Cuaderno de venta

Una oculta moción de censura a Moncloa y la presión más cruel al Ibex

Pedro Sánchez, durante la presentación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Pedro Sánchez, durante la presentación del Plan de Recuperación.
EFE

La presión de los mercados ha comenzado de la manera más cruel: ausencia y silencio. Desde que comenzó la pandemia del Covid-19 ha impuesto una cuarentena invisible a todo lo que huela a España que está comenzando a hacer daño de verdad más allá de las cuentas de ahorro e inversión. Por el momento, solo las empresas privadas lo notan de verdad en forma de rebaja de divergencia en su valoración frente a sus comparables en otros países. El Ibex 35, el índice de referencia, es el peor de Europa en 2020 con un descenso acumulado que roza el 30%, que contrasta con el 33% de ascenso del americano Nasdaq 100, el 7% del S&P 500, el -3% del Dax alemán o, ya en el vagón de cola, el -20% del Cac francés o el -22% del Ftse británico.

Tras el crash más rápido y violento de la historia registrado entre febrero y marzo, la esperada recuperación con V de vertical en las bolsas ha llegado a completarse en EEUU, China o, incluso, Alemania. Pero en España, el meteorito Covid-19 ha dejado abierta una herida en forma de L tumbada que sigue sin cicatrizar. El dinero se fue pero no regresó. Habrá quien diga que es por la excesiva dependencia del turismo, la gran víctima económica de la pandemia. No les falta razón, pero es una verdad a medias. El diferencial del Ibex 35 frente a los índices de otros mercados es la verdadera prima de riesgo, una moción de censura oculta que tiene mucho que ver con la pérdida de confianza en la gestión de la crisis.

La política vive al margen de todo lo anterior. También el Gobierno. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, número dos del área económica del Ejecutivo, soltó en junio una de sus incontables perlas verbales: "No creo que muchas familias españolas estén preocupadas por invertir en bolsa". Fue a cuenta de la famosa Tasa Tobin que se aplicará a la compra de acciones de empresas del Ibex 35 a partir de enero. Pero la voz de Moncloa ignoró los datos: un 20% de los españoles, casi 8 millones de partícipes, tiene algún tipo de plan de pensiones, según Inverco. Se estima en otros 3 millones de personas las que tienen acciones. Por tanto, parece frívolo minimizar su importancia para las finanzas personales de una gran parte de la población.

Pero más allá de todo eso, aquel menosprecio desde Moncloa hacia los efectos directos e indirectos que tiene la Bolsa española para el ahorro, o la propia capacidad de estas empresas para financiarse carece de sentido más allá del puramente ideológico. Es dispararse en el pie antes de empezar a correr. Basta como ejemplo la situación de IAG, el holding aéreo de la estratégica Iberia. En 2020, en plena crisis, ha dispuesto de todo el crédito bancario que ha querido, se ha endeudado tanto como ha podido, pero después ha tenido que recurrir a la bolsa con la venta masiva de acciones para equilibrar su balance vía ampliación. Es el mismo camino que seguirán los bancos si, en los próximos meses, deben reforzarse ante la ola de morosidad que incuba la actual recesión, o ante el proceso de fusiones que afrontan. Las cotizaciones a derribo en bolsa mantienen cerrada esta vía, lo que frena sus capacidades para dar crédito y financiar a hogares y empresas.

Los superpoderes del Banco Central Europeo (BCE) mantienen abiertas las puertas de la financiación de la deuda pública desde que se desató la pandemia. Fráncfort ha destinado cerca de 80.000 millones de euros a emisiones españolas desde marzo a través de sus diversos programas de compra de activos. Por este motivo, la rentabilidad del bono a diez años -que mide el coste para el Estado a la hora de endeudarse- cotiza cada vez más cerca del mínimo de 0,04% que marcó en agosto de 2019 y la prima de riesgo frente a Alemania sigue contenida por debajo de los 80 puntos. El BCE suple la ausencia de inversores, algo que no sucede en la deprimida Bolsa española.

Ni siquiera las erráticas políticas económicas, el superlativo déficit público, la falta de Presupuestos Generales o el envenenamiento del clima parlamentario parece que vayan a hacer descarrilar la capacidad del Estado para endeudarse. Tampoco lo hará el nuevo espectáculo para olvidar que se vivirá esta semana en el Congreso. Vox, sediento de rédito electoral en su cruzada anti 'Sánchez e Iglesias', protagonizará una moción de censura contra el Gobierno que está condenada a perder. La iniciativa ha colocado al PP contra la espada y la pared ante la necesidad de reafirmarse como oposición a Moncloa, pero sin alinearse con la formación de ultraderecha dando argumentos a PSOE y Podemos. Sorber y soplar a la vez.

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