OPINION

Lo que el ojo no ve detrás de la crisis económica del coronavirus

El coronavirus ha paralizado decenas de centros de trabajo en Wuhan.
El coronavirus ha paralizado decenas de centros de trabajo en Wuhan.
L. I.

Es una cuestión de tiempo. Cuanto más días pasen con la situación de ‘cuarentena virtual’ y el cierre de centros de trabajo mayor será el daño en una epidemia que, hasta el 8 de febrero, se ha cobrado más de 700 víctimas mortales y ha dejado paralizada a una población viva equivalente a la de Francia o Reino Unido. Por eso es urgente ahora comenzar a ‘vacunarse’ contra el alarmismo económico que surgirá cuando se conozca la verdadera dimensión del problema. El coronavirus de Wuhan se ha llevado por delante medio trimestre en China y amenaza al otro medio. No es el más activo para la industria, pero sí para el comercio y el sector servicios. Las materias primas como el petróleo, que no entienden de estaciones, han asistido a una caída en su consumo, pero los indicadores adelantados como los fletes marítimos auguran que todo irá a peor.

Pese a que ahora se están presentando los resultados corporativos de 2019, la oleada de advertencias de resultados en las compañías que operan allí o que obtienen una parte de sus ingresos en China no ha hecho más que comenzar. Será una parte fija en las cuentas de resultados e informes financieros como lo han sido el Brexit desde 2016 o la guerra comercial desde 2018. Como todas las crisis, el impacto económico de la crisis del coronavirus será temporal, pero su alcance todavía es difícil de cuantificar. Multinacionales como Toyota, Volskwagen, Tesla, Nike, Adidas, L’Oreal y un reguero incesante de empresas han cerrado sus fábricas o tiendas a la espera de que el toque de queda sanitario se levante en la región de Hubei.

La agencia de calificación de riesgo S&P ha sido de una de las primeras en poner números serios a la crisis. Considera tocado el gasto familiar para los próximos meses y ha rebajado la previsión de crecimiento para la economía china para el conjunto de 2020 en siete décimas, del 5,7% al 5%, aunque prevé una recuperación a partir de septiembre. Estos porcentajes no dicen mucho, salvo si se acompañan de la traducción de cada décima: 12.000 millones de euros. Dicho de otro modo, la aproximación prudente de S&P sitúa el coste económico de la epidemia por encima de los 80.000 millones de forma directa e, incalculable, por sus efectos colaterales. La suspensión de vuelos internacionales en buena parte de China durante dos meses puede alumbrar una idea del problema.

Lo primordial ahora es la contención del brote de coronavirus, la consecución de una vacuna y la toma de medidas para que no vuelva a suceder. La prioridad, también, es que los gobiernos sitúen esta crisis en la primera posición de la lista de tareas, incluido el Ejecutivo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. La parálisis de China pone a prueba a las economías de medio de planeta por la dependencia en la fabricación o en el consumo que tenemos del gigante asiático. Bien lo saben empresas españolas como Inditex, Cie Automotive, Siemens Gamesa o un innumerable grupo de compañías que tienen cadenas de suministros allí.

Para la economía española la amenaza es más grave si cabe debido a que la crisis del coronavirus pone en jaque a una de las mayores industrias del país y principal fuente de entrada de divisas: el turismo. Lo que está ocurriendo en torno al Mobile World Congress (MWC) debe ser una señal de alarma. Grandes empresas como LG o Ericsson ha cancelado su presencia, pero decenas de pequeñas compañías puede que hayan hecho lo mismo sin acaparar titulares. El Mobile supera los 100.000 visitantes cada año y tiene un impacto económico de hasta 500 millones de euros. El turismo de negocios o vacacional atrajo el pasado año a España a 83 millones de personas que gastaron más de 92.000 millones de euros, según el INE. Lo sorprendente es que nadie en el Gobierno de Sánchez haya salido hasta la fecha a dar explicaciones sobre las medidas que se están tomando para contener el previsible impacto de esta crisis incipiente. Esta vez habrá pregunta... y deberá haber respuestas.

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