Cuaderno de venta

Bitcoin y el criptoapocalipsis que se puede volver a repetir

Bitcoin / Pixabay
Bitcoin / Pixabay

Es uno de los activos de moda en los mercados en el último mes. Los creyentes e inversores en Bitcoin están que no se lo creen. Detractores y agnósticos observan la situación entre la duda, la tentación y la alarma. Su precio ha entrado en un estado de éxtasis alcista, marcando récord tras récord. La última plusmarca de la criptomoneda se produjo este sábado noche, con alta fiebre inversora, cuando marcó los 33.155 dólares por unidad. Viene a representar una revalorización del 14% en lo que va de 2021, del 100% desde el 1 de diciembre o del 640% desde su mínimo en marzo. Va camino de alcanzar el billón de dólares de capitalización bursátil (precio por número de unidades) o valoración del ecosistema.

Lo anterior no es una 'rara avis' desde que estalló la Covid-19, hay activos por doquier en el mercado que han multiplicado su cotización en los últimos meses. Solo hay que echar un vistazo al Nasdaq o al sector biotecnológico. Pero lo que está ocurriendo con el Bitcoin y sus alrededores (altcoins) es tan especial como peligroso. Las criptomonedas esconden un maravilloso cambio de paradigma tecnológico sobre el funcionamiento del mundo del dinero, de los mercados, la propiedad digital o cientos de usos más. Pero en lo financiero no dejan de mostrar algunos de los peores vicios de la especulación más salvaje e irracional que, como todo el mundo sabe, suele acabar entre mal y peor. Esta opinión no pretende ser un alegato anti burbuja, sino una advertencia de lo que se está incubando alrededor de las criptomonedas y que viene a resumirse en un temido término: regulación.

El reciente escándalo de Ripple debe poner en alerta a un sector que hasta la fecha ha sido lo más parecido a un territorio sin ley, inmune a cualquier atisbo de normativa o transparencia. La SEC de EEUU, el equivalente a la CNMV española, ha encendido las alarmas con el inicio de un procedimiento judicial en los tribunales de Manhattan, donde se dilucidan los grandes asuntos financieros. En su opinión, no es una moneda ni sistema de pagos, sino un activo financiero corriente que ha sido emitido y vendido de forma indiscriminada por sus promotores a inversores sin supervisión de ningún tipo. La 'policía' de Wall Street considera que la empresa Ripple y sus ejecutivos se lucraron durante siete años con estas emisiones continuadas de tokens del mismo nombre por valor de más de 1.300 millones de dólares.

La acusación no es menor y va más allá del debate intelectual sobre qué son las criptomonedas. De hecho, puede convertirse en un ‘casus belli’ de gobiernos y reguladores contra el indomable mundo cripto que amenaza la posición de garantes del dinero de los estados. ¿Es una moneda? ¿Es un valor? La diferencia puede significar incluso hasta la cárcel. El Bitcoin, como las altcoins imitadoras, no dejan de ser un conjunto de protocolos de software que generan tokens digitales (identificación digital o matrícula) que pueden usarse como sistema de pagos pero que tienen valor si alguien está dispuesto a comprarlos. La idea clave detrás de todo esto es la cadena de bloques (blockchain), la cual viene a ser como un registro contable digital en tiempo real y vivo que anota transacciones, las almacena y valida de forma anónima y descentralizada dentro de la propia red.

Bajo esta filosofía, los propios usuarios de la red no solo se convierten en terceros de confianza sino que dan valor a los tokens con sus intercambios. Hay criptodivisas que nacen bajo la filosofía de tener un número finito y escaso de unidades lo que les hace más atractivas a sus usuarios. Hay otras en cambio que son masivas o, incluso, infinitas, es decir, llegan a emitirse sin medida o en grandes cantidades. Como las divisas tradicionales, todas ellas pueden usarse para comprarse las unas a las otras siempre que haya un mercado y participantes dispuestos a hacerlo. Esta es una de las claves de la proliferación de las criptos y los sitios en los que se compran y venden. Esto ha ocasionado casos flagrantes de manipulación de precios desde los emisores de altcoins hacia monedas más comerciales y como mejor intercambio con el dólar y el euro como el Bitcoin, Ether o la propia Ripple, entre otras. El anonimato es a la vez su punto débil y fuerte ya que permite que haya mercados artificiales sostenidos por bots a la espera de que algún humano deposite su dinero físico en alguna de ellas.

La ofensiva judicial del regulador SEC pone en cuestión el modelo de la práctica totalidad de criptodivisas que han emitido y vendido de forma continuada unidades sin control del supervisor. Algunas de las grandes plataformas donde se comerciaba el XRP han suspendido su cotización o excluido directamente del menú inversor. Esta batalla parece ganada a priori por la jurisprudencia que han ido creando en decenas de países las propias autoridades tributarias, ágiles como ninguna a la hora de recaudar, que han dado una tratamiento de activo financiero a las variaciones patrimoniales de los contribuyentes cuando compras, venden o simplemente las retienen.

El crucial asunto llega en pleno boom global de inversores cambiando sus dólares, euros y yuanes por bitcoins o alguna de las 8.163 exóticas criptodivisas que existían al cierre de 2020, cuatro veces más que en 2018. Para Ripple, el juicio en EEUU ha abierto una herida profunda y ha espantado a los inversores en ese token (XRP). El desplome de su cotización en más de dos tercios en cuestión de dos semanas ha sido todo un aviso a navegantes sobre las dos direcciones de los mercados, tanto al alza como a la baja. La velocidad con la que ha cambiado de valor ha sido incluso más violenta que la revalorización del Bitcoin, que se convierte en el refugio de los criptoinversores cada vez que se genera un interrogante existencial para alguno de los tokens. El índice de dominancia del Bitcoin -que relaciona su valor frente al resto- vuelve a situarse por encima del 70%, una proporción no vista desde 2017 cuando se produjo el último criptoapocalipsis en los precios de estas monedas… ¿o eran solamente activos?

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