OPINION

(Para: BCE cc: Fed) Es hora de comprar bonos de bancos y acciones

Lagarde y Powell, en primera línea de la crisis económica.
Lagarde y Powell, en primera línea de la crisis económica.
L. I.

“Todavía estamos apagando el fuego. Todavía estamos tratando de ganar. Creo que estaremos en ello durante un tiempo". Jerome 'Jay' Powell ha constatado esta semana la noticia más dolorosa en lo económico: la actual crisis del Covid-19 ha cambiado las luces cortas por las largas. Quizá la oportunidad de contener el incendio se ha perdido para muchos países por la falta de medidas preventivas de los gobiernos antes de decretar el confinamiento económico, y la lentitud en reaccionar para plantar cara al problema generado. Lógicamente, cuando eso sucede solo queda aplicar tratamientos paliativos o de reconstrucción ante el estrago en curso.

La visión del gobernador de la Fed sobre las previsiones económicas “siempre inciertas, hoy inusualmente inciertas”, según se expresó Powell el miércoles, fue ratificada por Christine Lagarde 24 horas después al desvelar el pronóstico del BCE sobre el tamaño de la recesión para 2020: entre el -5% y -12%, entre susto o muerte. Ambos han aportado algunas claves sobre el problema que está por venir y sus posibles soluciones. Nada bueno después de lo ocurrido en el primer trimestre, cuyos datos van con amplio retraso sobre lo que sucede.

Tras solo dos o tres semanas de reclusión de marzo, los PIBs de EEUU y Europa han registrado caídas del orden del 5%. En el segundo (abril, mayo y junio), el golpe se multiplicará aunque no será oficial hasta agosto, cuando -crucemos dedos- la economía debería estar reabierta y en marcha. Ojos que no ven, corazón que no siente. Será entonces cuando entrará en juego el factor clave que resolverá la crisis: la confianza.

Confianza contra el efecto dominó

Tanto Powell como Lagarde siguen desplegando todos los superpoderes monetarios que les confieren la Fed y el BCE. “No nos quedaremos sin dinero. Mis preocupaciones son otras”, dijo el estadounidense en referencia a la destrucción de empleo y a la falta de confianza de las personas (empresarios, consumidores) tras la reapertura económica mientras el virus no esté bajo control. La francesa volvió a dejar caer que el fondo PEPP de 750.000 millones para 2020 seguirá activo en 2021 y es flexible, se usará por completo y abarca toda clase de activos y jurisdiciones. Sus respectivos bazucas billonarios son de una dimensión que dejan al nivel de insectos los planes de rescate de la crisis financiera de 2008. Esto es importante tenerlo en cuenta antes de seguir el análisis. ¿Cómo detener el efecto dominó que sigue produciéndose sobre la economía real y financiera?

Parece a todas luces insuficiente generar liquidez al -1% (ya sea el TLTRO o el nuevo PELTRO) esperando a que la cojan los bancos cuando estos saben de antemano que muchos de sus clientes no tienen ingresos, son morosos potenciales y amenazan la solvencia de la entidad financiera más pronto que tarde. Por ese motivo desconfían de la liquidez. La recomendación de la Fed a la banca de su país también está cayendo en saco roto. El mediático Mark Cuban ha lanzado una idea para saltarse la burocracia de riesgos que parece descabellada pero que no se puede descartar: que la Fed permita que las empresas puedan financiarse en sus cuentas bancarias llevándolas a ‘números rojos’ sin tener que esperar al préstamo al banco.

Hay más armas que están sobre la mesa. Sobre la mesa del BCE y la Fed está otra solución extraordinaria para tiempos extraordinarios: comprar acciones de empresas vía ampliaciones de capital como parte de sus programas de financiación y respaldo a la economía. Un rescate temporal y transitorio en toda regla, pero sobre todo, una inyección masiva de confianza, el bien más valorado en las crisis por encima de la dictadura del 'cash' y la liquidez. Hasta la fecha, Lagarde y De Guindos pueden comprar deuda de los estados y empresas privadas por valor de cientos de miles de millones, sin embargo, no pueden tocar la deuda bancaria. ¿Por qué? Si el objetivo es que los bancos cojan la liquidez y presten a la economía real, como se ha repetido hasta la saciedad, el respaldo directo de los bancos centrales comprando bonos bancarios (convertibles en acciones, CoCos antipérdidas) parece ser el interruptor adecuado que puede encender la luz de la recuperación ante la actual oscuridad.

Pendientes de un rescate que no llega

No ayudan a tener confianza los bandazos al son de Moncloa de los discursos de la 'tesorera' (Maria Jesús Montero) y la ‘consejera delegada’ del Gobierno (Nadia Calviño). La vicepresidenta augura ahora una recuperación en V asimétrica (con una alargada recuperación sin horizonte temporal) como el escenario económico para España. Hay que recordar que su previsión el 4 de marzo era de un impacto “poco significativo”. Desde el 1 de mayo, su cuadro macro apunta a un descenso del PIB del -9,2%, una déficit público del 10% (más de 100.000 millones), una deuda pública del 115% sobre el PIB y un paro masivo que pone en duda todas las cifras anteriores salvo rescate europeo.

El acceso al menospreciado MEDE está disponible desde el inicio de la crisis y con la misma condición razonable que ahora: usarlo contra la pandemia del Covid-19. El pasado viernes 1 de mayo, Calviño admitió por primera vez que se solicitará esa asistencia financiera en forma de préstamo, al igual que el idolatrado mecanismo SURE de desempleo (tampoco es capital, sino préstamos a devolver) y puso dos velas a la aprobación del Fondo de Recuperación, que se financiará con eurobonos o con dinero alemán. Nada nuevo hasta aquí.

Entonces, ¿por qué el Gobierno ha retrasado la prometida respuesta contundente para proteger el tejido productivo? No hay dinero, pero solo una llamada a Klaus Regling, director del MEDE, hubiese activado una transferencia de 25.000 millones de euros como crédito preventivo para España. Este mismo sábado, el presidente, Pedro Sánchez, dijo que se liberarán otros 20.000 millones de euros de créditos ICO a través de los bancos privados siempre que se prorrogue el estado de alarma. También que las autonomías recibirán de 16.000 millones de euros a fondo perdido, aunque sin detallar su reparto. ¿Por PIB? ¿Acaso será el impacto de la crisis el criterio? ¿O el color político del gobierno regional de turno?

Esta política cuentagotas ha llevado a cientos de empresarios a cerrar sus negocios mentalmente durante el confinamiento. La energía del tejido productivo se redirige ahora en contener los daños en lugar de pelear por seguir adelante. Para algunos roza la mofa la reiterada repetición de la ayuda al sector turístico de la línea Thomas Cook -la quiebra del touroperador británico en 2019-, los famosos 400 millones de euros... ¡Son solo la facturación de 24 horas de la industria del turismo en España! La caída de la economía está a punto de acelerarse sin remedio ante la falta de la esperada red estatal en la que puedan apoyarse las empresas y sus empleados para sobrevivir a la Gran Reclusión de 2020.

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