivo porque la inflación en EEUU está por debajo la tasa oficial y previene de un ajuste de valoraciones.

Jerome Powell, Fed
Jerome Powell, presidente de la Fed.
CONTACTO vía Europa Press

"Todavía no hemos entrado en una recesión y las bolsas cotizan como si estuviéramos saliendo de ella". Esta reflexión emerge del último informe de los estrategas de bolsa europea de Bank of America, Sebastian Raedler y Thomas Pearce. No les falta razón porque el riesgo de una contracción del PIB que lleva ocupando el debate económico desde 2022 parece haberse disipado por dos motivos principales: la caída de los precios energéticos a niveles previos a la guerra de Ucrania y la reapertura de China tras las restricciones posCovid. Ni siquiera quién tiene la sartén por el mango y la mejor información disponible lo tiene claro.

El jefe de la Reserva Federal, Jerome Powell, no nos ha sacado de dudas esta semana con un críptico mensaje (sic): "Creo que es más probable evitar una recesión que tener una, pero tampoco descarto la posibilidad de tener una recesión. Es posible que tengamos lo que espero que sea una recesión leve". No obstante, si repasamos su discurso de marzo vemos que se ha tornado algo más pesimista debido al golpe evidente de la crisis bancaria en la concesión de crédito y la confianza financiera en EEUU. Pero hay un factor adicional de su responsabilidad que tiene a inversores y banqueros noqueados: el efecto acumulativo de las subidas de tipos desde marzo de 2022: más de 500 puntos básicos tras el último apretón de 25 puntos básicos cuyo impacto es “incierto”, según las palabras del oráculo de la Fed.

Oficialmente, hay una novedad detrás que ha pasado completamente desapercibida. No es otra que la coronación de los “tipos reales positivos” en la economía estadounidense y, por tanto, la entronización de la política restrictiva del banco central. Puede que les sorprenda después de la salvaje serie de diez aumentos de tipos consecutivos. ¿Qué significa esto? Pues, básicamente, que las tasas oficiales de financiación de la Fed (5%-5,25%) superan a la inflación (5%), algo que no sucedía desde hace más de tres años. El rendimiento de la deuda federal del Tesoro americano de corto plazo sobrepasa al IPC, a diferencia del bono a 2, 3, 5 y 10 años que siguen por debajo del 4% descontando recortes de tipos en la Fed. Sin embargo, estas referencias también superarán en breve a la inflación con los próximos datos en camino, debido al desplome de los precios energéticos y la fortaleza del dólar.

A priori, las repercusiones son múltiples e implacables para los mercados financieros. En primer lugar, las valoraciones bursátiles de las empresas deberían disminuir conforme se ajustan los modelos basados en el descuento de flujos de efectivo futuro. El coste de financiación está creciendo y los bonos se convierten en un destino obligado del dinero en contraposición a las acciones tanto por rentabilidad como por seguridad. Pongamos como ejemplo a Apple, la corporación reina de la bolsa, que ha sido capaz de sostener sobre sus hombros la marcha de los índices a pesar de la crisis bancaria de EEUU. Es un caso paradigmático de crecimiento, valoración y rentabilidad, que solo en 2023 roza el 40%.

La influencia del fabricante del iPhone en los índices de Wall Street está en máximos históricos con su capitalización de 2,75 billones de dólares (entre cuatro y cinco veces el conjunto del Ibex 35). Sus resultados de esta semana reabren el debate de las valoraciones tras la segunda caída trimestral consecutiva en ingresos y también en beneficios. En cambio, la tecnológica lo ha contrarrestado como otras veces con un anuncio de recompra de acciones de 90.000 millones de dólares y un aumento del dividendo, cuya rentabilidad apenas llega al 0,5%. Con resultados estancados o a la baja, ¿un gestor prudente de fondos invertiría en ellas o en un bono federal al 3%, 4% o 5% de máxima seguridad? Además, la dudosa práctica de Apple de recaudar fondos emitiendo deuda para remunerar vía dividendo o recompras en bolsa ya no es posible. Entonces, ¿es sostenible su cotización?

Volviendo a la tesis de Raedler y Pearce, o la percepción de Powell, las posiciones de los inversores estarían desalineadas con la entrada en recesión y, por tanto, no estarían descontadas o recogidas en precio. El caso de EEUU está más o menos claro, pero también el de la zona euro después del último aumento de tipos del Banco Central Europeo (BCE) para ponerse al día ante el retraso frente a la Fed. Si a ello le añadimos la llegada oficial de los tipos reales positivos (que hacen más exigente la valoración por fundamentales de una empresa) o el deterioro de las condiciones crediticias, tenemos un cóctel agitándose que puede poner fin a dos trimestres consecutivos de recuperación bursátil. Tanto la Fed como Bank of America ven debilitamiento en el consumo por el descenso del crédito y por las restricciones que los propios bancos están aplicando tras las turbulencias de los dos últimos meses.

Hay una última incertidumbre que puede pesar además en el ánimo inversor: el bloqueo del aumento del techo de deuda de EEUU con el pulso entre Demócratas y Republicanos. Powell dejó bien claro que el banco central no tiene la capacidad de proteger a la economía estadounidense en caso de que se produzca el 'default' o impago de la deuda pública, cuyo límite se acerca a contrarreloj y obligaría a tomar medidas como la suspensión de empleo y sueldo a la Administración federal. No es nada probable. El entendimiento terminará surgiendo ante la amenaza de cataclismo, pero sin duda es un 'cisne negro' al que mirar con máximo respeto.

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