Cuaderno de venta 

Nada es gratis: la sombra del 'impuesto' del CO2 sobre el recibo de la luz

Bombilla luz
Bombilla luz
Europa Press

A la hora de poner remedio al boom de los precios de la electricidad coincide lo urgente con lo importante. El golpe económico que están sufriendo hogares y empresas en forma de recibo al que nadie escapa está acelerando los casos de pobreza energética, pero también el cierre de pequeños negocios o la pérdida de empleos para aguantar el tirón. Al mismo tiempo, una de las víctimas de esta crisis energética es la lucha contra el cambio climático, una misión que nos involucra a todos pero que deben liderar los gobiernos, los productores de energía y los grandes consumidores. De ahí que sea necesario recordar hasta la saciedad que la 'transición verde' no sale gratis.

Hay una muy mala noticia. La cotización récord de la luz está trayendo bajo el brazo mayores emisiones de CO2. El carbón ha vuelto en pleno verano casi sin que nos demos cuenta y sigilosamente está disparando la producción de carbono a la atmósfera. Es una consecuencia indeseada en muchos países que han vuelto a echar mano de combustibles fósiles para generar watios más baratos y cubrir la demanda. Se ha creado un círculo vicioso que hay que romper cuanto antes. La escalada del recibo de la luz lleva a consumir más gas y carbón con lo que su cotización en los mercados se eleva y vuelve a repercutir en el precio de generación eléctrica.

De hecho, el Banco de España ha atribuido un 70% del alza mayorista de la electricidad al gas y a la cotización de los derechos del CO2, que a su vez repercute de forma directa en los costes de generación por el uso de los combustibles fósiles. La tasa al carbono cobra así forma de impuesto que grava este tipo de contaminación y busca introducir en el mercado incentivos financieros para que empresas y países reduzcan sus emisiones. Esta loable misión, con la actual crisis eléctrica de fondo, se ha convertido en un problema porque retroalimenta la subida de los precios.

Cuánto mayor es la producción ‘sucia’, mayor es la necesidad de adquirir estos derechos y por esto se eleva su cotización. Es la pescadilla que se muerde la cola. Tras el estallido de la pandemia del Covid-19, los contratos de emisión de carbono marcaron un mínimo por debajo de los 20 euros por tonelada. Año y medio después está a punto de sobrepasar la cota de los 60 euros, un 200% más... o el triple

Repunte de precios... y de las emisiones de CO2

Las previsiones, además, apuntan a que podría superar los 100 euros a lo largo del año que viene si se mantiene la actual tendencia del mercado energético. Su encarecimiento supone mayores ingresos para los estados, que todavía están lejos de utilizar esta paga extra para mitigar los insostenibles costes eléctricos de empresas y hogares. El Gobierno vuelve a tener la llave para abrir soluciones. La rebaja temporal del IVA del 21% al 10% en España parece un parche menor e insuficiente, sobre todo, teniendo en cuenta que en otros países directamente se ha eliminado.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) pronostica que las emisiones de dióxido de carbono del sector energético global aumentarán un 7% en 2021, hasta las 4.900 millones de toneladas debido a la creciente actividad económica y a la recuperación. En 2020, con el colapso económico provocado por los confinamientos del Covid, el lanzamiento de CO2 se redujo en hasta un 11% solo en el sector de la energía. Otro pronóstico preocupante es el que lanzó este mes el Departamento de Energía de EEUU, que proyecta que los altos precios del gas natural contribuirán a un aumento en las emisiones de dióxido de carbono porque empujarán aún más el consumo de carbón. 

Como ya sabemos, todo esto tendrá un mayor coste económico en el recibo de la luz a través de la tasa del CO2. Eso sí, el precio más caro lo seguirá pagando el cambio climático pero la sociedad parece lo suficientemente madura como para asumir esta verdad incómoda. Hay que evitar que el engaño siga dominando el debate político en materia energética. No se debe cargar contra las eléctricas la responsabilidad de la situación, aunque deban asumir una parte; hay que empezar a mirar a legisladores y políticos.

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