Cuaderno de venta

Malas noticias: euforia bursátil y el final de la pandemia del Covid-19

Trabajadores de Alcoa protestan por el cierre de la planta de Lugo.
Trabajadores de Alcoa protestan por el cierre de la planta de Lugo.
EFE

Llegan los esperados encuentros en la tercera fase. Es la etapa previa a la normalidad, nueva o vieja, como cada uno prefiera. Una expresión popularizada con la desescalada en España que evoca el filme de ciencia ficción de Steven Spielberg sobre otros mundos. En la era de la postverdad desde los aparatos políticos, todo parece literatura fantástica. Por ejemplo, los cero fallecidos por Covid-19 en España que se han decretado vía Fernando Simón, un profesional científico técnico reconvertido en voz rasgada del Gobierno. También del relato de respuesta competente y capaz a la crisis. El gran titular que todo el mundo esperaba se ha hecho realidad esta semana en todo el país... menos en Asturias, Cataluña, Castilla y León, Madrid y otras tantas autonomías ni se han enterado de la noticia porque en sus territorios si hubo muertes por esta causa. Lo peor es que el mensaje desde Moncloa anima a bajar la guardia en un momento crítico de devolución de poderes a las autonomías. Hay quien dicen que es un mero ejercicio de socialización de responsabilidades y privatización de méritos en las figuras de los indiscutidos líderes Sánchez e Iglesias.

Pura ficción financiera es también la recuperación en forma de V. Hasta que el ministro José Luis Escrivá, el único integrante del gobierno con galones en la empresa privada, ha dejado caer esta semana que estamos ante una remontada en forma de lámpara de Aladín o candil, “como el que tenía mi abuela”, según aclaró en redes sociales. Es la otra gran idea fuerza de la semana de los ‘brotes verdes’ de la ministra Calviño, aquellos que también veía la ministra Salgado allá por mayo de 2009. La euforia bursátil de entonces y de ahora parece tener el mismo origen: un doping financiero suficiente como para comprar el planeta Tierra. El Banco Central Europeo (BCE) ha ampliado su programa de emergencia de compra de activos (PEPP) de 750.000 millones a 1,35 billones de euros, es decir, es como pasar del PIB holandés al italiano o español. Tanto dinero como para comprar tres veces el Ibex 35 de golpe. Si se suma esa cifra a los 750.000 millones del Fondo de Recuperación de la UE, los 240.000 millones del fondo de rescate MEDE,  100.000 millones del fondo de desempleo SURE o los 200.000 de BEI... el 'rescate europeo' supera los 2,6 billones de euros.

Tras el confinamiento, la recuperación económica parece haber llegado con subidas bursátiles estratosféricas y volátiles a las que nos tienen acostumbrados en los tres últimos meses de un mercado que sigue, pese a todo, roto. El Ibex 35, la referencia bursátil española, ha rebotado un 22% en apenas dos semanas, aunque sigue un 27% por debajo del inicio del año. En Wall Street, los índices han vuelto a terreno positivo en 2020 con subidas del 35% y 40% de la mano de un puñado de valores monopolísticos (Microsoft, Apple, Amazon, Alphabet) que caminan sobre las aguas del billón de dólares (trillion americano) de valor en bolsa. Solo esas cuatro empresas suponen el 20% del tamaño del S&P 500 o el equivalente a más de la mitad del Dow Jones 30, aunque solo Apple y Microsoft pertenecen al exclusivo índice. Los sorprendentes datos de empleo en EEUU en mayo esconden, como todo, una realidad mucho menos benigna de lo que parece.

Después del peor y más veloz crash bursátil de la historia, los mercados financieros viven ahora su recuperación más rápida al son de los planes de estímulo monetarios de la Fed, el BCE y otros bancos centrales que están movilizando cantidades potencialmente infinitas de liquidez para los sistemas bancarios, pero también billones y billones de euros o dólares en forma de programas de compra de deuda. Para muchos gobiernos esto también ha sido suficiente como para bajar la guardia. El gran error del Gobierno Sánchez ha sido obsesionarse en las grandes políticas macroeconómicas sin caer en la cuenta del mundo real: las empresas no se sostienen solas durante meses de guerra. Grandes, medianas y pequeñas corporaciones creadoras del empleo privado y generadoras de riqueza pública en forma de impuestos van a desaparecer por el golpe de la crisis.

Lo harán este verano, otoño, invierno o en 2021 cuando echen cuentas de que el Ejecutivo les ha animado a endeudarse con los bancos hasta niveles insostenibles para que sus negocios sean sostenibles. En cambio, Francia o Alemania han salido primero en defensa de sus creadores de empleo con ayudas y respaldo casi sin límites sobre sus empresas. En España, la prioridad parece haber sido remunerar a quienes no tenía ingresos en lugar de proteger a quienes tenían un empleo, una política que genera todavía más incertidumbre sobre la mera posibilidad de volver a tener un salario. Que se lo pregunten a los bien remunerados trabajadores de Alcoa o Nissan que vean como un abismo a la baja tanto el cobro del paro como el ingreso mínimo. La potente salida de la crisis de otros países dejará en los próximos meses que España se queda atrás.

Llegados a junio, la bonanza bursátil o epidemiológica invitarían al optimismo sobre la resolución de la actual crisis provocada por la pandemia del Covid-19. Sin embargo, nada parece real o, al menos, cercano a la verdad de los daños permanentes que se han producido a actividades tan cotidianas como viajar o comprarse un coche. La aparente mejora del clima financiero o de la lucha contra el virus son malas noticias porque retardan la urgencia en las decisiones de los gobernantes. La caída del consumo de estas dos industrias provocadas por la pandemia generan un daño de largo plazo a la economía española que el Gobierno Sánchez parece resistirse a ver por la cuenta que le trae. Por eso, cualquier asunto ajeno a lo importante acapara la crispación política en la que vivimos. Iván Redondo, el gran gurú de la comunicación de Moncloa, en sus tesis sobre la realidad en el mundo de la política, “no dejen que ganen ni los de la ‘pre’ ni los de la ‘post’ a través del miedo. Allí donde hay dominación, hay resistencia. Hay ‘verdad’. Allí donde hay fragmentación, hay oportunidad. Hay ‘verdad’”. Parafraseando su blog de consultor en Expansión, y según dicen quienes han contratado sus servicios además de Sánchez, cree que donde hay confusión, hay oportunidad. Quizá la única vía de salida que le queda a la coalición del Gobierno de la pandemia.

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