OPINION

Mede, eurobonos y la locura monetaria

El euro cumple 20 años como símbolo de la Unión Europea.
El euro cumple 20 años como símbolo de la Unión Europea.
BCE / L.I.

No era ni el lugar, ni el momento. El Consejo Europeo más importante desde 2012 acabó como el rosario de la aurora por el rebrote de viejas rencillas norte-sur, exacerbadas por la agresividad mostrada por Italia y España a la hora de sacar adelante su propuesta: o eurobonos... o nada. Incluso, según cuenta El País, se llegó a poner sobre la mesa un seguro de desempleo europeo por parte del presidente español Pedro Sánchez. ¿De verdad esa es una solución? Es como pedir a los bomberos, en pleno incendio, más ladrillos para una nueva casa cuando lo que se necesita es agua, retardantes y cortafuegos de forma inmediata.

Las propuestas de cambios jurídicos estructurales en la Unión Europea como uniones bancarias o de impuestos deben llegar, pero no ahora. Surrealista y triste. El clima irrespirable entre los jefes de Gobierno europeos hace temer lo peor. Países Bajos, como en 2012, volvió a a andadas metiendo cizaña sobre la mala gestión presupuestaria en el sur. No le falta razón, pero no tampoco es el momento. Incluso Merkel, según la prensa alemana, se sumó a la gresca con una respuesta frontal e, incluso, alzando la voz ante los "ataques" de Conte y Sánchez. Todo, eso sí, virtualmente y con la seguridad que da 'skypear' en la distancia. ¿Se hubiese producido esa lamentable trifulca cara a cara?

El Consejo Europeo, como ha hecho EEUU, debía versar sobre cómo levantar el muro financiero de protección para la economía: bien con el mecanismo de estabilidad MEDE o con la introducción de los llamados coronabonos. Los jefes políticos tenían sobre la mesa la propuesta de sus ministros económicos que pactaron dos días antes: 238.000 millones de euros disponibles de forma rápida como líneas preventivas y ampliación posterior de esas cifras. Por si alguien no lo sabe, el MEDE es un instrumento comunitario de mutuo riesgo europeo, con garantías compartidas y con capacidad de emitir bonos para financiarse.

Pero, ¿entonces cuál ha sido el problema? ¿Falta de solidaridad? ¿Es que el Covid-19 no está golpeando también a los ciudadanos de Alemania y Países Bajos (y sus economías) con similar fiereza que en España o Italia? En Berlín también se habla, como aquí, de situación de guerra y es justo ahora cuando los aliados deben dejar a un lado los egos políticos, o aspiraciones a la trascendencia en los libros de historia, para bajar al suelo. Es el momento de ir rápido. Darse dos semanas, como ha hecho el Consejo Europeo, es un lujo inasumible ante una crisis relámpago.

Básicamente, la cuestión es cómo se paga y quién financia esa respuesta. Siempre será el mismo: el contribuyente presente y futuro. Se necesitan, al menos, 2 billones de euros o casi dos veces el PIB de España para evitar una depresión financiera en el euro y tapar, billete a billete, el vacío que esta crisis deja en las empresas y los hogares, como alertaba esta semana el sabio Mario Draghi. La responsabilidad es política al 100% en este caso. Son los gobiernos los que han paralizado la economía con las medidas de cuarentena para luchar contra la pandemia.

Es cierto que es lo que había que hacer, cuanto antes mejor, para salvar vidas del Covid-19. Pero también es de recibo recordar a los políticos que son ellos los que deben aportar una solución inmediata porque impiden abrir empresas e ir a trabajar. El origen del dinero es el mismo que en 2012 cuando se rescató a Portugal, Irlanda, Grecia y Portugal. Son los mismos billetes europeos que rescataron a España, aunque la pírrica victoria de Mariano Rajoy para cubrirse las espaldas fue conseguir camuflarlo como una rescate a la banca y no al Estado.

Pocos recuerdan que el riesgo de solvencia y muerte súbita de los balances bancarios en 2012 estaba marcado por la depreciación de aquellos bonos y la incapacidad para financiarse en los mercados para el Estado y las empresas privadas. En cambio, ahora el acceso a la financiación permanece abierto gracias de la labor del Banco Central Europeo (BCE). La autoridad monetaria vuelven a estar a la altura de las circunstancias en esta crisis. Es también la única con algo de independencia política en su día a día y, sobre todo, la que mejor información maneja de la economía.

El BCE ha puesto toda la liquidez posible y un fondo anticrisis (PEPP) de 750.000 millones de euros al servicio de la solución: MEDE, con sus estigmas o condicionalidades, o eurobonos (coronabonos), con los riesgos de bloqueos políticos. Da igual. En cualquiera de los dos casos, el ejercicio de deuda mutualizada entre los estados miembro es una buena idea que exige un tiempo que no existe. Ni alemanes, franceses, italianos o españoles pueden esperar a implementar un instrumento (Tesoro europeo) que se debió crear mucho antes y en tiempos de estabilidad. De hecho, se lleva debatiendo sobre él desde la crisis de 2007 y 2008.

Desde otro ángulo, dejar toda la respuesta en manos de los bancos centrales mientras se destruye la economía abrirá otra caja de Pandora: escasez y inflación. La locura monetaria de los últimos tiempos con bajadas de tipos a cero, inyecciones masivas de liquidez y el riesgo de pérdida de confianza en los bancos centrales y gobiernos puede degenerar en una crisis de divisa desordenada. La respuesta coordinada a la crisis desde Europa debe ser urgente. Esta crisis necesita todos los países se pongan de acuerdo en levantar un cortafuegos de capital  y liquidez para frenar la masacre de tejido productivo para que las empresas sobrevivan y los trabajadores puedan volver a sus empleos.

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