Cuaderno de venta

Efecto Halloween y el truco-trato en la casa del BCE de Sánchez e Iglesias

Halloween marca el inicio de la rotación de carteras de fin de año.
Halloween marca el inicio de la rotación de carteras de fin de año.
Webandin / Pixabay

Se avecina una semana de escalofríos en los mercados. Otra más de este terrible 2020 y no menos aterrador horizonte del inicio de 2021. Medio planeta se prepara para días de luto. Llorar y recordar a los que se han ido en el Día de Todos los Santos (España), de los Muertos (México) o Halloween (EEUU). “Vienen meses duros, muy duros”, han enfatizado a coro en un lapso de horas el ministro de Sanidad, Salvador Illa, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el director general  de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, o la canciller alemana Ángela Merkel. La referencia de los tres es a la pandemia del Covid-19 pero bien vale para el escenario económico, en perfecta simbiosis con la evolución del virus y la crisis sanitaria a lo largo de todo este fatídico 2020.

Doblegar la curva significa salvar vidas, pero también empresas y empleos. Para respirar hay que comer también. “Las dos cosas las tenemos que hacer". Es lo que vino a decir el presidente de Mercadona, Juan Roig, en referencia al perverso debate impulsado desde el sector público, que tiene garantizado ‘el comer’ desde el Estado a diferencia del ámbito de la empresa privada. Parece de perogrullo decir que los ingresos fiscales que generan autónomos, empresas y asalariados del sector privado son los que sostienen, en última instancia, la paga pública de pensionistas, médicos, profesores, policías, políticos...

Sobra decir que también los ingresos públicos están en riesgo en esta crisis si cae y se queda atrás la empresa privada. El recurso al endeudamiento para cuadrar las cuentas no siempre será posible o sostenible. Parece que el Banco Central Europeo (BCE) estará comprando deuda 'ad infinitum' para financiar a los estados, pero no hay que olvidar que su mandato está ligado de forma excepcional a la pandemia y la autoridad monetaria ha comenzado a dar pistas de que no va a estar sosteniendo a los estados para siempre. Si la OMS es la autoridad en todo lo que se refiere al Covid-19, el banco central es la voz más influyente en el mercado, capaz de movilizar al resto de inversores a prestar su dinero y a qué precio deben hacerlo.

Los planes de compra masivos de deuda en 2020 se están encargando de mantener una burbuja protectora para que los países europeos puedan emitir masivamente deuda nueva y refinanciar anteriores emisiones. Por ejemplo, el BCE ha comprado más de 80.000 millones de euros de la deuda emitida por España desde que estalló la pandemia, en su mayoría a intereses negativos o próximos a cero. Explicado en modo Halloween: cada vez que el Tesoro Público ha ido al grito de ‘truco o trato’ a las casas de los inversores se ha encontrado con la omnipresente y balsámica cesta de dulces del BCE.

Esto puede generar un riesgo de complacencia que rezuma en los planes de Moncloa para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado (PGE). España afronta también días decisivos por la presentación del borrador presupuestario, un documento que viene a ser el equivalente a la cuenta de resultados de una empresa, pero a futuro. En él, siguiendo con el símil, se recogen ventas (ingresos), costes (gastos), financiación (deuda) o las líneas generales del negocio (estrategia y previsiones). Se aprueben o no, la credibilidad del documento cotiza a la baja por el mal ojo que ha tenido hasta ahora el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias haciendo cuentas. Si ya había desviaciones en el déficit público antes del Covid-19, ahora se están magnificando. El exceso de optimismo en las previsiones económicas no cuadra cuentas, en cambio, obligará a recurrir a la deuda.

De ahí que Moncloa deba tener presente que, aunque hasta ahora ha gozado de dulces del BCE en todas y cada una de las subastas de deuda que ha realizado, en 2021 -cuando también habrá que emitir masivamente- la respuesta a la amenaza de travesura fiscal del 'truco o trato' puede ser... 'susto o muerte' si los Presupuestos resultan demasiado traviesos, poco creíbles o insostenibles en su definición. 

Basta recordar la frase para la historia ‘no estamos aquí para cerrar los diferenciales [de deuda]’ que espetó Christine Lagarde en marzo y que disparó momentáneamente los intereses para los países periféricos como España o Italia. No es lo mismo financiarse al 0,2% a diez años -que supone pagar 200 millones de euros por cada 100.000 millones emitidos- que hacerlo al 2%, es decir, casi 2.000 millones en intereses adicionales, además de la devolución de lo prestado. El BCE volverá a tomar la palabra este jueves para decidir si aumenta la ración de 'dulces' -lo que parece probable- o hasta cuando mantiene la asistencia artificial al endeudamiento estatal, pero seguramente advertirá de que dejará de darlos cuando termine el Covid-19. 

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