Cuaderno de venta

Covid-19, el virus de las criptomonedas y los bancos centrales

Covid-19, el virus de las criptomonedas y los bancos centrales.
Covid-19, el virus de las criptomonedas y los bancos centrales.
MichaelWuensch / Pixabay

Es difícil imaginar un escenario de disrupción tan radical como el que ha provocado la pandemia del Covid-19. Se escapa a lo comprensible las futuras consecuencias a largo plazo que tendrá en ámbitos como el financiero y el económico. De no ser por la gran reclusión de 2020, no se hubiese registrado la mayor movilización monetaria de la historia por parte de los principales bancos centrales. Sin ella, los mercados no hubiesen tenido gasolina como para desplegar el mayor rally en tan corto periodo de tiempo. Tampoco se entendería la actual exuberancia en los llamados cripto-activos.

La famosa barra libre de liquidez de los bancos centrales al sistema financiero y los tipos de interés a cero, o en negativo, han catapultado las valoraciones a niveles poco sostenibles en múltiples sectores y países. Se descuentan crecimientos infinitos y estables en negocios como las energías renovables, el software o en la transición del coche fósil al eléctrico. En el caso de las criptomonedas, este nuevo papel-moneda cotiza con su boom de precios una realidad alternativa: el triunfo tecnológico en aplicaciones como el dinero de curso legal, los registros de la propiedad física y digital o, simplemente, como almacén de valor.

Con una dimensión de 2 billones de dólares de capitalización bursátil, los principales cripto activos se han convertido en una patata caliente con la que tienen que lidiar gobiernos y autoridades monetarias. De hecho, su tamaño tiene el potencial de convertirse en la próxima gran crisis financiera. En su esencia tecnológica reside su amenaza: la descentralización. Sobre el papel, las redes detrás de las criptomonedas convierten en prescindibles a los bancos. De hecho, instituciones como el BCE analizan desde este punto de vista el impacto que tendrá el lanzamiento de un cripto-euro sobre la pérdida de depósitos de las entidades financieras debido a que los consumidores podrán traspasar su dinero tradicional a una anotación en cuenta del propio banco central.

La inevitable guerra de poder por las finanzas mundiales parece estar asistiendo a sus primeros movimientos. Los bancos privados occidentales comienzan a poner trabas y filtros a los traspasos e ingresos de dinero hacia plataformas de criptomonedas. No es una decisión unilateral, sino que responde al previsible aumento de la presión de los reguladores. El riesgo del blanqueo de capitales y las dificultades para justificar el origen del dinero han provocado una reacción autoinmune del actual sistema ante una amenaza, como las criptos, que son antisistema porque lo sustituirán.

China ha dado el primer paso en la escena geopolítica para poner coto al auge del Bitcoin y las criptodivisas independientes. El lanzamiento del yuan digital está gozando de un grado de adopción casi instantáneo porque las grandes plataformas de comercio electrónico chinas (Wechat, JD, Pinduoduo…) ya se han ofrecido de antemano a aceptar su uso. Las barreras de entrada parecen inexistentes para el lanzamiento de una criptomoneda, pero su éxito reside en la masa crítica de usuarios que la adopte. Lo que al Bitcoin todavía le está costando horrores, para Pekín es una cuestión de firma y decreto. Con el pasaporte oficial a su cripto-yuan, ese paso intermedio también queda eliminado como también el anonimato del que goza hasta la fecha la tenencia y transmisión de este tipo de instrumentos.

Las derivadas de esta cuestión son extremadamente complejas. Peter Thiel, cofundador de Paypal y una de las figuras clave para entender Silicon Valley o el mundo cripto, cree que China está usando Bitcoin como arma financiera contra EEUU porque su auge somete a debate una figura sagrada e intocable: el papel del dólar como moneda reserva, el verdadero poder de Washington sobre el mundo. Se cuestiona, por ejemplo, que dos tercios del minado de la cripto de referencia pase por redes chinas. Que la posesión como creación y funcionamiento del Bitcoin esté dominada por ciudadanos y empresas chinas les sitúa al alcance de la mano intervencionista del régimen de Xi Jinping. No es nada que Occidente no sepa. China ha sido acusada durante lustros de manipular su divisa, infravalorada frente al dólar o el euro gracias a su tipo de cambio anclado que evita que fluctúe libremente como el resto. La evidente ventaja comercial a la hora de exportar y controlar su propia economía se verá reforzada por el yuan digital, la primera criptodivisa operativa que respalda un banco central. EEUU y Europa puede que estén llegando tarde a esta nueva carrera geopolítica que ya ha comenzado.

Mostrar comentarios